“Las cuentas mandan, pero deben estar al servicio de una visión”
JUAN JIMÉNEZ Gerente del Teatro de La Abadía.
Juan Jiménez lo tiene claro: “Las cuentas mandan”. Aun así, y como gerente de una institución cultural, sabe de la importancia del hecho artístico y no está dispuesto a renunciar a él. Jiménez se puso el pasado día 1 de octubre al frente de la gerencia del Teatro de La Abadía (Madrid) y del Corral de Comedias de Alcalá de Henares, una responsabilidad que asume tras más de quince años de experiencia en diferentes espacios artísticos en Madrid –ha desarrollado tareas de dirección, gerencia y dirección de diferentes teatros, entre ellos, del Teatro Quique San Francisco (antiguo Teatro Galileo)–. “Dichas cuentas tienen que estar al servicio de un modelo de gestión y están al servicio de una misión y una visión. Cuando se trata de cultura, hay que tener en cuenta la excepcional naturaleza de los contenidos y su recepción. Y si además hablamos de artes escénicas, lo que está en juego son procesos de producción extremadamente delicados, en los que intervienen personas, ideas, sentimientos y expresiones que concurren en un acto de comunicación en vivo y fuera de lo cotidiano”, explica Jiménez.
Con la incorporación a principios de año del escritor y dramaturgo Juan Mayorga, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2022, como director artístico de La Abadía, dicha fundación inició un cambio de rumbo que ahora pretende consolidar con la llegada de Jiménez. ¿Cuáles son sus objetivos? “La Abadía tiene como fines promover las artes escénicas, entre otras manifestaciones artísticas, a través de la formación, la investigación, la producción y la exhibición y trabajaré para cumplir con este propósito”, asegura Jiménez, que cree que como gerente una de sus atenciones principales son los trabajadores de la institución. “Creo que el liderazgo siempre requiere un equilibrio y una atención especial a todo lo que ocurre a tu alrededor. En las artes en vivo concurren una serie de circunstancias que lo diferencian de otras actividades, tanto en horarios y situaciones laborales, como en los factores artísticos y humanos que se ponen en marcha cada vez que hay que llevar a la realidad una idea creativa. Además, en el sector cultural hay una búsqueda exigente e incesante de sentido que no se satisface con las reglas que rigen habitualmente las organizaciones”, reconoce Jiménez.
Pero su atención no le resta exigencia. “Creo firmemente en la responsabilidad. Mi modelo de estructuración cuenta en su forma de configurarse con las personas concretas y con la historia cultural de la organización. Pero una vez que está construido, ha de haber una visión compartida, un respeto por la estructura organizativa y por los compañeros, así como un compromiso global para alcanzar las metas”, señala el gerente de una institución que se fundó en 1992. Y es precisamente a la historia a lo que Jiménez tendrá que prestar atención. “Reivindico el valor del espacio concreto, su arquitectura, su materialidad, sus condiciones de exhibición; el de las personas que intervienen y el de su contexto. La Abadía desarrolla su actividad en dos lugares muy distintos. Por una parte, el Teatro de la Abadía, con dos espacios muy diferentes entre sí: la Sala San Juan de la Cruz, antigua iglesia de la Sagrada Familia con su característica bóveda poliédrica de 25 metros de altura, y la Sala José Luis Alonso, ambas situadas en pleno centro de la ciudad y donde se respira tranquilidad y vitalidad, sosiego y creación, pensamiento y emoción, tradición e innovación. Y, por otra parte, en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares, un espacio abierto en 1602 y que es testigo único en Europa de cuatro siglos de actividad prácticamente ininterrumpida”, concluye Jiménez .