Telefónica celebra con alzas del 2,53% el desembarco de STC
El mercado da el visto bueno a la compra del 9,9% de la operadora española por Saudi Telecom con tres subidas consecutivas, y los analistas mantienen intactas sus valoraciones sobre la compañía.
RUMBO A MÁXIMOS DEL AÑO
Los analistas dan a la operadora un potencial alcista del 10% hasta los 4,25 euros por acción
El sonado anuncio del desembarco de Saudi Telecom (STC) en el accionariado de Telefónica se ha saldado en Bolsa con un pleno de tres subidas consecutivas de la operadora española.
Desde que se conoció, en la noche del pasado martes 5, la compra del 9,9% del capital, la acción se ha revalorizado un 2,53% desde los 3,75 hasta los 3,84 euros. Arrancará la nueva semana a un paso de los máximos del año firmados el 31 de julio en 3,87 euros.
El avance de Telefónica contrasta con la caída del 0,29% del Ibex 35 en el mismo periodo. La entrada de STC ha reactivado a muy corto plazo la cotización de Telefónica, que ya gana alrededor de un 14% 2023.
La gran pregunta es hasta dónde puede extenderse en el tiempo el impacto positivo de la llegada de STC. El grueso de los analistas que ha revisado el valor tras la operación ha mantenido sus valoraciones previas y da a Telefónica un precio objetivo de 4,25 euros por acción, un 10% respecto al cierre de ayer en el parqué.
En cualquier caso, los expertos están de acuerdo en que la operación es un espaldarazo a la gestión de la compañía, pero advierten de que, a corto plazo, los inversores van a comparar la nueva estructura accionarial con la de otras telecos europeas. “Tras la excitación inicial mirarán lo que le ha pasado a Vodafone desde la compra inicial de la participación de Etisalat”.
Desde entonces, la cotización de la operadora británica ha caído más de un 40%.
En la misma línea, JPMorgan advierte de que “cualquier impulso derivado de la ampliación de la participación de STC en Telefónica puede ser temporal”.
En cualquier caso, sí hay consenso en que la irrupción del nuevo primer accionista de
Teléfonica dibuja un nuevo escenario de soportes para el valor. Tanto Bankinter, que ha subido el precio objetivo a 4,20 euros, como Renta 4, creen que la operación podría marcar un suelo en la cotización de Telefónica a corto plazo. Banco Sabadell, que da al valor un potencial alcista cercano al 30%, recuerda que la entrada de STC “pone de manifiesto la atractiva valoración” de la operadora española.
Dividendo
Los expertos también hacen hincapié en el futuro de la política de dividendos.
“La entrada de la saudí no debería alterar una política de retribución al accionista que ha sido uno de los emblemas de la compañía”, asegura Joaquín
Robles, de XTB.
En estos momentos, con un dividendo anual de 0,30 euros brutos por acción, la rentabilidad por dividendo de la operadora es del 7,8%, el mismo nivel previsto por el consenso de los analistas de Bloomberg para 2024.
En los dos años siguientes, se situaría en el 7,92% y el 7,97% respectivamente.
Desde el punto de vista corporativo, la otra gran clave es sectorial.
“En un sector europeo de las telecomunicaciones aún dominado por antiguos monopolios nacionales como BT, Deutsche Telekom, Orange y Telecom Italia, la nacionalidad sigue siendo importante, por lo que la inversión de Saudi Telecom en Telefónica plantea muchas dudas”, señala Scope Ratings, que asegura que la falta de sinergias es otro elemento que juega en contra de este tipo de operaciones por parte de inversores extranjeros en operadoras europeas.
El Gobierno español tiene tres meses para decidir sobre la posición en Telefónica de STC, que en estos momentos cuenta con una holgada posición de caja de más de 7.300 millones de euros.
La rentabilidad por dividendo cercana al 8%, uno de los grandes atractivos de la ‘teleco’
Los expertos creen que la operación de STC fija un importante suelo para la cotización
El grupo de telecomunicaciones de Arabia Saudita STC ha comprado el 9,9% a su homóloga española Telefónica por valor de 2.100 millones de euros. La reacción española ambivalente tiene poco que ver con los mitos heroicos que rodearon la reconquista cristiana. Más bien, refleja la reacción ante la compra de una participación significativa en un activo nacional por parte de una empresa controlada por un gobierno extranjero autoritario.
La ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, dijo que España está revisando la compra para comprobar que los intereses estratégicos no se verían comprometidos. Telefónica hace negocios con grupos de defensa en España.
La legislación sobre inversión extranjera significa que cualquier aumento en los derechos de voto por encima del 4,9% desencadenaría una revisión de seguridad nacional. Las cejas españolas se arquearán ante el hecho de que la participación precisa en efectivo de STC en acciones es del 4,9%, y el resto se mantiene a través de derivados.
STC afirma que no tiene intención de hacerse con el control de Telefónica. Su objetivo es extender sus alas a nivel internacional. Arabia Saudita está diversificando sus riesgos fuera del petróleo y el gas.
Las dos partes ya se conocen. Anunciaron una asociación estratégica en febrero en áreas como el Internet de las cosas.
Telefónica produce dinero. Los flujos de caja libres deberían promediar 3.600 millones de euros anuales hasta 2025. Cubren fácilmente dividendos y recompras de acciones. La ratio de apalancamiento deuda neta-ebitda de Telefónica (incluidos los arrendamientos) debería alcanzar un máximo este año de aproximadamente 2,5 veces, según S&P CIQ.
STC gastó 1.200 millones de euros en infraestructuras de torres en Europa del Este en abril. Telefónica se sumaría a éstos no sólo en España sino en Brasil, Alemania y Reino Unido. Sin embargo, el 79% del valor del grupo procede de España y Brasil, señala James Ratzer de New Street Research.
El mes pasado, la empresa de los Emiratos Árabes Unidos anunció que quería aumentar su participación en el grupo británico Vodafone al 20%. Puede influir en una reestructuración de la operadora.
Pero STC carece de ese papel fundamental en Telefónica, que es un negocio más estable. Y es discutible si España permitiría a Arabia Saudita adquirir una quinta parte de su capital.
Hay algo de poder incluso en una participación pasiva más pequeña. Pero España ha visto ir y venir a otros inversores del Golfo, en particular Kuwait en los años noventa. Puede permitirse el lujo de permanecer optimista.