Oriente Próximo, el gran beneficiado de la crisis energética
Las últimas proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) dibujan un mundo que sigue dos tendencias absolutamente contrapuestas. Mientras que la gran mayoría de países deben lidiar con el crecimiento desbocado de la inflación, la crisis energética y el riesgo de recesión, la situación para las monarquías del Golfo es diametralmente puesta.
Según el FMI, la subida de las cotizaciones del barril de petróleo y del gas natural generará en los próximos cuatro años un beneficio adicional de 1,29 billones de euros (1,3 billones de dólares) en relación a las estimaciones previas al estallido de la guerra en Ucrania. Se da la circunstancia de que las compañías exportadoras son públicas, por lo que los estados y los respectivos fondos soberanos serán los grandes beneficiados del alza de precios y del incremento de su capacidad inversora.
La previsión del FMI es que los países que forman parte del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo –Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Bahrein, Catar y Omán– crezcan este año un 6,4%, frente al 2,7% de 2021.
En este escenario, la región debe usar los recursos adicionales que obtenga para “invertir en el futuro” y afrontar retos estructurales, como el incremento de la productividad interna, según manifestó ayer el director del FMI para Oriente Próximo, Norte de África, Asia Central y Cáucaso, Jihad Azour, en declaraciones a Financial Times.
“Lo que va a ser realmente importante es cómo los países de Oriente Próximo gestionan este nuevo ciclo”, explicó Azour. En su opinión, la región debe proseguir con la disciplina fiscal y mantener “al mismo tiempo los beneficios de liquidez adicional y las políticas que no los lleven a un estado procíclico”, subrayó .
Los estados son altamente dependientes de los carburantes, por lo que las variaciones en los precios les afectan especialmente. Así, cuando las cotizaciones suben, el conjunto de la economía se beneficia, pero cuando baja, hay fuertes recesiones.
En los últimos años, el crecimiento de los países de la región ha sido moderado, por lo que los estados han incrementado la deuda pública, se han visto obligados a recurrir a reservas y han retrasado inversiones públicas.
Fondos soberanos Conviene recordar que si en Occidente, las compañías dedicadas al petróleo son fundamentalmente privadas, en la zona pertenecen a los estados, y sus recursos contribuyen a financiar fondos soberanos. Es lo que ocurre en Kuwait, Catar, Abu Dabi y especialmente en Arabia Saudí. Este país cuenta con el Fondo de Inversión Pública, un vehículo de inversión presidido por el príncipe Mohammed bin Salman. Sus activos ascienden a 620.000 millones de dólares (617.691 millones de euros) y que en primavera, reforzó su participación en compañías como Amazon, PayPal y BlackRock.
La última previsión es que el PIB saudí crezca este año un 7,6%, el incremento más alto en diez años, lo que le permitirá por primera vez desde 2013 volver a tener superávit. Se estima que alcanzará el 5,5%.
La región ingresará 1,29 billones extra hasta 2026 por la subida del crudo y el gas, según el FMI