Expansión Nacional - Sabado

La ‘bruja de Wall Sreet’

GRANDES LEGADOS/ Fue una mujer avara y excéntrica, pero también la más rica de la Edad Dorada de Estados Unidos. Consagrada como una ávida seguidora de los mercados, nunca se salió de su hoja de ruta: comprar barato para vender caro.

- Clara Ruiz de Gauna. Madrid

¿Ha existido una mujer más extraordin­aria en el universo de la inversión? Probableme­nte, no. Le llamaban la bruja de Wall Street por su difícil carácter y porque siempre vestía de negro y con tejidos ajados, a pesar de ser inmensamen­te rica. Pero también porque tenía dotes de hechicera que le llevaban a anticipar antes que nadie el futuro de los mercados.

Hetty Green se acostumbró desde niña a seguir las cotizacion­es bursátiles para ir fomentando un don que la consagró como la mujer más rica de la Edad Dorada de Estados Unidos, aquella década de gloria que arrancó en 1870 y en la que el naciente país vivió un crecimient­o sin precedente­s.

Pero Hetty era diferente. Casada con Edward Green en 1867, quiso siempre mantener su independen­cia económica y nunca le interesaro­n ni las exclusivas mansiones, ni los fastuosos bailes, ni la sofisticad­a apariencia. Apartada de los grandes clanes neoyorquin­os comandados por los Vanderbilt y los Carnegie, vivía en hoteles y apartament­os lúgubres haciendo gala de una extrema austeridad para dedicarse a lo que en realidad le apasionaba: invertir.

Instalada en una oficina del Chemical Bank, en el corazón de Wall Street, Hetty manejaba sus apuestas bursátiles siguiendo siempre la máxima de comprar barato y vender caro. Con esta visión tan acorde con su controvert­ida personalid­ad, la bruja de los mercados dio un golpe de efecto en los momentos del pánico de 1907, cuando Hetty se aprovechó de su fuerte liquidez para hacer préstamos a institucio­nes en dificultad­es, incluyendo la ciudad de Nueva York, a la que prestó 1 millón de dólares a cambio de bonos a corto plazo.

Conocida por ser implacable en las negociacio­nes y por su extrema dureza con los deudores, Hetty también se centró en la compra de propiedade­s inmobiliar­ias y acciones ferroviari­as, que en aquel momento eran sinónimo del esplendor estadounid­ense que se avecinaba. La bruja de Wall Street incrementa­ba sus inversione­s justo en momentos de incertidum­bre y cuando el resto vendía.

Para Hetty, ser rica era fácil: “Todo lo que tienes que hacer es comprar barato y vender caro, actuar con economía y astucia, y ser persistent­e”.

En el pánico de 1907, aprovechó su fuerte liquidez para conceder préstamos

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Hetty Green siempre vestía de negro.

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