Aceite de oliva, el líquido más cotizado del Mediterráneo
La falta de lluvias ha disparado su precio por encima de los 10 euros la botella. Este fuerte encarecimiento es el resultado de una tormenta perfecta en la que tanto productores como consumidores salen damnificados.
PRECIOS DISPARADOS
La recogida de la aceituna en España es un trabajo poco agradecido, como toda labor relacionada con el campo. Exige madrugar, aunque la jornada no acabe hasta casi el anochecer, y tiene lugar en los meses más fríos del año, por lo que la escarcha se convierte en una habitual e indeseable compañera cuando hay que recoger el fruto del suelo. Se trata de una tarea en la que el glamour brilla por su ausencia, pero necesaria para proveer a la población de un producto tan apreciado como, en los últimos tiempos, cotizado. Porque si el aceite de oliva se negociara en Bolsa, sería el producto financiero del momento.
El precio de este líquido dorado se ha incrementado en el último año un 87%, aunque en el caso del virgen extra, el de mayor calidad, la subida se acerca al 99%, según datos del Ministerio de Agricultura, cotas que entre los gigantes de Wall Street solo supera Nvidia. Esta revalorización llega al punto de que los supermercados han empezado a poner alarmas y cadenas antirrobo –propias de las botellas de ron, vodka y whisky– a las botellas de 1 litro de aceite que estén por encima de los 10 euros y a las garrafas de 5 litros.
Pero del mismo modo que la inteligencia artificial explica la revalorización de la compañía norteamericana de chips, lo que hay detrás de este repunte tan pronunciado en el valor del oro líquido es algo más sencillo, pero mucho más importante: el agua. O más bien, su ausencia. Con permiso de la DANA de esta pasada semana, España atraviesa una escasez de lluvias que situaron el año hidrológico 2021/2022 como el tercero más seco desde que hay registros. El actual ejercicio tampoco se presenta muy prometedor ya que, desde el 1 de octubre de 2022 hasta el 24 de agosto, el valor acumulado de las precipitaciones ha sido de 487 litros por metro cuadrado, un 17% menos de lo esperado (587 litros) teniendo en cuenta los datos del período 1991-2020. Sin lluvias, que un olivo dé aceitunas es tarea imposible.
“Llegamos a este año tras una cosecha que ha sido muy mala. La de esta temporada debía ser buena, pero de enero a mayo no ha llovido nada y la cosa no ha hecho más que empeorar”, dice Juan Luis Ávila, responsable del sector del olivar en la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (Coag).
De no revertirse la situación, ésta “va camino de ser un desastre”, asegura Javier Santacruz, economista y profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), quien cree que se han dado las condiciones para “una tormenta perfecta” en el mercado del aceite donde salen perdiendo todos los actores, desde los productores a los consumidores.
Las palabras pandemia o Covid-19 generan rechazo nada más escucharlas, pero hay que remontarse a lo ocurrido en 2020 para entender la situación en la que se encuentra el mercado del aceite de oliva. “La pandemia redujo considerablemente los inventarios de aceite”, recuerda Santacruz
SEGURIDAD Las cadenas de distribución han puesto alarmas y sistemas antirrobo a las botellas de aceite de oliva.
de un año en el que los precios se incrementaron también con fuerza pero, a diferencia de ahora, se debió a un pronunciado repunte de la demanda, y no por una escasez en la oferta. “Tal y como estamos ahora, lo normal sería importar el producto de otros mercados, pero la mayoría de los productores de la cuenca mediterránea están en una situación similar. Italia y Marruecos han tenido una cosecha mala, con Túnez algo mejor. Pese a todo, no debería haber problemas de abastecimiento gracias a las reservas con las que cuentan las envasadoras”, añade.
A esto se suma que el campo debe afrontar un aumento de los costes generalizado. A la subida en ejercicios anteriores del salario mínimo interprofesional (SMI) y las cotizaciones sociales, se ha añadido el encarecimiento del gasóleo y los fertilizantes desde el estallido de la guerra en Ucrania.
Este cóctel explosivo lleva a hacerse la siguiente pregunta: ¿cuánto tardará en bajar el precio del aceite? Desde Coag se muestran convencidos de que éste se reducirá en cuanto
vuelva a llover con normalidad, pero su optimismo no es compartido por otras partes. “No se va a recuperar la normalidad en un tiempo porque es necesario reponer inventarios”, defiende Santacruz, que pronostica que el precio de la botella de 1 litro de aceite tocará los 12 euros. El gigante aceitero Migasa también considera que la producción de este año no será suficiente para normalizar la situación, aunque confían en el inicio de un “cambio de ciclo meteorológico”, al igual que Deoleo, dueño de marcas como Carbonell y Maestros de Hojiblanca, que espera que la climatología permita volver “a una situación de precios más razonable.
Pedro Barata, presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja), defiende directamente que “las décadas de un producto barato se van a acabar” y señala que “en Italia el aceite está siempre al precio que tenemos ahora y no pasa nada”.
Los elevados precios del aceite de oliva son un nuevo contratiempo para un consumidor que no ve la luz al final del túnel, ya que en julio la inflación en los alimentos y bebidas no alcohólicas volvió a acelerar con una subida interanual del 10,8%, cinco décimas más que en junio. “Va a ser un quebradero de cabeza para el IPC, porque puede tener un efecto dominó con los productos que utilizan el aceite en su elaboración”, advierte Santacruz.
No obstante, su impacto en el poder adquisitivo de los españoles será mucho menor al del encarecimiento de los carburantes. Los precios actuales suponen que una familia que consuma 35 litros al año tenga que gastar 33 céntimos al día más, que al año suponen 120 euros, según Coag.
“No es un drama porque el peso del aceite en la cesta de la compra es mucho menor que el de los carburantes. Pero su encarecimiento tiene un fuerte efecto psicológico porque no deja de ser un reflejo del fuerte aumento del coste de vida que estamos sufriendo y que se acaba reflejando en un producto español por excelencia”, opina Santacruz.
Independientemente de esto, la realidad es que la demanda nacional de aceite de oliva se ha desplomado un 50% en el primer semestre, según el Observatorio de Consumo de la Universidad de Jaén. La ciudadanía se inclina irremediablemente por aumentar el consumo del aceite de girasol, que a pesar de no estar tan presente en la cultura gastronómica española y ser una alternativa menos saludable, supone una alternativa mucho más económica. Tras dispararse su precio con la invasión de Ucrania, el precio de la botella de un litro vuelve a estar lejos de los dos euros.
Al mismo tiempo que cae el consumo interno, las exportaciones han retrocedido casi un 40% hasta mayo, si bien es cierto que la reducción de ingresos fue algo menor por los altos precios, del 12%, situándose en 1.471 millones de euros.
“El importador internacional mira los precios que hay en España y mira el de otros países productores, y en la exportación de graneles (aquel mercado que carece de marcas) dice: ¿A cómo cotiza España? A 10. ¿Y Túnez? A 5. Pues me voy a Túnez. Esto es muy malo porque le estás enseñando a los importadores que existe otro mundo, otros países productores” alerta Rafael Pico, director general de la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador del Aceite de Oliva (Asoliva).
“Cuando hay un problema en Estados Unidos con los aranceles adicionales siempre tienes una opción negociadora con una posibilidad de llegar a un acuerdo que minimice el riesgo que haya para la exportación española, pero cuando no hay producto no se puede hacer absolutamente nada”, añade.
El contexto actual supone un duro golpe para una industria que es el gran referente a nivel mundial. No en vano, España representa el 45% de la producción mundial de aceite de oliva y sus exportaciones suponen el 65% del comercio total, según el Ministerio de Agricultura.
El producto ha ido conquistando mercados paulatinamente desde la segunda mibrar tad del siglo pasado. En la década de los 80 comenzó a hacerse un hueco en EEUU, donde la mayor concienciación por una vida saludable ha situado a la mayor potencia económica como el principal mercado de aceite de oliva envasado y el segundo a granel tras Italia. La expansión por Asia tuvo lugar una vez iniciado el siglo XX, con Japón y China como los dos importadores más relevantes.
“El sector ha hecho las cosas bien. Hemos pasado de exportar a 50 países a estar presentes en más de 100. El aceite de oliva español tiene un prestigio logrado por los agricultores. Los italianos tenían las marcas, pero nosotros hemos logrado un gran producto”, defiende Pedro Barato, de Asaja.
Entre unos agricultores que ingresan menos pese a comás por el aceite porque se ha desplomado su producción y unos consumidores que pierden poder adquisitivo, se encuentran las envasadoras, que tampoco escapan a esta espiral de números rojos. A diferencia de otros mercados como el de las hortalizas o las frutas, el valor del aceite de oliva tiene lugar en su origen; su proceso de distribución es más simple y éste tiene un impacto menor en el precio final. Por tanto, cuanto más caro esté el aceite, menor margen de maniobra se tiene.
“El precio de origen es entre el 85% y el 90% de la tarifa que paga el consumidor, el resto corresponde a envasado, etiquetado y transporte”, comenta Carlos Yagüe, responsable de Comunicación de Acesur, dueño de marcas como Coosur, Guillén o La Española. “Es cierto que la demanda ha sufrido una caída importante, pero consideramos que, dado el fuerte repunte que ha habido en los precios, el descenso podría haber sido incluso mayor”, añade.
Antonio J. Gallego García, director general de Migasa, comparte esta visión. “La bajada de consumo se está produciendo no tanto por abandonar el producto, como por su menor uso, o dicho de otra forma, le ponemos un poco menos de aceite de oliva a todo, pero no dejamos de consumirlo”.
La tradición en cada 28 de febrero, día de Andalucía, es que los profesores sirvan en los colegios de la región pan con aceite a los niños. Dados los elevados precios y esta tendencia de consumir menos este producto, es posible que este curso los más pequeños encuentren su pan un poco más seco.
El aceite de oliva virgen extra ha duplicado su precio de origen en los últimos 12 meses
La falta de lluvias ha desplomado la producción de aceite en toda la cuenca mediterránea
Aunque la cosecha de esta temporada mejore, las bajas reservas dificultan una caída en el precio
El campo tiene que lidiar con unos costes energéticos y en fertilizantes que se han disparado
España es la primera potencia del mundo del sector aceitero, al representar el 45% de la producción
La situación actual del mercado obliga a las familias a gastar 33 céntimos más al día en este producto
Los actuales precios suponen un varapalo para unas empresas que exportan a más de 100 países