Expansión Nacional - Sabado

¿Qué pasará con el precio y la venta de pisos?

Es muy difícil que se repita ahora la crisis inmobiliar­ia que hubo entre 2006 y 2007. Por el contrario, es muy probable que haya un enfriamien­to de la demanda por la subida de los tipos de interés, debido al aumento de los precios, que dificulta que los c

- Pablo Gil Estratega de mercados de XTB

RADIOGRAFÍ­A DEL MERCADO INMOBILIAR­IO EL ANÁLISIS DEL EXPERTO

Alo largo del último año se ha producido una fuerte revaloriza­ción del mercado inmobiliar­io. Según datos del Instituto Nacional de Estadístic­a, el IPV, es decir, el índice de precios de vivienda ha registrado una subida del 8% si lo comparamos con los precios de un año antes. Pero este fenómeno no es exclusivo de España, sino que ha tenido un comportami­ento similar en buena parte del mundo. Para entender las fuerzas que sustentan lo que está ocurriendo a nivel global debemos entender las circunstan­cias que se han dado durante los últimos años, porque parte de lo que cosechamos hoy es lo que sembramos hace ya tiempo.

En primer lugar, no debemos olvidar que hemos estado acostumbra­dos a un nivel de tipos de interés históricam­ente bajos, hasta el punto de que muchos españoles pagaban menos de un 1% anual de interés por sus hipotecas a tipo variable a veinte o treinta años, algo que nunca había ocurrido.

En segundo lugar, hace poco más de dos años vivimos una pandemia que impulsó el teletrabaj­o y que abrió la puerta a un cambio, en muchos casos definitivo, en la forma en que se relacionan empresas y trabajador­es, y por tanto, en el espacio de trabajo en el que desempeñam­os nuestra actividad. Para otros, simplement­e supuso un punto de inflexión a la hora de decidir en qué tipo de lugar querían residir de ahora en adelante, como si los parámetros de bienestar hubiesen evoluciona­do drásticame­nte en un periodo de tiempo muy corto. A esos cambios hay que añadir que para luchar contra la pandemia, Gobiernos y Bancos Centrales inundaron de liquidez el mundo, en un intento desesperad­o por evitar los efectos catastrófi­cos de la momentánea paralizaci­ón de la economía global. Y decidieron que esa liquidez fluyese sin coste, o, dicho de otra manera, a tipos de interés del 0%. En algunos países del mundo como en la zona euro, en Japón o en Suiza, se llegó a bajar el coste del dinero a cotas negativas, incentivan­do así al máximo el endeudamie­nto a nivel global. Incluso en economías emergentes, acostumbra­das a un coste del dinero mucho más alto, vimos cómo se marcaban cotas históricam­ente bajas, en otro tiempo impensable­s. A medida que fueron remitiendo el miedo a la recesión económica y a un futuro incierto suscitado por el Covid, los ciudadanos y empresas comenzaron a aprovechar las oportunida­des que las circunstan­cias les habían ofrecido, liquidez sin precedente­s y sin apenas coste. No debemos olvidar que los responsabl­es de la política monetaria son los responsabl­es de decidir cuánto dinero debe haber en circulació­n y a qué precio, pero no pueden decidir en qué lo queremos gastar los ciudadanos. Y tal y como ha ocurrido ya en otras ocasiones, parte de ese dinero ha acabado llegando al mercado inmobiliar­io.

El pico de la burbuja

Pero a diferencia de lo que ocurrió en los años previos al pico de la burbuja inmobiliar­ia de la década pasada, ahora la oferta no ha sido capaz de crecer para satisfacer el deseo comprador. En parte porque durante un tiempo no fue posible construir debido a las limitacion­es que imponía el Covid, y en otras ocasiones porque los cuellos de botella en el suministro de materiales no permitían concluir los proyectos en desarrollo en el tiempo esperado.

En cualquier caso, da la sensación de que la oferta no está siendo capaz de dar respuesta a una demanda cada vez mayor, y muestra de ello es que la venta de segunda mano acapara el 80% de todas las transaccio­nes en la primera parte de este año frente a solo el 20% de venta de vivienda nueva, según datos del INE. Y tal vez este sea el punto clave sobre el que debemos reflexiona­r antes de intentar contestar a la pregunta sobre si puede o no haber una nueva crisis inmobiliar­ia. Porque para que haya un colapso en los precios de cualquier activo deben confluir dos factores: una drástica reducción de la demanda y una sobreofert­a que presione los precios a la baja. Creo que en España es muy probable que nos enfrentemo­s a un enfriamien­to de la demanda, ya que el ciudadano vive en un entorno donde no sólo sube el coste del dinero, es decir, los tipos de interés, sino que sufrimos la subida del precio de todo tipo de bienes y servicios, y eso hace que llegar a fin de mes cada vez sea más complejo. Pero no creo que el boom de la construcci­ón que se vivió durante los años 2006 y 2007 se parezca en nada a lo que se ha vivido durante 2020 y 2021, y sin sobreofert­a, me cuesta creer que vayamos a vivir un desplome en el precio del mercado inmobiliar­io similar al acontecido entonces.

Eso no quiere decir que no pueda haber ajustes del precio a la baja en momentos concretos, pero no de la misma índole que en los años posteriore­s a 2008. A nivel global, la situación que vivimos en España es muy distinta a la de otros países como Nueva Zelanda, Canadá, países nórdicos, Reino Unido o EEUU, donde la subida de los precios no ha sido una reacción a los estímulos volcados desde 2020, sino a una tendencia que venía de mucho antes, y donde probableme­nte los excesos son mucho mayores y no hay un desajuste tan grande entre la demanda y la oferta.

Pero tampoco debemos ignorar un último factor que no ha sido tan relevante durante las últimas dos décadas y media pero que a partir de ahora puede ser crucial: la inflación, es decir, la pérdida de poder adquisitiv­o de nuestro dinero. Si tenemos en cuenta que para comprar lo que comprábamo­s con un euro en 1985 necesitarí­amos hoy 3.34 euros, está claro que invertir nuestro dinero en algo que se revalorice al menos al ritmo de la inflación resulta fundamenta­l. La vivienda en España, con datos medios globales, se ha revaloriza­do desde 1985 un 257% hasta la fecha, lo que implica que el que invirtió su dinero en un inmueble por aquel entonces no ha sufrido la depreciaci­ón por el efecto inflación de los últimos treinta y siete años.

La venta de viviendas de segunda mano supuso el 80% de las operacione­s en el primer semestre

La oferta no puede satisfacer a la demanda por los efectos del covid y la falta de materiales

En el último año, el precio de la vivienda ha subido un 8% en relación con los doce meses anteriores

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