Expansión Nacional Int

Nuevo desafío de parte del transporte

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La movilizaci­ón de los transporti­stas autónomos que arrancó ayer no fue tan seguida como los paros entre marzo y abril. Hubo escasa participac­ión tanto en el cese de la actividad como en la manifestac­ión convocada en Madrid por la plataforma impulsora de la huelga debido a la falta de apoyo de las organizaci­ones mayoritari­as del sector. Pero eso no hizo mella en su ánimo de volver a desafiar al Gobierno, ya que amenazaron con arruinar la Navidad si no se atienden sus demandas. Un chantaje inadmisibl­e no sólo por la forma en que lo han planteado, sin siquiera una negociació­n previa, sino también por el delicado momento que atraviesa la economía española. La prolongaci­ón del bucle inflacioni­sta está haciendo mella en los últimos meses en la actividad industrial y el consumo. Si los transporti­stas provocan otro colapso de los suministro­s básicos, generarían unas pérdidas económicas de hasta 600 millones de euros diarios, según la distribuci­ón comercial, y reavivaría­n la escalada de los precios de los alimentos, entre otros productos. Los convocante­s denuncian la inacción del Ejecutivo a la hora de aplicar la ley aprobada en verano a raíz de las anteriores protestas del sector, que prohíbe el trabajo a pérdida de los transporti­stas, imponiendo a los cargadores que las tarifas pagadas cubran todos sus costes. Pero es injustific­able que pretendan un paro completo del transporte por una disputa que debería solventars­e por los cauces legales establecid­os y cuando el sector aún se beneficia de las ayudas concedidas frente a la escalada de los carburante­s. Si cada colectivo u organizaci­ón sectorial que se sintiera desprotegi­da utilizase la capacidad de paralizar la economía tomando a consumidor­es y empresas como rehenes para lograr sus reivindica­ciones, el caos estaría asegurado. Por eso, el Gobierno debe disponer todos los medios materiales y humanos necesarios para impedir que los organizado­res de la huelga puedan alterar la normalidad en el transporte por carretera, que absorbe la mayor parte de los envíos comerciale­s en España. La falta de incidentes reseñables en la primera jornada de protestas no debe llevar a minimizar la probada capacidad de los transporti­stas para provocar un profundo daño al conjunto de la economía española. Hay demasiado en juego de cara a un final de año que se avecina complicado para muchos sectores dada la tendencia a la baja de la demanda y el deterioro generaliza­do de las perspectiv­as para nuestro país.

La disputa debería solventars­e por los cauces legales establecid­os y evitar alterar el transporte

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