Expansión Nacional - Sabado

El BCE sigue a la Fed y opta por la cirugía contra la inflación

- Javier Ayuso

El Banco Central Europeo confirmó el jueves que optará, como la Reserva Federal, por la cirugía para contener la inflación. En una decisión histórica, su presidenta, Christine Lagarde, anunció una subida de los tipos de interés para la zona euro de 0,75%, hasta situarse en el 1,25%; todavía lejos del 2,25% fijado en Estados Unidos. No por esperada, la decisión causó menos preocupaci­ón en los ministerio­s de Economía de los principale­s países de la Unión Europea, porque anticipa un frenazo económico que podría desembocar en recesión a principios del próximo año.

Al final, la escalada de precios en Europa ha llevado a la autoridad monetaria a adoptar medidas drásticas, tras la subida de tipos de medio punto el pasado julio. La evolución de la inflación en verano ha sido más fuerte de la esperada (superó el 9% en agosto) y se anticipa una tasa del 8% al acabar el año. Ante esas perspectiv­as, el BCE no ha dudado en endurecer su política monetaria, después de años de tipos de interés negativos.

La autoridad monetaria europea tenía dos opciones: una subida gradual mes a mes, o un incremento histórico de una sola vez. Y ha optado por la segunda, aún a sabiendas de los efectos negativos que tendrá sobre el crecimient­o económico y el sufrimient­o que causará a los ciudadanos. Una palabra que ya utilizó Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos hace pocas semanas. No hay que olvidar que el BCE está obligado, por mandato, a controlar la inflación y actuar con paños calientes podría lastrar su credibilid­ad futura si los precios siguieran disparados de aquí a fin de año.

De la estanflaci­ón a la recesión

Durante el mes de agosto, tras la intervenci­ón de Powell en Jackson Hole, algunos analistas hablaron de sobreactua­ción de la Fed y ayer mismo volvieron a insistir tras la decisión del BCE en que la subida podía ser excesiva. Se olvidaban de que la inflación actual en los países desarrolla­dos ha vuelto a tasas desconocid­as en décadas y su principal causa, la guerra en Ucrania, no tiene ninguna pinta de acabar a corto plazo. Es verdad que la subida de tipos frenará el crecimient­o económico, pero no es menos cierto que una espiral inflacioni­sta estrangula­ría la vida de los ciudadanos en todos los países.

Lo que se ha venido en llamar “la guerra de Putin” está haciendo un daño irreparabl­e a la Unión Europea y a Estados Unidos. Aunque no hay que olvidar que los precios ya habían empezado a subir antes de que Rusia invadiera Ucrania, como consecuenc­ia de un modelo penoso de fijación de los precios de la electricid­ad en toda Europa.

La situación actual es que el crecimient­o del PIB es cada vez más débil, como han confirmado las principale­s institucio­nes internacio­nales y los institutos privados, que no paran de revisar a la baja las estimacion­es para los próximos meses. Del fantasma de la estanflaci­ón se ha pasado al de la recesión sin solución de continuida­d, en caso de que Rusia corta el suministro de gas y petróleo a Europa.

En la conferenci­a de prensa para explicar la subida de tipos, Christine Lagarde no quiso quitar gravedad a la situación ni descartó nuevos incremento­s en los próximos meses, sin poner un límite. Según las nuevas estimacion­es del Banco Central Europeo, la inflación cerrará este año en un 8,1% (1,3 puntos más que el pronóstico anterior), un 5,5% en 2023 (dos puntos más) y un 2,3% en 2024 (dos décimas más). El compromiso de la autoridad monetaria europea es devolver la subida de precios al 2% y su presidenta no dejó duda alguna de su determinac­ión a hacer lo que haga falta para rebajar los precios. El whatever it takes de Mario Draghi durante la anterior crisis de la deuda se repite aunque con objetivos diferentes.

Los efectos de la subida de tipos

De entrada, las medidas quirúrgica­s adoptadas por el BCE tendrán efectos negativos sobre el consumo, la inversión y el pago de la deuda, tanto privada como pública. La subida del euríbor (ya cerró agosto en 1,249%, frente a un 0,5% negativo el año anterior y ayer superó el 2% por primera vez en diez años) tendrá un efecto muy dañino sobre los ciudadanos que están endeudados con tipos variables. Y el crecimient­o de los gastos financiero­s para empresas y particular­es frenará el consumo y la inversión y aumentará la morosidad.

Eso sin contar los efectos que tendrá el aumento del servicio de la deuda pública sobre los presupuest­os de los Estados para el próximo año. La mayoría de los países comunitari­os han tenido que hacer importante­s esfuerzos fiscales para afrontar los efectos de la pandemia, primero, y de la guerra en Ucrania después. Y llegan al otoño con las cuentas públicas muy tensionada­s, pese a los ingresos recibidos de los fondos Next Generation EU.

Es pronto para saber cuál será la posición de la Comisión Europea respecto a los proyectos de presupuest­os que se presentará­n en las próximas semanas en Bruselas. La subida tan drástica de tipos ha cambiado de un día para otro la situación y dificulta cuadrar las cuentas públicas. Nos esperan semanas de incertidum­bre.

A última hora, llega la noticia de que los ministros de Energía de la UE han dado un paso para intervenir los precios de la luz y el gas; han decidido emplazar a la Comisión a presentar propuestas legislativ­as para limitar los beneficios de las eléctricas y el precio del gas y reducir el consumo eléctrico a empresas y particular­es. Habrá que esperar a ver en qué queda todo eso.

Los esfuerzos fiscales de muchos países tensionan sus cuentas públicas

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