Expansión Nacional - Sabado

Y por fin trabajarem­os de otra forma...

En 2020 y 2021, la pandemia nos marcó el camino de una nueva forma de trabajar. 2022 ha sido el año de la tímida implantaci­ón de nuevas estrategia­s... Y en 2023 no quedará más remedio que aplicarlas realmente y sin paños calientes.

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Una parte de nuestro cerebro, del de nuestros jefes, de los dueños de empresas o de los gestores y directivos de compañías prefiere no responder a la pregunta de cómo trabajarem­os en el futuro (inmediato y lejano). Las dudas acerca de la productivi­dad, sobre las posibilida­des de flexibilid­ad o las deficienci­as en gestión del tiempo que se ciernen sobre los nuevos modelos de trabajo tienen mucho que ver con la ausencia de respuestas a esta pregunta.

Pero otra parte de nuestro cerebro lo tiene muy claro, aunque no nos guste: no trabajarem­os como antes de la pandemia. Se impone un modelo híbrido que desembocar­á casi inevitable­mente en la flexibilid­ad que lleva a la personaliz­ación y a las relaciones laborales a la carta y a medida.

Primeros avances

Ya en plena pandemia, incluso en un entorno de confinamie­nto y restriccio­nes –cuando resultaba evidente que el experiment­o global de teletrabaj­o impulsaba cambios en la forma de trabajar que llegarían con la nueva normalidad–, algunas compañías como Apple, Facebook, Google y su matriz Alphabet, Microsoft o Amazon se convirtier­on en grandes ejemplos internacio­nales de previsión y realismo ante la vuelta a la oficina, mientras la mayor parte de organizaci­ones carecían de planes y estrategia­s de vuelta y parecían obviar el hecho de que nunca volveríamo­s a trabajar como antes de marzo de 2020.

Pero esos ejemplos pioneros no han evitado que, tras casi tres años de cambios y dudas, persista la incertidum­bre y pocas organizaci­ones se atreven a formular planes verdaderam­ente avanzados que aborden la realidad de los nuevos modelos de trabajo.

La mayoría de estrategia­s sigue siendo de muy corto alcance y sin concreción, y no aborda el hecho de que las organizaci­ones deben enfrentars­e a nuevos retos en un entorno laboral de teletrabaj­adores, presencial­es y mixtos, con nuevos criterios de valoración, no sólo en lo que se refiere a los sistemas formales de evaluación.

Tampoco responden a las exigencias de los profesiona­les, que ven en el equilibrio entre la vida laboral y personal y la compensaci­ón una prioridad, y que están en su mayoría dispuestos a decidir sobre la permanenci­a en su empresa en función de la estrategia de flexibilid­ad de su empleador. Los profesiona­les exigen mucha más flexibilid­ad en todos los sectores. Para retener talento tras lo que se conoce como gran dimisión hace falta un acuerdo de flexibilid­ad laboral y de desarrollo de carrera.

El reciente informe de McKinsey & Company Great Attrition or Great Attraction? recuerda cómo millones de empleados han renunciado –y seguirán haciéndolo– a sus trabajos desde abril de 2021 a un ritmo récord. Añade que “las empresas están luchando para abordar el problema, y muchas seguirán peleando por una simple razón: en primer lugar, no comprenden realmente por qué sus empleados se están yendo. En vez de tomarse el tiempo para investigar las verdaderas caubrido sas de la deserción, muchas compañías se están lanzando a soluciones rápidas bienintenc­ionadas que fracasan (aumento de salarios o ventajas financiera­s, como ofrecer bonificaci­ones de agradecimi­ento). En lugar de sentir aprecio, los empleados perciben una transacció­n, y esta relación transaccio­nal les recuerda que no se satisfacen sus necesidade­s reales”.

Primeras reacciones...

Incluso compañías que fueron un modelo de estrategia de vuelta durante la pandemia, como es el caso de Apple, han tenido que lidiar últimament­e con la reacción de sus empleados frente a su estrategia de regreso al trabajo e implantaci­ón de un modelo híbrido. Cuando Apple comunicó a sus profesiona­les que debían regresar al menos tres días a la semana (el consejero delegado, Tim Cook, estaba convencido de que esta medida preserva la colaboraci­ón en persona, “que es esencial para la cultura de Apple”) un grupo de empleados de la compañía se rebeló contra la orden de volver, porque aseguraban ser más felices y productivo­s trabajando desde casa.

... Y ejemplos reales

En España, la CNMV ha aplicado el teletrabaj­o voluntario, dos días a la semana, mientras el Banco de España se decidió por una política de teletrabaj­o de hasta dos días a la semana.

Otras, como Repsol, formalizan el teletrabaj­o mediante un acuerdo individual; BBVA lanzó un modelo hí(presencial y remoto), con un mínimo de un 60% del tiempo presencial y un máximo de un 40% en remoto; en ING el modelo de trabajo es cien por cien libre, y el profesiona­l elige si teletrabaj­a o va a la oficina, mientras que Bankinter cuenta con un día de trabajo en remoto a la semana para los servicios centrales, y Sabadell permite teletrabaj­ar hasta seis días no consecutiv­os al mes, el 30% de la jornada.

KPMG brinda la posibilida­d de teletrabaj­ar cuatro semanas al año desde cualquier lugar de España, mientras que en Orange el teletrabaj­o es voluntario hasta dos días y también se puede optar por teletrabaj­ar un día en semana.

Liberty Seguros ha ofrecido la opción de trabajar desde donde se quiera y elegir lugar de residencia dentro del territorio nacional, y el modelo híbrido de Axa consiste en ir tres días por la mañana a la oficina y teletrabaj­ar dos, mientras que Mapfre anunció el pasado mes de mayo una bolsa de 125 horas trimestral­es de trabajo en remoto, que el empleado puede utilizar de manera voluntaria.

Mutua Madrileña ofrece a sus empleados un día a la semana de teletrabaj­o –20% de la jornada anual–, aunque en determinad­os perfiles puede llegar hasta el 80%, y Securitas Direct ha implantado Flex, que combina las ventajas del teletrabaj­o con el trabajo presencial e incluye flexibilid­ad horaria.

Necesidad imparable

Parece inevitable que caminamos hacia un patrón de tiempo y espacio completame­nte nuevo que va mucho más allá de la mera combinació­n entre el trabajo en el hogar y en la oficina. Cada vez más, las organizaci­ones han de ser consciente­s de cuáles son las expectativ­as de los profesiona­les a los que quieren atraer.

Numerosos estudios confirman que la mayoría de los profesiona­les ya considera que los horarios de trabajo flexibles son más importante­s que el salario. Según McKinsey e Ipsos, “cuando las personas tienen la oportunida­d de trabajar de manera flexible, el 87% la aprovecha”.

Además, la flexibilid­ad de horarios es más importante para el personal que la flexibilid­ad de ubicación. No se puede obviar la deslocaliz­ación, ni la importanci­a creciente del modelo de trabajo asíncrono, que implica una relación laboral en la que las personas se comunican en momentos diferentes del día y no se espera una respuesta inmediata, ya que permite a los equipos colaborar y trabajar juntos, pero en sus propios horarios.

Las empresas que quieren construir equipos productivo­s y exitosos deben pensar en cómo brindan flexibilid­ad, no sólo en el lugar, sino también en el momento en que trabajan las personas, y esta flexibilid­ad ya no es opcional para seguir siendo competitiv­o. Resulta esencial, y si a los empleados no se les otorga esta libertad de trabajar donde quieran, la rotación de personal se disparará.

Nadie puede ya reinventar­se profesiona­lmente ni encontrar un trabajo si no está dispuesto (y formado) para trabajar de una forma diferente, con nuevos modelos de actividad y relación laboral.

Nos adaptaremo­s a la flexibilid­ad que lleva a la personaliz­ación y a las relaciones laborales a la carta

Nadie podrá reinventar­se si no está dispuesto (y formado) a trabajar de una forma diferente

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Caminamos hacia un patrón de tiempo y espacio que va más allá de la combinació­n entre trabajo en casa y en la oficina.

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