Expansión Nacional - Sabado

Última llamada del veraneo gastronómi­co

DE MENORCA A CANTABRIA Destinos para planear escapadas culinarias a finales de agosto o septiembre.

- Marta Fernández Guadaño. Madrid

Ibiza, Mallorca, Marbella, Costa Brava o distintas franjas del Levante español copan cada verano los planes de muchos veraneante­s también desde el punto de vista gastronómi­co. Por su parte, el norte, de Galicia a País Vasco se convierten en ejes de vacaciones cien por cien culinarias en busca de mesas con sus respectiva­s gastronomí­as locales.

Pero si el mapa español es casi infinito en cuanto a opciones playeras, culturales y de naturaleza, también lo es desde el punto de vista de la comida, con posibles planes que, a punto de finalizar agosto, se traducen en una variedad de opciones, casi exprés o de última hora, para acabar el mes o planificar­se para septiembre. Estrellas Michelin de Murcia a Cantabria, productos emblemátic­os como son la langosta menorquina o el arroz bomba D.O.P. (Denominaci­ón de Origen Protegida) Calasparra, asadores marinos en clave casual, comedores asomados al mar o en la sierra e, incluso, pistas castellana­s para una escapada de interior son algunas opciones para la última llamada del veraneo gastronómi­co.

Una isla de apenas 700 metros cuadrados que mantiene el encanto también gastronómi­co frente a islas aparenteme­nte más movidas en verano como Mallorca e Ibiza. En lo culinario, es una especie de paraíso de direccione­s especiales. Para empezar, es obligatori­o visitar Sa Llagosta, restaurant­e abierto hace más de 20 años por David Coca y Mónica Cortassa, en Fornells. La pareja lidera este negocio ligado a la despensa local y, en especial, a un producto emblemátic­o: la langosta menorquina. Este crustáceo se somete a una larga lista de recetas, que empiezan por una típica caldereta para saltar a un ‘Wellington’ –recubierto de hojaldre–, un ramen o un ceviche. La carta, que permite comer por un tícket medio de 80 a 150 euros, añade pescados ultrafresc­os y arroces. Otra pista clave en la isla es Sa Pedrera d’es Pujol –en la imagen–, espacio del asturiano Dani González Mora y Nuria Pendas, en Sant Lluís, que despacha –entre otras opciones– un ‘Menú Langosta’ por 100 euros. Cuentan con una ‘mesa del chef’ para una experienci­a gastronómi­ca especial. Una novedad del verano 2022 en Menorca es Burdell de Foc –en la foto–, que plasma la alianza entre varios profesiona­les reconocido­s –y conocidos en Madrid–: Javi Goya, cofundador y socio de Grupo TriCiclo y otros proyectos como Amano; Fran Ramírez, socio de Amano –que, a su vez, tiene locales en Madrid y Menorca–; y José Fuentes, socio de Kulto. Situado en una masía menorquina en Mahón, su terraza ajardinada permite probar desde un Salpicón de mariscos del Mediterrán­eo a carnes, huerta y pescados a la brasa, en una carta para comer por un tícket de 45 a 70 euros.

Puede que ni haya que irse tan lejos de la ciudad para encontrar buenas razones para una miniescapa­da ‘gastro’. En el entorno de Madrid, hay varias ‘excusas’ de interés. Una es Montia, en San Lorenzo de El Escorial, donde en su anterior ubicación tenía estrella Michelin. La mudanza tras un incendio dio a luz el ‘nuevo’ Montia en el casco urbano de este pueblo madrileño, que arrancó en enero de 2022 como el proyecto en solitario de Dani Ochoa –antes, tenía un socio–. Se puede comer en un patio acristalad­o –en la foto–, asomado a una huerta escalonada o en su comedor interior, siempre un menú basado en proveedore­s de la sierra norte de Madrid o productos recolectad­os por el equipo del restaurant­e. Ofrecen dos menús degustació­n, con precios de 95 y 110 euros.

Otra opción es Carande –en la imagen–, abierto en el verano de 2021 en Navacerrad­a, como el proyecto del joven chef Carlos Carande. Ejecuta una cocina de inspiració­n vasco-francesa, con platos como el Pichón asado con endivia roja braseada. En su terraza, se puede probar un menú especial más informal, con recetas como la Hamburgues­a ‘Ancha es Castilla’, también gastronómi­camente. Son muchísimas las opciones. Una obligatori­a si se va a visitar Burgos es Landa,‘hostal’con restaurant­e y cafetería –en la imagen– donde, aparte de la opción de alojarse, se puede parar a desayunar, comer o merendar sus famosos Huevos fritos con morcilla o una impresiona­nte bollería casera (incluidas sus icónicas ‘Reinosas’, además de la carta despachada en sus comedores). Un verano diferente como el castellano puede llevar al hotel-restaurant­e Estrella del Bajo Carrión, de buey con salsa tártara. Una pista clásica es La Fonda Real, que, camino de Navacerrad­a, ocupa una casa del siglo XVIII, donde sirve cocina tradiciona­l, como Sopa castellana “estilo siglo XIV”, Migas del pastor con huevos y uvas o Chuletitas de cordero lechal. propiedad de la saga Pedrosa, que en Madrid cuenta con una sede llamada Villoldo, pueblo palentino donde se encuentra su casa madre. Allí aguarda un homenaje: ‘Nuestra menestra de 7/9 verduras de temporada’, Pimientos rojos de cuatro morros asados en leña de encina, Alubias blancas viudas de la vega de Saldaña o Paletilla de lechazo churro entreasada. La misma familia cuenta con

La Barra de Villoldo, en la Plaza de San Miguel de Palencia, definido como un “bar para comer, beber y estar”, equivalent­e a la versión informal de Estrella del Bajo Carrión.

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