Mondragón debate la filosofía cooperativa
El grupo Mondragón, el mayor cooperativista de Europa, vive días movidos por el debate abierto en Orona y Ulma para salir de la corporación y emprender en solitario su futuro empresarial, desligadas de las ataduras que les obligan, entre otros asuntos, a aportar una parte de sus beneficios a proyectos y fondos comunes. Las dos empresas son de las más grandes y rentables de la corporación vasca (según datos de 2021), y su aportación a las herramientas de intercooperación (ayuda a empresas en pérdidas y promoción, por ejemplo) es importante, aunque no fundamental para el día a día de Mondragón. Si el coopexit –como se conoce en Euskadi el proceso de salida ahora en marcha– acaba siendo una realidad, la corporación sufriría una pérdida de ingresos y un golpe a su imagen empresarial, ya que las dos protagonistas suman juntas el 15% de las ventas totales. Pero, después de superar el hundimiento de Fagor Electrodomésticos, Mondragón debería poder con ello. La cuestión es por qué, justo en sus mejores momentos empresariales, Orona y Ulma optan por separarse. Muchos ven en esta iniciativa una quiebra de la filosofía cooperativista y solidaria, que exige a una empresa que va bien a dedicar ganancias a ayudar a otras en crisis y a fomentar nuevos negocios; le impone una escala salarial para todos sus socios trabajadores, y obliga a sus cooperativistas a dedicar sus retornos (dividendos) a capitalizar la empresa y monetarizarlos sólo cuando la dejen.