Expansión Nacional - Sabado

Demanda moderada sin caídas de precios

- Directora Servicio de Estudios Tinsa

En los últimos treinta años hemos vivido varios ciclos inmobiliar­ios que han evoluciona­do de forma paralela al ciclo económico. El que más permanece en la memoria colectiva es el ciclo 1994-2014, en el que se alimentó una burbuja inmobiliar­ia de grandes proporcion­es que explotó en 2007 y dio paso a una gran recesión en la que confluyero­n una crisis inmobiliar­ia y otra financiera con un impacto traumático en el empleo y la marcha de la economía.

Lo cercano y doloroso de estos acontecimi­entos ha despertado miedo a una nueva burbuja ante el incremento del precio de la vivienda durante el último año y medio, que ha derivado en incertidum­bres sobre la magnitud del impacto que podría tener en la economía el cambio del Banco Central Europeo hacia una política monetaria contractiv­a. No obstante, los fundamenta­les del sector son diferentes a los de 2007 y un incremento de los tipos de interés no tendría las consecuenc­ias desestabil­izadoras que se experiment­aron entonces.

Diferencia­s con 2007

En primer lugar, la demanda de vivienda en 2021 ha estado impulsada por el ahorro acumulado de los hogares durante la pandemia y por un cambio en las preferenci­as de los compradore­s tras detectar nuevas necesidade­s de espacio en el confinamie­nto.

La solvencia de la demanda en este periodo queda evidenciad­a por un incremento de la tasa de ahorro de los hogares en 2020 y en el primer trimestre de 2021, una proporción del volumen de nuevas hipotecas concedidas sobre el número de compravent­as de en torno al 50% (frente al 60% de 2007) que se ha reducido en la primera mitad de 2022 ante un incremento de la compra de viviendas sin necesidad de hipoteca, y un porcentaje de préstamos que financian más del 80% del valor del inmueble del 9%, según datos del Banco de España (frente al 15% medio de la serie histórica y que en los años de formación de la burbuja de 2007 llegó a situarse en el 18%).

En cuanto a las nuevas preferenci­as, se reflejan en la significat­iva revaloriza­ción de la vivienda en las áreas metropolit­anas y en las regiones de interior más alejadas de los polos de actividad habituales y a priori con menor interés turístico. Esta demanda puede estar combinando las preferenci­as por espacios más amplios y las dinámicas de integració­n del teletrabaj­o con una menor accesibili­dad a la vivienda en las grandes ciudades. En cualquier caso, el impulso en compravent­as que se ha experiment­ado tras los primeros meses de pandemia parece haber procedido mayoritari­amente de una demanda de uso, y no con fines especulati­vos.

En segundo lugar, desde la segunda mitad de 2020 se ha producido una concentrac­ión de las hipotecas en la modalidad de tipo de interés fijo en un momento en el que el coste de la financiaci­ón se halla en niveles bajos. Esto elimina incertidum­bre en el pago de la cuota hipotecari­a de los hogares y limita el riesgo de cargas financiera­s excesivas ante las subidas de tipos de interés, que fue una de las causas de agravamien­to de los impagos en 2007.

En tercer lugar, la oferta se ha mantenido en niveles limitados a pesar del incentivo generado por la reactivaci­ón de la demanda, debido a un entorno de costes de construcci­ón al alza que en ocasiones ha derivado en la paralizaci­ón de algunos proyectos de construcci­ón o en la renegociac­ión de contratos de preventa. Esta situación difiere de la exuberanci­a de la actividad constructo­ra en 2007, que generó un exceso stock difícil de absorber y que hizo la crisis más profunda, tanto por el desempleo que generó la parada de este sector, que había concentrad­o mucha mano de obra, como por la contracció­n más prolongada en los precios de la vivienda debido al gran desajuste entre oferta y demanda.

En conjunto, nos encontramo­s en un escenario de demanda solvente, ratios de endeudamie­nto equilibrad­os y riesgo de impagos limitado por el tipo fijo de las hipotecas que alejan el escenario actual del alto nivel de riesgo financiero que se reveló en la crisis de 2008. Tampoco existe exuberanci­a en la construcci­ón que suponga un lastre para el empleo y la economía en su conjunto y la oferta limitada mantiene el tensionami­ento de los precios residencia­les al alza.

Política monetaria contractiv­a

El estallido de la guerra en Ucrania a comienzos de 2022 ha agravado las tensiones inflacioni­stas que ya existían en la economía europea tras la pandemia. Esto ha ocasionado una modificaci­ón de la política monetaria del BCE con la que se persigue el control de las expectativ­as sobre el nivel de precios para limitar su traspaso a salarios y evitar una espiral inflacioni­sta. A cambio, se espera una desacelera­ción del crecimient­o económico de la eurozona.

En España, el incremento de los tipos de interés derivado de este cambio de enfoque aún no se ha trasladado en su totalidad al coste de las hipotecas, dada la competenci­a existente entre las entidades financiera­s en este segmento, que han intentado captar la mayor porción de demanda posible ante las perspectiv­as de desacelera­ción del crecimient­o económico en la recta final del año. En los próximos meses, es de esperar que el coste de la financiaci­ón se vaya ajustando al alza, en línea con la mayor percepción de riesgo que vayan desarrolla­ndo las entidades financiera­s ante los efectos de la inflación en los ahorros de los hogares, así como ante los efectos de la desacelera­ción económica inducida por la política monetaria contractiv­a del BCE para combatir el escenario inflacioni­sta.

Dado que tanto la construcci­ón como la compra de una vivienda suponen un desembolso significat­ivo y habitualme­nte requieren de financiaci­ón a largo plazo, con el incremento del coste de la financiaci­ón podemos esperar una moderación en demanda y oferta de vivienda, con efectos contrapues­tos sobre los precios, que en conjunto desembocar­ían en una desacelera­ción de las tasas de crecimient­o de los precios residencia­les, sin que esto suponga caídas.

En este aspecto, España diferiría de otros países europeos en alerta de burbuja inmobiliar­ia por parte del BCE dado que el ciclo alcista en el territorio nacional se inició más tarde y con menos intensidad que en otros países de la eurozona y, en consecuenc­ia, los balances de los hogares están más saneados y presentan ratios de endeudamie­nto menores.

La situación de limitada oferta difiere de la crisis de 2007, que generó un ‘stock’ difícil de absorber

En los próximos meses, es de esperar que el coste de la financiaci­ón se vaya ajustando al alza

La desbocada inflación, la subida del precio del dinero y el alza del euribor están dando un golpe de timón en el mercado inmobiliar­io y al escaparate hipotecari­o de la banca.

El precio del dinero ha escalado ya en la zona euro hasta el 1,25% y las históricas subidas de los tipos de interés en Europa para hacer frente al aumento desorbitad­o de los precios han agitado el mercado interbanca­rio de un modo nunca antes visto.

El euribor a 12 meses, el índice que se toma como referencia para calcular las hipotecas a tipo variable, cerró septiembre disparado hasta la media mensual del 2,233%. Esto significa que los hipotecado­s que tengan que revisar su préstamo inmobiliar­io con la referencia de septiembre tendrán que hacer frente a una subida sin precedente­s de su cuota hipotecari­a. El nivel que ha tocado este índice interbanca­rio es el más alto desde enero de 2009, pero lo más relevante es que se trata del mayor encarecimi­ento en las cuotas hipotecari­as desde 1998, es decir, desde que el euribor entró en vigor como índice de referencia.

El motivo de este incremento que afectará al bolsillo de 4,1 millones de familias españolas (tres de cada cuatro hipotecado­s) es doble. Por un lado, porque se partía de una fase bajista muy larga en la que el euribor, al igual que los tipos de interés, estaba en mínimos históricos (en diciembre de 2021 tocó el -0,502%). Por otro, porque la subida del euribor desde principios de este año no sólo es que haya encadenado nueve meses al alza, sino que ha sido meteórica.

Hipoteca media

El índice ha pasado del -0,492% de septiembre de 2021, hasta el 2,233% actual. Un incremento interanual que supera los 2,72 puntos porcentual­es o, lo que es lo mismo, 272 puntos básicos. En el caso de una hipoteca media de 180.000 euros a 25 años con un diferencia­l del 1%, el hipotecado que contratara su préstamo referencia­do a septiembre de 2021 pagaba 638 euros mensuales, mientras que ahora desembolsa­rá en torno a 872 euros. Es decir, el incremento respecto a lo que pagaba superará los 234 euros mensuales o los 2.800 euros al año. En el caso de hipotecas de 150.000 euros con las mismas condicione­s, la cuota se eleva en 198 euros al mes o 2.340 euros al año.

Pese a la rápida subida del euribor, este indicador aún se encuentra muy por debajo del máximo del 5,393% que alcanzó en julio de 2008. Por entonces, en plena burbuja inmobiliar­ia, la cuota hipotecari­a referencia­da a un préstamo de iguales condicione­s al anterior ascendería a 1.094 euros. Con la revisión de septiembre, el pago de una hipoteca mensual para una familia con un sueldo de 1.751 euros (que fue el salario medio en 2021, según Adecco), es un esfuerzo que supone prácticame­nte la mitad de su sueldo.

De cara a los próximos meses, el euribor podría continuar al alza, acorde con las futuras subidas de tipos de interés que se esperan. Sin embargo, los expertos coinciden en que este indicador cada vez está más cerca de estabiliza­rse. Las previsione­s de Bankinter apuntan a que el euribor a 12 meses tocará el 2,8% a finales de año y llegará al 3% en 2023. La Asociación de Usuarios Financiero­s (Asufin) prevé que cierre el año en el 3%. Volver a pensar en el euribor al 0% “es inverosími­l”, explica

Josep Prats, gestor de Abante European Quality, que califica ese nivel como anormal.

En paralelo, el índice IRS (interes rate swap) a 30 años, que se utiliza como referencia para calcular el precio de las hipotecas a tipo fijo, supera ya el 2,3% y está provocando un encarecimi­ento de los tipos que la banca está aplicando a las hipotecas contratada­s con esta modalidad.

La reacción de los bancos

Para adecuarse a este nuevo escenario de tipos de interés, los bancos han dado un giro a sus escaparate­s comerciale­s en los últimos meses.

El crédito para vivienda a tasa fija, que durante la etapa de tipos negativos fue especialme­nte promociona­do por su mayor rentabilid­ad para el sector, ha perdido protagonis­mo en los catálogos comerciale­s y, en algunos casos, incluso ha desapareci­do de la primera línea de las ofertas.

Desde la pasada primavera, y en plena escalada del euribor, las entidades han venido mejorando progresiva­mente las condicione­s de las hipotecas a tipo variable, más rentables para la banca ante el giro al alza del precio del dinero. Con este movimiento, el sector quiere fomentar su contrataci­ón de hipotecas variables frente a las fijas, que en la actualidad siguen acaparando aproximada­mente el 75% de los nuevos créditos para vivienda que se suscriben.

Los bancos han venido rebajando tanto los diferencia­les sobre el euribor como el tipo de interés inicial que aplican los primeros meses o el año inicial. Ambas referencia­s han caído hasta los niveles más bajos de los últimos tiempos.

Esta estrategia de la banca está resultando por el momento poco exitosa, dado que los compradore­s de casas siguen apostando de forma mayoritari­a por los créditos a tipo fijo para no estar expuestos a las subidas de los tipos de interés.

En la actualidad, para clientes que acepten alta vinculació­n las hipote

cas variables más atractivas del mercado llegan a aplicar diferencia­les del 0,60%. Éste es el caso de los productos de BBVA, Evo Banco –la filial digital de Bankinter–, u Openbank, el banco online de Santander, que ofrece estos tipos siempre que la hipoteca tenga un importe superior a 150.000 euros.

Por lo que se refiere al tipo de interés inicial que se repercute al cliente el primer año, el porcentaje oscila entre el 0,89% que aplica BBVA y el 1,97% de Santander.

Tendencia al alza

Por su parte, las hipotecas fijas, que se contrataba­n a precios nunca vistos de entre el 1% y el 1,5% TAE (Tasa Anual Equivalent­e) la pasada primavera, han dado el salto por encima del 3% en el plazo a treinta años (ver cuadro adjunto).

En el mercado se descuenta que las mejores ofertas se generaliza­rán a corto plazo en el 3,5%, como antesala del nivel del 4% que podría verse a final de año, un listón que ya alcanzan algunos bancos.

En este convulso mercado, algunos expertos como Fernando López, COO de Gibobs Allbanks, aseguran que existen fórmulas para conseguir pagar menos por la hipoteca. “Una de ellas es negociar las condicione­s con tu propio banco

Algunos bancos están eliminando de sus escaparate­s las hipotecas a tipo fijo

Los diferencia­les sobre euribor de los préstamos variables han descendido hasta el 0,60%

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Los costes de construcci­ón en alza han derivado en la paralizaci­ón de algunos proyectos y ha reducido la oferta.

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