Sánchez predica la fiscalidad populista

En su discurso de entronización como nuevo líder de la Internacional Socialista, Pedro Sánchez hizo una encendida defensa de la fiscalidad populista puesta en marcha por su Gobierno como respuesta a las consecuencias de la crisis energética e inflacionaria. Un modelo fiscal que buscará extender a otros países con un doble objetivo. De un lado, revitalizar las opciones electorales de las partidos integrados en esta alianza política, ya que, por ejemplo, en Europa sólo cuatro formaciones socialdemócratas ostentan el poder en sus respectivos países: España, Portugal, Finlandia y Malta (ni los socialdemócratas daneses ni los alemanes forman parte de la Internacional Socialista). Por otro, evitar los efectos perjudiciales sobre la competitividad de la economía española de la fuerte subida de la presión fiscal derivada de imponer a la banca, las energéticas y las grandes fortunas la financiación de las ayudas públicas frente a la escalada de precios. Sánchez utilizó las recomendaciones de organismos como el FMI, el Banco Mundial y la OCDE para justificar la imposición de tasas extraordinarias para terminar con los “beneficios obscenos” de algunas empresas, obviando sin embargo que su Ejecutivo se ha desviado de la línea marcada por la Comisión Europea. En esencia, gravar sólo los beneficios extraordinarios y no los ingresos de las compañías, como hacen las tasas aprobadas anteayer por el Congreso de los Diputados gracias al aval de los separatistas catalanes y vascos. Precisamente, sus pactos con quienes han atacado la integridad territorial de España son el talón de Aquiles de la promoción como líder global de Sánchez.