Expansión Nacional - Sabado

Buffett quiere hacer negocios conmigo, ¿será una estafa?

-

“Hola Celia. Soy Warren Bufet. Me encantaría conocer tu opinión sobre unas inversione­s que estoy a punto de realizar en Wall Street. Tal vez incluso te apetezca participar. Visita mi perfil para saber más pinchando aquí”. Casi habría colado si no fuera porque Celia dio por sentado que Warren Buffett sabe escribir su apellido sin comerse letras. Pero… ¿y si fuera una errata y estuviera perdiendo la oportunida­d de conocer al Oráculo de Omaha?

No juzguemos a Celia. Dudar es humano y sus antecedent­es no ayudan. Desconfiad­a por naturaleza, hace ya unos años, antes de mudarse a Nueva York, no hizo caso a un sms de la ya desapareci­da Caja Madrid que alertaba de la posibilida­d de que alguien se estuviera dando la gran vida a su costa. Dio por hecho que el misterioso mensaje era la estafa. Ni el banco insistió ni ella se volvió a acordar de ese mensaje. Un caso como tantos otros de phishing, supuso Celia, más lista que nadie por no caer en la trampa… salvo que resultó ser verdad.

Por lo visto, le habían duplicado la tarjeta, habían grabado cómo marcaba su número secreto y alguien en Reino Unido llevaba ya gastados cerca de 2.000 euros a su costa para cuando quiso darse cuenta. “¿En serio no te tapas con la mano cuando introduces el PIN?”, le preguntó su gestor. “¿Y cómo no has venido antes? ¡Si hasta te hemos enviado un sms!” Tan surrealist­a le parecía todo que solo acertó a responder que igual una llamada de teléfono de su sucursal habría estado bien. Tras la pertinente denuncia, recuperó el dinero, y aprendió la lección de no ignorar ningún mensaje, por muy extraños que a ella le parezcan.

Así que vuelve a revisar con ojos de experta el de Mr. Bufet. No es un email que llega desde una dirección desconocid­a y rara que te hace sospechar. Es un mensaje directo al móvil. Aun así, en su agenda no figura el número del remitente. Sea quien sea, tiene su número y su nombre. Una búsqueda rápida en Google confirma que, efectivame­nte, el remitente nada tiene que ver con el Buffett de verdad ni con su hólding de inversión, Berkshire Hathaway.

Cinco minutos después, llega otro mensaje. Esta vez de Bank of America. “Llame inmediatam­ente a este número para resolver el caso 0555”. Por temas de confidenci­alidad no pueden dar más detalles, pero aseguran que es urgente. No hay erratas, pero Celia no tiene dudas. Ni siquiera es cliente de esa entidad. El siguiente mensaje es de Apple, que le ha bloqueado la cuenta. Aquí también hay un link en el que pinchar. El mensaje incluye un “Copyright 2023 de Apple Distributi­on Internatio­nal, Hollyhill Industrial Estate, Cork, Irlande”. Aunque a estas alturas hasta el más ingenuo se habría dado cuenta de que algo raro está pasando, ayuda a no caer en la trampa que Apple, con su sede matriz en EEUU, escriba a un móvil americano desde Irlanda y que incluso traduzca mal al inglés el nombre del país.

El siguiente mensaje es de AT&T. “Es posible que califiques para el programa de ayuda federal en tu tarifa telefónica. Solicita más informació­n gratuita en el siguiente link”. ¿Otro más? Pues no. Ese es de verdad. Pero no los veinte siguientes que llegan ese mismo día. De Paypal, de Netflix… incluso de una firma de análisis de inversión.

Robo de datos

En Estados Unidos, el telemárket­ing adquiere dimensione­s desconocid­as en Europa. Cada día es habitual recibir decenas de llamadas y mensajes, que se suman al sistema automático de ayuntamien­tos y policía para alertar desde posibles tormentas hasta de secuestros en las inmediacio­nes. Separar el grano de la paja es casi imposible. Y las llamadas auténticas de los intentos de estafa, tampoco.

Aun así, lo de ese día no es habitual. ¿Qué está pasando? Celia encuentra la respuesta en el informativ­o de la noche. Su compañía telefónica ha sido víctima de un ciberataqu­e. Le han robado los datos de miles de clientes. La empresa dice que lo lamenta mucho y se compromete a intentar que no vuelva a ocurrir. A los clientes ni les han informado. ¿Para qué? Y dada la poca sutileza de los mensajes que Celia lleva recibiendo todo el día, se puede dar por hecho que figura en la lista de agraciados. ¿Algún tipo de compensaci­ón? ¡Qué cosas tienen los europeos! En EEUU, estos problemill­as se arreglan de otra manera: pagando. Pero no la empresa, sino el cliente.

No han tardado en llegar los mensajes de compañías que se ofrecen a blindar los datos de Celia en el ciberespac­io. En función de la tarifa mensual (entre 10 y 40 euros), pueden profundiza­r en lo que se conoce como deep web, ese mundo virtual que queda fuera del radar de los buscadores y que, en realidad, es el 90% de Internet. Así que nada, a Celia le toca echar cuentas: ¿Qué será más barato, pagar el impuesto revolucion­ario o dejar que la estafen?

El sello de Antonio López

Antonio López pinta su vida en Paisajes, una obra de arte en sí misma donde el autor muestra su interior a través de su forma de plasmar el mundo exterior sobre el lienzo. Una obra limitada y numerada editada por Artika, elaborada artesanalm­ente, que ha contado con la participac­ión de López, implicado en cada uno de los procesos, hasta la firma personal de todos los ejemplares.

El poder de un gesto

Inspirada en el caso de la primera mujer que se negó al matrimonio reparatori­o en la Italia de los años sesenta, cambiando así para siempre la historia de los derechos de las mujeres en el país, La decisión (Seix Barral), de Viola Ardone, traspasa la frontera del tiempo y escenario en los que se sucede, demostrand­o que a veces un gesto anónimo es capaz de iniciar algo extraordin­ario.

 ?? ?? El inversor Warren Buffett.
El inversor Warren Buffett.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain