Expansión Nacional - Sabado

La NASA dice adiós a su antiguo modelo de gestión

Mientras el costoso Sistema de Lanzamient­o Espacial prepara su primera misión, la industria espacial entra en una nueva era.

- Richard Waters. FinancialT­imes

INDUSTRIA AEROESPACI­AL

Mientras el costoso Sistema de Lanzamient­o Espacial se prepara para su primera misión, la industria espacial ya está entrando en la siguiente era. Si, como está previsto, el gigantesco cohete Space Launch System (SLS) de la NASA despega este lunes desde el Centro Espacial Kennedy de Florida (EEUU), se convertirá en la primera nave en 50 años capaz de transporta­r pasajeros a la Luna.

Para la industria espacial comercial podría significar algo aún más importante: el fin de la antigua forma de hacer negocios de la agencia espacial y el comienzo de una nueva era para la cooperació­n comercial e internacio­nal en el espacio.

El SLS, que tiene la altura de un edificio de 30 plantas y es más potente que los cohetes Saturno V que llevaron las misiones Apolo a la Luna, es un monumento a la gran ambición espacial.

Ha tardado 11 años en llegar a la plataforma de lanzamient­o –casi el doble que el Saturno V– y, según un auditor de la NASA, en 2025 habrá costado a los contribuye­ntes estadounid­enses 29.500 millones de dólares. Es la pieza central del programa Artemis, de 93.000 millones de dólares, creado para llevar pasajeros a la Luna en 2025 y, a más largo plazo, servir de trampolín para llegar a Marte.

Sin embargo, incluso antes de que el SLS despegue por primera vez, ya se han escrito algunos epitafios. Ante la falta de reciclaje que ha reducido los costes de lanzamient­o de Blue Origin de Jeff Bezos y de SpaceX de Elon Musk, se espera que los cohetes tarden más en construirs­e y cuesten más que los sistemas de lanzamient­o pesado que aún están desarrolla­ndo sus competidor­es.

Los planes de la NASA prevén que el SLS vuele sólo una vez cada dos años, con un coste por viaje de 2.200 millones de dólares. Con otros 1.000 millones de dólares destinados a Lockheed Martin para la construcci­ón de la nave Orión, que se situará encima del SLS, la agencia calcula que el coste total de cada misión Artemis ascenderá a 4.100 millones de dólares.

Según Laura Forczyk, analista espacial estadounid­ense, dado que el “coste es injustific­able y la frecuencia de lanzamient­o muy baja”, Estados Unidos probableme­nte recurrirá a alternativ­as más baratas en cuanto estén disponible­s. Al igual que otros, describió el SLS como un “logro excepciona­l” y añadió que era poco probable que fuera a ser “el caballo de batalla de la exploració­n espacial estadounid­ense durante mucho tiempo”.

La NASA comparte esa opinión, a pesar de que Boeing, el principal contratist­a, asegura estar estudiando formas de reducir el coste de los futuros lanzamient­os del SLS. El auditor de la agencia escribió a finales del año pasado que, para asegurar su programa de vuelos espaciales tripulados a largo plazo, tendrá que recurrir a alternativ­as comerciale­s más baratas que el SLS.

Es probable que éstas incluyan una serie de cohetes de lanzamient­o pesado que empleen diversos grados de reutilizac­ión para reducir su coste. El Starship de SpaceX, el New Glenn de Blue Origin, y el cohete Vulcan desarrolla­do por United Launch Alliance, una joint venture de Boeing y Lockheed Martin, están a la espera de sus primeros vuelos de prueba.

La NASA tiene programada­s cuatro misiones para el SLS, la tercera de las cuales debe llevar a los humanos a la Luna. Después, no está claro si el cohete volverá a volar.

El coste y los retrasos de Artemis reflejan en parte los reveses políticos hasta que se alcanza un plan definitivo. La Administra­ción Obama desechó el anterior programa Constellat­ion para volver a la Luna; seis años después, con Trump en la presidenci­a, se fijó el rumbo actual.

Fue diferente a la década de 1960, cuando Estados Unidos lanzó sus cohetes Saturno V en un plazo de seis años en su carrera para que el hombre pisara la Luna. Con el SLS, “fue una especie de estrategia regresiva”, recuerda Greg Autry, que en 2016 trabajó en el equipo de la NASA que diseñó el plan para volver a la Luna.

Autry recuerda que el Congreso de EEUU, preocupado por perder terreno frente a China y Rusia, presionó a la NASA para que creara un sistema de lanzamient­o de carga pesada y sólo después se le ocurrió un uso para el cohete.

La estrategia de los proyectos espaciales gigantesco­s también sirvió para inflar los costes, mientras los políticos intentaban llevarse las medallas de cara al electorado, reconoce Autry. Esto también afectó a importante­s decisiones sobre el diseño del cohete, ya que senadores influyente­s como Richard Shelby, de Alabama, intentaron proteger los puestos de trabajo vinculados a los programas existentes en sus estados.

A pesar de los llamamient­os para reutilizar piezas de la nave para ahorrar costes, el diseño del SLS siguió un plan más tradiciona­l. También se pedía reutilizar partes del programa del transborda­dor espacial, incluidos sus motores, lo que se preveía que reduciría el riesgo tecnológic­o y ahorraría dinero. Pero el plan se vio frustrado y los costes se dispararon al tener que reconstrui­r los motores desde cero. Por encima de todo, el SLS es un testimonio de la forma en que la NASA ha operado durante la mayor parte de su existencia.

El administra­dor de la NASA, Bill Nelson, calificó este tipo de contratos de “la vieja forma de hacer negocios” cuando declaró ante el Congreso en mayo.

Aunque no se refirió en concreto al SLS, explicó que este tipo de acuerdos alentaban a las empresas a presentar ofertas bajas para conseguir los contratos, lo que dejaba a la NASA sin otra alternativ­a que hacer frente a fuertes sobrecoste­s.

El cohete que lanzará la NASA el lunes habrá costado a los contribuye­ntes casi 30.000 millones

Space X y Blue Origin trabajan en cohetes reutilizab­les para reducir los costes de los lanzamient­os

La agencia ya ha probado la alternativ­a. Sin un cohete propio, ha recurrido a un acuerdo de precio fijo para pagar a SpaceX el transporte de carga y de astronauta­s estadounid­enses a la Estación Espacial Internacio­nal.

Las condicione­s comerciale­s en las que opera SpaceX crean fuertes incentivos para que mantenga los gastos.

Un funcionari­o de la NASA estimó que el desarrollo del cohete Falcon 9 de SpaceX costó menos de 400 millones de dólares, y que la NASA habría gastado diez veces esa cantidad para crear el cohete con un sistema de coste adicional. Si el programa Artemis acaba siendo una despedida a la antigua forma de gestionar gigantesco­s proyectos espaciales, también revelará cómo puede ser el futuro de la exploració­n espacial. Incluye una serie de elementos de diferentes variantes de contrato a precio fijo, incluido un encargo para que SpaceX cree un módulo de aterrizaje lunar. Blue Origin protestó contra ese acuerdo, y la NASA está estudiando ahora la posibilida­d de adjudicar un contrato para un segundo módulo de aterrizaje.

Otras partes de Artemis que operan con este tipo de acuerdos incluyen una serie de contratos con empresas privadas para llevar equipos a la superficie lunar, y un encargo para una nave que se situará en la órbita lunar y se utilizará como estación de paso para aterrizar en la Luna.

Proyectos como éstos representa­n nuevas formas de asociación entre los sectores público y privado, y deberían proporcion­ar una base sólida para la industria espacial comercial, según Autry. “La NASA está evoluciona­ndo rápidament­e”, añadió. “No es una empresa de transporte ni una agencia reguladora. Es una institució­n científica y de investigac­ión”.

La participac­ión internacio­nal demuestra que las motivacion­es detrás de Artemis son distintas a la carrera espacial de la Guerra Fría que condujo a los alunizajes del Apolo.

La industria está apostando ahora por modelos de colaboraci­ón público-privada

El desarrollo del cohete Falcon 9 de Space X habría costado menos de 400 millones

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Centro espacial Kennedy de la NASA en Cabo Cañaveral (Florida, EEUU).
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El Falcon 9 de Space X fue lanzado en Cabo Cañaveral en septiembre de 2021 .
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