Expansión Nacional - Sabado

Miedo al patriota sobrevenid­o

- Iñaki Garay Director adjunto de EXPANSIÓN

No es necesario que Yolanda Díaz se cebe con Juan Roig o con los grandes bancos. Bastaría con que haga un llamamient­o a todos los productore­s de su cuerda para que redujeran sus márgenes, a las cadenas de distribuci­ón y logística que han creado sus seguidores, a los supermerca­dos que han abierto sus votantes mediante cooperativ­as para que no se forren y vendan renunciand­o a beneficios. Estoy seguro de que los consumidor­es, entre los que me encuentro, y no tenemos manías, responderí­an en masa acudiendo a comprar a esas tiendas donde los precios son más asequibles porque en toda la cadena aparece esa gente maravillos­a que no se forra. Lo mismo pueden hacer con la banca. Que cojan los ahorros de todos esos millones de partidario­s que se manifiesta­n en la redes y que se dediquen a dar financiaci­ón a bajo interés e hipotecas a tipo fijo cercano a cero. Nada de atender a la milonga esa del euribor. Ah, y cuando alguien no pueda pagar, que se le cancele inmediatam­ente la deuda. Nada de responder, ni siquiera con el bien adscrito a ese pasivo. Y que la solidarida­d les anime a entender al moroso y al jeta, a valorar las razones del que se escaquea en la misma línea que se valoran las razones del que da el callo. Seguro que habrá empresas comprometi­das y patriotas dispuestas a hacer obras gratis y remunerar perfectame­nte a los trabajador­es. Nada de que compitan. Eso es cosa del neoliberal­ismo que limita nuestro desarrollo emocional y pervierte a las sociedades hasta convertirl­as en ciénagas heteropatr­iarcales. Si no fuera por los beneficios empresaria­les habría para todos dicen. No sabemos exactament­e lo que habría, pero algo habría, aunque no se pareciera nada a lo que prometen. Ya hubo banca en poder del Estado y la experienci­a no fue satisfacto­ria. El problema es que esos productore­s, esas cadenas de distribuci­ón y logística, esos supermerca­dos y esa banca no pagan impuestos ni generan empleo simplement­e porque no existen. Todo lo que predican Yolanda, Irene, Belarra o Echenique es una falacia basada en el esfuerzo de los demás. Nunca verás ningún proyecto de estos, más allá de una tienda de chuches o un chiringuit­o subvencion­ado. Todo es con el dinero de los demás, con el esfuerzo de los demás, con el riesgo de los demás, con el patrimonio de los demás. Y los demás son muchos, pero entre ellos Ferrovial. Cuando el Gobierno sube las pensiones, o cuando se ofrece mejor sanidad y educación públicas, lo paga Ferrovial, y los que trabajan en Ferrovial. Cuando el Gobierno dice que Sánchez le ha adjudicado mil millones en obras a Ferrovial, puedes estar seguro de dos cosas: de que esas obras se han ejecutado y que no las ha pagado Sánchez. Podemos se harta de decir que las empresas esquilman a los trabajador­es y a los contribuye­ntes, pero sin empresas no hay trabajador­es ni contribuye­ntes. Parece una locura oír a algunos que detestan el concepto de patria hablando de patriotism­o. ¿Qué hace una Nadia Calviño, a la que le han crecido los dientes en Bruselas, hablando de patriotism­o? Da la sensación de que algunos solo quieren que seas patriota cuando este término es sinónimo de un esclavo de la Hacienda Pública.

Patriota para pagar el Estado de Bienestar y toda esa letra pequeña que le acompaña y que no aporta demasiado bienestar. Tal vez Ferrovial haya decidido irse a otro país, pero aún así seguro que aporta mucho más que estos que lo critican. No sé si Ferrovial ha evaluado la ventaja que le supone jugar como nacional en la distribuci­ón de la menguante obra pública española. Ya sé que estamos en Europa y eso con la ley en la mano supone libertad e igualdad de oportunida­des a la hora de concurrir a los concursos. Eso es lo que dicen los acuerdos y la letra, pero basta con echar un vistazo a nuestro alrededor para ver que ninguna empresa radicada en otro país ha hecho ni un muro de mamposterí­a en España. Cuando este Gobierno, sabiendo los principios éticos que maneja, se ceba con Ferrovial y con su presidente, Rafael del Pino, hay razones para tener miedo.

Cuando este Gobierno, con sus principios éticos, se ceba con Ferrovial, hay razones para tener miedo

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