La mente tras el imperio del entretenimiento
“Es ridículo. No puedes volver a casa otra vez. Ya me he ido”, afirmó Bob Iger cuando en enero de 2022 se le preguntó sobre una segunda etapa al frente de
Disney. Haber recordado que llegó a recibir el asesoramiento del presidente Barack Obama a la hora de planificar su retiro habría dotado de más contundencia sus palabras. Pero la realidad fue que diez meses después de estas declaraciones, el directivo de 71 años asumió de nuevo el puesto de CEO en el gigante del entretenimiento en detrimento de Bob Chapek, alguien a quien el propio Iger había elegido como su sucesor pero que apenas se mantuvo 11 meses como máximo ejecutivo del grupo. El mercado celebró sin reservas el regreso de quien ya dirigió Disney entre 2005 y 2020, pues las acciones del grupo subieron más de un 6%. En esos 15 años, Iger impulsó una ambiciosa política de compras que permitió a Disney hacerse entre 2006 y 2012 con Pixar, Lucasfilm -productora de Star Wars- y Marvel por un total de 15.690 millones de dólares.
Luego llegó la adquisición de 21st Century Fox por 71.300 millones de dólares y la puesta en marcha de la plataforma de ‘streaming’ de la compañía, Disney+. Esto, junto a la buena evolución de los parques temáticos, hizo que el mandato de Iger fuera todo un éxito en términos de capitalización. Cuando tomó las riendas de Disney, su valor rondaba los 50.000 millones de dólares. Al ceder su puesto, éste alcanzaba los 250.000 millones. No obstante, su vuelta levanta dudas sobre la capacidad del grupo para encontrar al sucesor idóneo. Varios analistas en EEUU recordaron con su regreso que Iger se vio obligado a retrasar su marcha en tres ocasiones por la insistencia del consejo de administración y dan por descartado que permanecerá en el cargo al menos cinco años, pese a que se ha afirmado que serán sólo dos. Dure lo que dure este segundo ciclo, Iger se enfrenta a la tarea de buscar un sucesor y reconducir las cuentas de Disney+, que en el tercer trimestre de 2022 perdió 1.500 millones de dólares.