Una sátira mordaz de Steven Berkoff
Famoso por interpretar papeles de villanos –un buen ejemplo es su personaje en Octopussy, decimotercera película de la saga de James Bond, donde da vida al general Orlov–, o por la violencia que ejerce en La naranja mecánica, Steven Berkoff es uno de los dramaturgos británicos más destacados y a él le debemos títulos como Los villanos de Shakespeare, Como los griegos o Kvetch. “Luchando por sobrevivir en un mar de escoria, mediocridad y banalidad”, Berkoff siempre ha tratado temas que escuecen desde un humor ácido y con cierta estridencia. Así es también Decadencia, una obra que llegará al Teatro de La Abadía de Madrid el próximo 19 de enero.
Protagonizada por Pedro Casablanc –que también ejerce funciones de director– y Maru Valdivielso, ambos dan vida a cuatro personajes: una pareja de aristócratas que son amantes, Esteban y Sibila; y una esposa despechada (Elena) que contrata al detective con quien comparte cama (Estanis) para investigar a su marido infiel. En una adaptación del poeta Benjamín Prado, este nuevo título que ya ha podido verse en algunas plazas españoles viaja de nuevo a Madrid de la mano de ProduccionesOff/ Vania, de la actriz y productora Mónica Regueiro y del productor Carles Roca en la producción ejecutiva. ¿Por qué sigue siendo un título necesario? “Berkoff lo escribió en los años ochenta del pasado siglo, pero habla de un sistema en decadencia que aún está vigente. Decadencia es una sátira mordaz e incó- moda, que desde el humor habla de conceptos como el honor, el abuso o la humillación”, explica Regueiro, que se suma así a unas palabras con las que Prado define a la obra: “Es una obra cáustica, provocadora, que persigue al público, lo acorrala y a menudo le obliga a reír por no llorar. Sus protagonistas son clasistas y racistas, frívolos y desalmados; son hipócritas, banales y egoístas; actúan como depredadores; no tienen principios ni límites, aunque sí miedo a que los miserables a quienes desprecian se junten y los ataquen; su humor es sarcasmo, su ironía es rabia; son grotescos pero peligrosos y, antes que nada, son infelices, están vacíos aunque no les falte de nada, y ni sus lujos ni su lujuria los llenan: a nadie le amarga un dulce, excepto a ellos”.
Para conseguir que el público sienta ese desprecio que merecen los personajes, pero que a la vez le resulten atractivos, Regueiro ha elegido a Casablanc y Valdivielso, dos pesos pesados de la escena. “Es un texto difícil, muy potente, que necesitaba de actores experimentados, con mucha fuerza, magnéticos”, define Regueiro, que apuesta siempre desde ProduccionesOff/ Vania, la productora que fundó en 2013, por textos de temática social –algunos de los últimos títulos que ha llevado a escena son Principiantes o Un hombre de paso–, que respondan a preguntas que se hace el público. Y éste, ¿cómo está recibiendo la obra? “Es sabio y soberano y su respuesta está siendo estupenda, así que tendremos que seguir haciéndoles caso”, concluye Regueiro.