A las puertas de ARCO 2023
CITA La 42ª edición de la feria de arte contemporáneo se celebra del 22 al 26 de febrero.
Todos los datos publicados y las opiniones recabadas de galeristas y coleccionistas apuntan a una edición de ARCO singularmente atractiva en dimensión internacional, interés de las ofertas, calidad de las obras y, probablemente, número e importe de las ventas. La Feria Internacional de Arte Contemporáneo de España, que este año celebra su 42ª edición, tendrá lugar en Ifema de Madrid del 22 al 26 de febrero, reunirá a cerca de doscientas galerías de más de treinta países. El Mediterráneo: un mar redondo convierte a este mar en protagonista, junto a otras secciones comisariadas dedicadas a galeristas jóvenes y al arte latinoamericano.
ARCO es el principal evento de arte contemporáneo que se celebra en nuestro país y la gran feria de arte en general con elevada afluencia de coleccionistas europeos y latinoamericanos, en particular. Forma parte del primer circuito de certámenes internacionales de arte contemporáneo y atrae no solo a fundaciones y coleccionistas institucionales sino también a coleccionistas medios y emergentes, aficionados, público joven, artistas, comisarios, curadores... con un buen número de actividades complementarias. Recorrer los expositores de las galerías españolas y de otros países es, aunque el visitante no compre, una experiencia divertida y una oportunidad única de entablar relaciones con los agentes del mundo del arte o, simplemente, detectar por dónde se dirigen las tendencias, cómo ha evolucionado la obra de los artistas, cómo se desarrollan las nuevas técnicas plásticas y, en fin, cuál es el termómetro del arte contemporáneo, cuyo mercado parece no solo haberse recuperado tras la pandemia sino aproximarse a cifras de ventas nunca alcanzadas hasta ahora. Junto a la obra de artistas consolidados vivos, reconocidos no solo en España sino en Estados Unidos y en otros muchos países –dos ejemplos serían Miquel Barceló o Jaume Plensa–, volverán los nombres de la gran generación española que triunfó en los 80 y en los 90 y, esperamos con expectación, la presencia del arte no occidental, del arte de las minorías, del arte textil, el digital, la escultura, la fotografía y las instalaciones.
Calentando motores, el pasado martes tuvo lugar en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía un animado coloquio de coleccionistas en el que participaron Inelcom, DKV, Bergé o la Colección de María Amalia León de la República Dominicana, nuevos espacios expositivos como Collegium de Javier Lumbreras –uno de los Premios A concedidos este año por la Fundación ARCO– o la colección Archivo Documental Lafuente, recientemente adquirida por el Estado para el Reina Sofía. Este museo es la principal colección pública adquirente de obra en la feria y allí se reunirá en unos días la Comisión Permanente de su Patronato. En la jornada, el presidente de la Asociación 9915 de coleccionistas de arte contemporáneo y titular de una magnífica colección, Jaime Sordo, nos dio un pequeño “baño de realidad” al recordarnos lo lejos que están las cifras de ventas del mercado español en relación con otras ferias y otros mercados, pero no es menos cierto que ARCO posee una capacidad dinamizadora y constituye una plataforma de pedagogía cultural tan eficaz y amena que aunque se resintieran las ventas –que no va a ser el caso– constituye un fenómeno central para la difusión del arte de
Recorrer los expositores, aunque no se compre, es divertido y una primera toma de contacto con el sector
nuestro tiempo en un país en el que tanto ha costado que lo contemporáneo cale en los gustos e intereses del gran público. La semana pasada comentábamos en estas mismas paginas la necesidad de que España asuma un papel central aunque para nada invasivo en las relaciones culturales entre nuestro país y Europa en general y los países latinoamericanos que, de algún modo, llevan virando hacia Estados Unidos en los últimos años. El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y ARCO son dos instituciones claves de ese proyecto. Y lo son también para esa otra gran asignatura pendiente que es el desarrollo del coleccionismo en las generaciones mas jóvenes. El arte contemporáneo, a través de la fotografía, el dibujo y la obra gráfica ofrece alternativas mas accesibles para iniciar una colección. Una afición cultural que engancha y en muchos casos se convierte en fuente de enormes satisfacciones personales para el coleccionista y, por qué no, en fuente de mecenazgo y creación de patrimonio público en el futuro.
Hoy vamos a referirnos a un stand concreto, el que presenta El Mundo, porque sintetiza muy bien lo que venimos diciendo. Cinco décadas después de que ganara el Premio Internacional de Pintura de la Bienal de Sao Paulo, El Mundo y La Lectura, rinden tributo a Darío Villalba (San Sebastián 1939 – 2018). La muestra Homeless reúne un conjunto de grandes piezas que representan dos naturalezas diferentes en la producción del artista: los lienzos de la Modulación Homeless y el encapsulado La espera blanca, en el que la imagen fotográfica adquiere carácter escultórico. Villalba pertenece a esa generación a la que antes aludíamos muy posterior a los grandes maestros españoles de la vanguardia y algo lejos ya de los creadores vivos pero cuya modernidad y capacidad de anticipación resulta innegable y es necesario que no caigan en el olvido o queden reducidos al interés de los especialistas. Se trata de una figura clave en el arte contemporáneo de nuestro país y fuera de nuestras fronteras, que experimenta con la fotografía como soporte pictórico y la utiliza como medio artístico en su vocación de boicotear la jerarquía de los lenguajes plásticos.
Si el pop quiso ensalzar la publicidad poniendo el foco en el producto de consumo y siendo Warhol y su Tomato Soup los iconos de esta plástica, el pop soul de Darío, tal y como acuñó el propio Warhol, funciona en oposición. Es un pop social o humano que frente a la mercancía y el sistema de consumo, las imágenes de Villalba ponen al ser humano en el centro con la representación de los colectivos que protagonizan la contrahistoria. Del mismo modo, podríamos hablar del pop político o crítico del Equipo Crónica y el primer Manolo Valdés o de un inolvidable Eduardo Arroyo. Estos artistas, netamente españolas, siempre me han gustado mas que los cómics de Warhol, de Liechestein o de Gillian and George, por decir algunos nombres. Pero lo más importante es que conectan con la sensibilidad y las inquietudes del arte que se crea ahora en todo el mundo y demuestran la vitalidad de aquella gran generación de artistas nacionales. Y de ese modo contribuyen a animar a los nuevos coleccionistas a través de artistas y obras reconocibles.
El ‘stand’ del diario ‘El Mundo’ rendirá tributo a Darío Villalba con la muestra ‘Homeless’