Parece que va a llover…
En diciembre las previsiones para 2024 garabateaban un elevado optimismo. Por la parte de la renta fija se especulaba con tipos que habiendo tocado techo podían iniciar una senda de reducción con razonadas expectativas y en el lado de las acciones con un consenso de beneficios de dos dígitos para Europa, entre el 10% y el 15%, con USA por debajo y el Ibex patrio por encima.
Cumplido un tercio del ejercicio y contrastando la realidad con las profecías, un breve resumen de lo ocurrido. La renta fija se ha ajustado levemente y con lentitud al enunciado anterior mientras que las bolsas han divergido de lo augurado. El cierre de abril después del recorte del mes deja al mercado continental con una ganancia del 8,8%, por encima del indicador doméstico (7,4%) y del estadounidense (0,3%), con perspectivas de mejora para todos condicionadas al tempo de los recortes de tipos en los dos lados del Atlántico, todo –¡asómbrense!– en un escenario geopolítico que ha empeorado en mucho con relación al que existía hace pocos meses. Al conflicto en Ucrania se ha unido la confrontación en Palestina generando intranquilidad e inseguridad en sus entornos y propiciando alzas en los precios de las materias primas, petróleo inclusive. Aún así, los resultados bursátiles quedan para la historia lo que da a entender que los mercados de valores transitan por un camino que no es por el que circula la mayoría de los mortales.
Sin embargo en este –casi– idílico escenario creo que debe gobernar la cautela. Particularmente pienso que a los mercados los carga el diablo y que la sorpresa – negativa por supuesto– se da frecuentemente. Con un símil en “el joven Frankenstein”, podía ser peor, podía llover, y llovió torrencialmente.