Expansión Nacional - Sabado

Doblegar la inflación, cueste lo que cueste

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Los inversores, que llevaban una semana paralizado­s, pendientes de qué marcaba la brújula en la que convirtier­on la reunión de banqueros centrales en Jackson Hole, fueron ayer bien servidos. El discurso del presidente de la Fed, Jerome Powell, que mantenía en vilo a los mercados, no dejó lugar a dudas: seguirá subiendo los tipos y permanecer­án altos el tiempo que sea necesario para domar la inflación. Ningún atisbo de relajación de la política monetaria en el futuro cercano. Y, poco antes, algunos miembros del BCE avanzaron su disposició­n a pisar el acelerador de los tipos en Europa. Se espera que en EEUU suban 0,75 puntos porcentual­es en septiembre y que continúen escalando hasta un nivel incierto. Esta incertidum­bre es la que deja tantos interrogan­tes entre los inversores. También en el seno del BCE hay quien aboga por un incremento similar en Europa. Lo cierto es que el ritmo de subidas de la Reserva Federal no deja mucho margen al BCE, porque la brecha creciente del precio del dinero en ambos mercados deprime la moneda común europea, lo que se traduce en más inflación en Europa. A la escalada del precio de la energía hay que sumarle el encarecimi­ento del dólar, la divisa en la que se pagan la mayoría de materias primas, que se ha disparado más de un 12% en lo que va de año.

Combinació­n letal. Los inversores decidieron ayer recoger el dinero y reflexiona­r a lo largo del fin de semana. Pero lo cierto es que los mensajes que llegan desde Jackson Hole deberían entenderse como un paso en la buena dirección para hacer frente a la desafiante situación económica. Una enorme inflación con un débil crecimient­o es un problema complejo de solventar. Por eso, Powell no quiso ocultar a su exigente audiencia que “luchar contra la inflación será doloroso para familias y empresas”. Los datos muestran que, desde la década de 1950, la economía estadounid­ense ha entrado en recesión cada vez que la inflación superó el 4% y el desempleo caía por debajo del 5%. Y éste es el escenario que se extiende ante la Fed ahora: los precios en niveles máximos desde hace varias décadas, por encima del 8%, y el desempleo en mínimos históricos, en el 3,5%. Una combinació­n letal, desconocid­a en este país desde la Segunda Guerra Mundial, que pone entre la espada y la pared a Powell. Es posible que en su cabeza resuene el mensaje de uno de sus antecesore­s, Paul Volcker, quien hizo frente a la crisis de los años 1970: “Si no se lleva a cabo ahora la lucha contra la inflación, cualquier esfuerzo posterior será más difícil, con un riesgo mucho mayor para la economía”. Volcker era un convencido de que cuanto más se tarde en dominar la inflación mayores serán los costes.

El espejo de la Fed. Sobre el papel está claro, pero bajando a la realidad significa que los próximos meses van a ser realmente difíciles. Mirando la botella medio llena, algunos analistas recuerdan que las fuertes subidas de tipos en EEUU en 1991 no contrajero­n la economía, que sólo se desaceleró, ni dispararon el desempleo, que se mantuvo en torno al 5%. Es el espejo en que quiere mirarse la Fed. Su objetivo es evitar que se repita el severo impacto económico que generó el banco central en la década de los ochenta tras los errores cometidos para domeñar la inflación en los años 70.

Desafío para Europa. Hay que tener en cuenta que el éxito de los bancos centrales depende en parte de factores que escapan a su control. Por ejemplo, la evolución de los precios de las materias primas y de la guerra en Ucrania. En Europa, el desafío es mayor. El letargo a la hora de actuar, un erróneo diagnóstic­o respecto a los riesgos de los precios y una economía más afectada por la crisis energética y el escenario bélico maniata a la autoridad monetaria, porque poner freno a la inflación abre la puerta al riesgo de fragmentac­ión financiera que podría traer consigo una crisis de deuda en la región, tal como ha reconocido el economista jefe del BCE, Philip Lane. A futuro, habrá que tener en cuenta que, como opina el BIS, la política monetaria no tiene la agilidad para ajustarse con rapidez a los ciclos económicos.

Jerome Powell admite que luchar contra la inflación será “doloroso” para familias y empresas

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