Europa, entre el fuego de EEUU y China
La guerra en Ucrania ha obligado a la UE a redefinir su política internacional, en medio de un escenario cada vez más polarizado, con las dos mayores economías del mundo liderando los dos grandes bloques geopolíticos.
El primer error de la Unión Europea fue no creer que Rusia fuera capaz de invadir Ucrania. El segundo, pensar que el pueblo ucraniano no se defendería y la guerra se resolvería en cuestión de días. Estos son los argumentos de los que parte Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Política Exterior y de Seguridad, para poner sobre la mesa una revisión de la estrategia comunitaria en el ámbito geopolítico.
Hace dos meses, en su discurso ante la conferencia anual de embajadores de la UE, Borrell planteó una pregunta: “¿Qué pasaría mañana si EEUU, con un nuevo presidente, decidiera no ser tan amigo de los europeos?” Algunos le acusaron de alarmista. Hasta que hace unas semanas Donald Trump vino a confirmar que si dentro de dos años acaba en la Casa Blanca, Europa se puede ir olvidando de las exportaciones de gas estadounidense. Y lo mismo en el ámbito de la defensa.
La guerra de Ucrania ha redibujado el tablero geopolítico internacional, obligando a la UE a redefinir el papel que quiere jugar en el futuro.
“Los europeos solo importaremos en política internacional si actuamos con una sola voz. Hace ya un cierto tiempo un político danés dijo que había dos tipos de países europeos: lo pequeños y los que todavía no se habían dado cuenta de que eran pequeños. En un mundo de gigantes, donde Shanghai tiene ya prácticamente la misma población que el Benelux o el triple que Portugal, es vital poder construir una política exterior y de seguridad común”, tal y como explica Manuel Muñiz, decano de IE School of Global and Public Affairs (IE University).
En su opinión, “si Europa quiere aumentar aún más su peso debe construir una relación transatlántica sólida, y coordinarse en múltiples dosieres con Estados Unidos. Compartimos con intereses fundamentales y debemos ser capaces de proyectarlos de manera conjunta, ya sea en Ucrania, el cuerno de África o el Indo-Pacífico”.
Para Borrell, el cambio empieza por reconocer que la UE no puede seguir dependiendo de la mano barata de China, la energía de Rusia y el ejército de EEUU. Inevitable o no, la tendencia es que el mundo se dirige hacia una política de bloques. El FMI ha alertado de que esta deriva tiene un coste: el 1,5% del PIB mundial. Y serán los países más pobres quienes se lleven la peor parte.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el de
China, Xi Jinping, protagonizaron hace un mes en la reunión del G20 un encuentro histórico para rebajar tensiones. Según EEUU, el gigante asiático es la mayor amenaza para el país en términos de seguridad. Rusia ha dejado de ser el centro de atención. A pesar de la guerra en Ucrania.
Las sanciones internacionales, “sumadas al éxodo de empresas de Rusia, constituyen un desmantelamiento de la interdependencia económica construida entre Rusia y Occidente
desde el final de la Guerra Fría”. Por eso, Muñiz considera que “aunque la guerra terminara mañana, sería muy improbable que volviésemos a ver niveles de integración económica como los anteriores en los próximos años”.
Pero los estadistas no anticipan ni un fin cercano del conflicto ni una resolución fácil que favorezca una reconciliación en el futuro. “Estamos ante el inicio de una nueva era en las relaciones con Rusia. Una etapa mucho más contenciosa, de distanciamiento económico y de colisión en lo político. Todo ello con una Rusia en declive demográfico y económico, desconectada de sus principales mercados y con serios problemas de innovación producidos por la pérdida de talento internacional (y nacional) y por el abandono de las grandes empresas occidentales”, explica el experto de IE University.
Por eso, “Rusia intentará acercarse más a China, pero lo hará como socio menor de la relación, más frágil y con debilidades estratégicas. Ese equilibrio con China nunca ha sido fácil para Rusia y no lo será en esta ocasión”, remata Muñiz.
Así, el tablero queda con dos bandos y dos líderes. Por un lado, los miembros de la OTAN y sus aliados, encabezados por Estados Unidos, y China y su zona de influencia por el otro. En medio, la UE, que lejos de servir de puente de entendimiento, se ha visto sometida a una prueba de fuego, con Rusia aumentando la presión sobre el peso que es capaz de resistir la arquitectura comunitaria.
las materias primas y el crecimiento sólido contribuyeron a compensar los efectos de las condiciones globales de financiamiento más restrictivas, ya que los inversores se vieron atraídos por una región que cuenta con grandes exportadores de materias primas, en un contexto de necesidades de alimentos y energía a escala mundial. Pero las tasas de interés más elevadas están presionando a la baja los precios de las materias primas a medida que la economía mundial se desacelera, reduciendo así su efecto amortiguador. La desaceleración económica también podría reducir las exportaciones, las remesas y el turismo en la región”, aseguran Santiago Acosta-Ormaechea, Gustavo Adler, Ilan Goldfajn y Anna Ivanova en un reciente análisis publicado en el blog del FMI sobre la economía del Hemisferio Occidental.
Esta incertidumbre económica se suma a una oleada de cambios políticos que ha experimentado la región en los últimos meses. En Chile, Colombia y Brasil, los gobiernos conservadores que ostentaban el poder durante la pandemia han sido castigados y los ciudadanos han elegido Ejecutivos de izquierdas que se han comprometido a elevar impuestos para disminuir la igualdad y combatir los efectos negativos que el cambio climático ya está teniendo en la región.
Sus propuestas, sin embargo, han provocado dudas y temores entre los empresarios lo que podría tener consecuencias negativas para la inversión.