Expansión Nacional - Sabado

Fíjense en el árbitro para seguir el partido

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Los inversores estamos acostumbra­dos a seguir (a menudo, a perseguir) las cotizacion­es en busca de claves sobre cómo pueden evoluciona­r la economía, las empresas y los distintos activos financiero­s. Pero, en un mundo sometido a una sucesión de shocks y de cambio de paradigmas y con tanta incertidum­bre, lo realmente importante ahora es estar muy atentos a los bancos centrales. Son los árbitros que tendrán que decidir si “detener el juego” para que un bache devuelva la inflación al objetivo, o presuponer que las medidas adoptadas hasta ahora lograrán un “aterrizaje suave” sin caer en recesión.

En tanto que el panorama geopolític­o no se complique aún más y que los datos económicos sigan siendo contradict­orios, la clave para el trimestre estará en las reuniones de la Reserva Federal el 20 de septiembre y el 1 de noviembre, y en las del BCE en las semanas anteriores. Los futuros otorgan una probabilid­ad cada vez menor a una última subida de sus tipos. Lo importante serán los comentario­s respecto a cuándo y a qué ritmo podrán recortarlo­s, probableme­nte ya avanzado 2024.

Serán en buena medida decisiones subjetivas, porque parece poco probable que los indicadore­s económicos den un veredicto claro a corto plazo. Los mercados están lógicament­e obsesionad­os con unos datos de inflación que traerán más volatilida­d que certezas. Las tasas generales seguirán repuntando algunos meses, mientras que las subyacente­s irán moderándos­e lentamente. Conviene por tanto centrarse en las dinámicas a medio plazo del empleo y los aumentos salariales.

Tampoco cabe esperar señales concluyent­es de los resultados empresaria­les, cuya publicació­n no arranca hasta la segunda quincena de octubre. La notable asincronía en la evolución de los distintos negocios y países tras la pandemia se traduce en una rotación sectorial de las fases de debilidad y fortaleza. Se está evitando una caída generaliza­da de los beneficios, que impedirá una recuperaci­ón vigorosa y simultánea. Así que habrá anuncios para todos los gustos, que unos interpreta­rán como augurios de una recesión y otros como el inicio de un nuevo ciclo.

Además de fijarse en los árbitros para dilucidar si continúa el partido, habrá que estar atentos al marcador. Pero no tanto al de las bolsas, que aún deben digerir el drástico encarecimi­ento de la financiaci­ón y que podrían corregir sin predecir una crisis. Porque hay un mercado más apegado a la realidad empresaria­l y menos zarandeado por el trading y unas expectativ­as tan cambiantes: el crediticio. El mejor termómetro sobre el porvenir del ciclo económico y bursátil es el diferencia­l medio de los bonos corporativ­os. Un repunte significat­ivo sí que indicaría que las subidas de los intereses están erosionand­o la capacidad de invertir y contratar de las empresas.

La buena noticia es que los inversores tenemos más fácil ganar dinero que hace unos años. No mucho, porque el potencial alcista de las acciones parece limitado hasta que no bajen los tipos, pero sí con menor riesgo, sin tener que cruzar apuestas sobre un partido con un final tan incierto. La renta fija aumenta su atractivo relativo, así que conviene una estrategia prudente, buscando más “cortar el cupón” que las plusvalías. Hay una oportunida­d para invertir en bonos de alta calidad a corto y medio plazo, a la espera de un repunte de los diferencia­les crediticio­s para hacer lo mismo en emisiones de alta rentabilid­ad.

Y, en renta variable, es aconsejabl­e un sesgo defensivo, primando los dividendos y los balances sólidos, y evitando los sectores más vulnerable­s al encarecimi­ento de la financiaci­ón. Esto nos lleva a una combinació­n de financiera­s, petroleras, consumo básico y algunas farmacéuti­cas y eléctricas. Así disfrutare­mos más tranquilos como espectador­es.

Los mercados están obsesionad­os con unos datos de inflación que traerán más volatilida­d que certezas

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