Para que la experiencia cinco estrellas sea perfecta, numerosos profesionales curiosos se cuelan en plantilla.
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Isabel Vilches. Madrid
A las 8:00 de la mañana, Santiago Contreras recepciona el pescado que llega a Anantara Villa Padierna Palace Benahavis Marbella Resort. Revisa que llegue fresco y prepara los pinchos para los espetos, ensartando pieza por pieza, y la barca para su cocinado en el beach club By the Sea. “Es muy importante que el fuego esté a punto para poder hacer unos espetos en condiciones. Además, tengo que controlar de qué lado corre el viento para procurar que se cocinen bien y estén perfectos”, matiza Contreras, uno más del personal de este hotel. “Ser espetero es más que una profesión, es conservar la cultura gastronómica de esta tierra, mantener viva una tradición que ha trascendido generaciones. Cada espeto es un homenaje a nuestras raíces y a la riqueza de nuestra cocina local”, argumenta. Para aprender este oficio –“que pocos jóvenes ahora quieren aprender”, se lamenta–, Contreras se fijó en Manuel Navarro, Manolo, propietario del chiringuito La Peseta, en Estepona, “uno de los más reconocidos de toda la provincia”, señala.
Director de hotel, botones, recepcionistas, camareras de piso, jefe de mantenimiento o de cocina son trabajos típicos de cualquier alojamiento, incluso animador, mayordomo o responsable de guest experiencie, profesión ahora en tendencia. Pero tener en nómina a un espetero, a una cuidadora que atienda los caprichos de una alpaca bebé convertida en protagonista de todas las fotos, a un jardinero que mime la temperatura a la que deben crecer las orquídeas o a todo un equipo que saque brillo a joyas de plata centenarias para seguir tomando el té de las cinco a cuerpo de rey no es tan habitual.
Para dar un servicio cinco estrellas a sus huéspedes, cada hotel tiene unas necesidades... algunas bastante curiosas que cubre con diferentes expertos en plantilla.