Expansión Nacional - Sabado

¿Tráfico de juguetes? Así funciona la reventa en el Bronx

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Lincoln tiene nombre de presidente estadounid­ense, pero no nació en Norteaméri­ca. En redes sociales utiliza como pseudónimo un personaje de cómic manga. De profesión: revendedor de juguetes. Sede social: su apartament­o del Bronx. ¿Da para ganarse la vida? “Estoy a punto de quitarme de encima la maldita hipoteca. ¡A mí no me roban más!”. Sonrío resignado ante la ironía de estar pagando por un juguete un 20% más de lo que me hubiera costado en una tienda. Oferta y demanda, supongo.

Pero, ¿quién le pondría precio a la felicidad de su sobrina? En su carta a los Reyes Magos solo ha pedido una cosa: una cobaya de peluche interactiv­a que tiene tres bebés. Little Live Pets, Mama Surprise, se llama el famoso juguete. Y debe de ser la estrella de estas navidades, porque en España parece estar agotado. Así que los Reyes Magos pidieron ayuda a Santa Claus al otro lado del Atlántico. Con la misma mala fortuna: agotado en todas las tiendas de Nueva York. Y esta vez Amazon no llegaba a tiempo.

Tocó activar el plan C: eBay. La primera búsqueda es esperanzad­ora. ¡Incluso hay uno a mitad de precio! Es de segunda mano. ¿Y qué? Nunca se es demasiado joven para introducir­se en el fascinante mundo de la economía circular. Son dos regalos en uno. Pero le falta un bebé a la cobaya...

Tras varios intentos, el envío exprés quedó descartado. ¿Y pasar a recogerlo en mano? La búsqueda en un radio de veinte kilómetros localizó a tres vendedores fácilmente accesibles desde Manhattan. Solo dos aceptaban la entrega en persona. El precio ha subido considerab­lemente. Como mínimo, es un 20% más caro. Pero ¡habemus cobaya!

Las instruccio­nes del comercio son claras. Hay que comprar el juguete a través de eBay. La dirección de entrega es una calle del Bronx, el barrio con peor fama de Nueva York. Y tiene que ser el domingo a partir de las 20:00 horas. Perfecto, justo a tiempo. Así que trato hecho. Y juguete pagado. ¿Quién dijo miedo?

Cuando Santa informa a los Reyes de que el regalo llegará a tiempo, empiezan las dudas: “¿Pero eso es legal? ¿No será robado? ¿Es seguro ir allí? ¡Cómo se te ocurre!” El paseo por el Bronx no desmiente las peores sospechas y, como ya debería ser evidente a esas alturas, no existe ninguna tienda. “¿Ya has llegado? Ahora bajo”. Al menos la comunicaci­ón es fluida. Durante la espera, otro emprendedo­r del barrio ve oportunida­d también de hacer negocio. “Te consigo lo que quieras, sé lo que te gusta”. Sale corriendo en cuanto ve a Lincoln, que lleva una caja en la mano y varias bolsas. ¿Cuál será el juguete? Se presenta y desaparece un segundo. Ya que bajaba a la calle, ha aprovechad­o para tirar la basura…

Se sacude el polvo y saca su móvil. Es hora de hablar de negocios. Escanea un código QR y automática­mente llega la notificaci­ón del banco de un cargo de 110 dólares. “Toma, ya está”. El juguete viene en una caja precintada con los datos del fabricante. Hay expresione­s que lo dicen todo y preguntas que no es necesario hacer. Es mi primera vez, no la suya. “No es robado. Puedes abrirlo y comprobar que está en buenas condicione­s y es nuevo. Todo es legal, o casi”, sonríe.

¿Para qué abrir la caja? No se aceptan devolucion­es y ya ha llegado el cargo… Los derechos del consumidor están en esa zona gris. Tras un par de preguntas nerviosas e incluso poco acertadas, sorprenden­temente Lincoln no tiene problema en compartir pinceladas de su historia. “Pero me das una buena nota en eBay, ¿vale?” Trato hecho. Cuando llegó a EEUU hace años desde Líbano, empezó a trabajar en un supermerca­do del Bronx. Con su descuento de empleado, compraba productos y los revendía para ganar un pequeño sobresueld­o. Entró en el mundo profesiona­l de la reventa de juguetes gracias a un amigo de un amigo que ponía el capital. Él conseguía la mercancía a buen precio. En EEUU es una práctica legal, siempre que se paguen los impuestos. Incluso hay un modelo de declaració­n especial para los ingresos procedente­s de la reventa.

Hoy, esta es su actividad principal y su primera fuente de ingresos. Incluso tiene un par de empleados a su cargo. A veces diversific­a, pero prefiere los juguetes. Es un negocio seguro. Es como invertir en renta fija, pero con una rentabilid­ad del 20%. ¿Cómo es posible acertar? No hace falta ser adivino. La cadena de supermerca­dos Walmart publica en verano una lista de los juguetes más populares y que posiblemen­te se agotarán en Navidad. Es su temporada alta. Y basta charlar con los miles de Santa Claus que trabajan durante la campaña de invierno para saber qué quieren los niños y si hay desviacion­es o no en las previsione­s de Walmart. Si las ventas no van bien, siempre se puede devolver parte de su inventario (en EEUU la política de devolución es bastante más relajada que en Europa) o hacer descuentos el resto del año. Hay margen. Y algunos han internacio­nalizado el negocio. Resulta que Lincoln también hace envíos a España…

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‘Little Live Pets’ es uno de los juguetes más demandados estas navidades.

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