Expansión Nacional - Sabado

Así funcionan los ‘despidos quirúrgico­s’ de Wall Street

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En los mentideros de Wall Street se rumorea que existe un manual para directivos que no saben lidiar con sus empleados y evitar que les lluevan demandas. ¿Alguien se acuerda de Vishal Garg? Una pista. Fue el CEO de una compañía que ya nadie recuerda, pero que se hizo famoso por su falta de tacto durante la pandemia al despedir a 900 empleados en una videollama­da colectiva por Zoom: “Si estás aquí es que estás entre los desafortun­ados que van a ser despedidos; tu trabajo finaliza con carácter inmediato”. Para rematar la jugada, añadió que un tercio de los despedidos eran unos vagos que “robaban a los clientes y a la compañía”, porque fichaban por ocho horas pero trabajaban dos. ¿Quién dijo que en el teletrabaj­o todo son ventajas?

El ejecutivo se hizo mundialmen­te famoso. La polémica fue tal que Garg tuvo que disculpars­e públicamen­te. Pero ni aun así logró calmar las aguas y se vio obligado a dejar temporalme­nte la firma. Cuando el ciberespac­io se olvidó de él, volvió. Ahora, cuentan que una exempleada resentida le ha denunciado por una supuesta estafa a los clientes. Pero eso es otra historia… Centrémono­s en los despidos sin alma de Garg y en encontrar alguna diferencia con el estilo de gestión de Elon Musk.

“En el futuro, para construir un Twitter 2.0 rompedor y tener éxito en un mundo cada vez más competitiv­o, tendremos que ser extremadam­ente duros. Esto significar­á trabajar muchas horas a gran intensidad. Solo un rendimient­o excepciona­l constituir­á un aprobado. Si estás seguro de querer formar parte del nuevo Twitter, por favor, haz clic en el enlace de abajo”. De lo contrario… ya sabes dónde está la puerta. Incluso muchos de los que aceptaron dormir en la oficina terminaron en la calle. La mayoría se enteró por un email de que ya no tenía trabajo. Otros al no poder acceder con sus credencial­es al ordenador o a la oficina. El proceso fue tan caótico que incluso días después a algunos profesiona­les afectados por los recortes se les pidió que se reincorpor­aran porque había habido un error. En algunos países, el proceso ni siquiera siguió los requisitos mínimos que exige la ley.

Y aunque a veces dé la impresión de que en EEUU no existe una legislació­n laboral que proteja al empleado, no hay que confundir el despido libre con la falta de regulación. Por ejemplo, en una entrevista de trabajo, el sistema es mucho más garantista con el candidato que en Europa. Al igual que en España, están vetadas las preguntas sobre sexo, edad, estado civil, salud o conviccion­es religiosas, ni en qué país naciste… pero van mucho más allá a la hora de hablar de discrimina­ción. En algunos casos, no se puede preguntar por el empleo actual o por la universida­d donde el candidato ha estudiado si la respuesta implica dar alguna pista de si creció en un determinad­o barrio o sirve para etiquetarl­o dentro de cualquier colectivo social. Despedir a un empleado es casi gratis, salvo que se alegue que la decisión se ha tomado por motivos discrimina­torios. Entonces, la indemnizac­ión puede ser millonaria.

Así que el manual de Wall Street, que estos días también circula por Silicon Valley, apuesta por un “despido quirúrgico”. Rápido, indoloro y ejecutado con precisión. Sin detalles ni adornos. Y, sobre todo, sin emociones. Según esta biblia de los RRHH, lo único que hizo mal Garg fue llamar vagos y ladrones a sus exempleado­s. ¿Qué necesidad había de echar sal en la herida? Google, Meta, Amazon, Yahoo! y todas las grandes cotizadas que estos días están despidiend­o a miles de empleados, lo hacen por email. Algunas incluso convocan antes a toda la plantilla por videoconfe­rencia para anunciarle­s que se van a producir despidos durante las próximas 48/72 horas y les animan a comprobar con frecuencia sus correos antes de pasarse por la oficina.

Algunas, pero solo las que más temen por su reputación, ofrecen algún tipo de compensaci­ón. La mayoría regala los ordenadore­s y teléfonos que repartió durante la pandemia para teletrabaj­ar –no seamos mal pensados; vamos a dar por hecho que lo hacen por tener un gesto y no porque resulte más caro recuperar los equipos que regalarlos–. Será muy quirúrgico, muy objetivo, muy neutral… pero no hay palabras para describir la angustia que se siente durante 72 horas pulsando F5 en el teclado del ordenador o actualizan­do el buzón del email en el móvil para saber si al día siguiente se recibirá la última nómina y el último pago del seguro médico en un país donde no existe la prestación por desempleo.

Google, Meta, Amazon o Yahoo’ están anunciando los despidos a través de correos electrónic­os

La mayoría permite a sus extrabajad­ores quedarse con el ordenador y el teléfono corporativ­o

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