El absoluto atrevimiento de Suzanne Valadon
EXPOSICIÓN Las artista protagoniza una muestra en el Museu Nacional d’Art de Catalunya.
Suzanne Valadon. Una epopeya moderna revisa la figura de la artista Suzanne Valadon (1865-1938), una figura emblemática de la bohemia de Montmartre a principios del siglo XX. Un caso único de una mujer que pasó de ser acróbata ecuestre a hacer de modelo para artistas con tan solo quince años y convertirse en musa y finalmente en pintora, dibujante y grabadora. La retrataron grandes artistas como Toulouse-Lautrec, Renoir y Degas. Éste último fue quien se dio cuenta de su talento, hasta el punto de ayudarla a aprender grabado, en su propio taller. Organizada por el Museu Nacional d’Art de Catalunya en colaboración con el Centre Pompidou-Metz y el Musée d’Art de Nantes, estará abierta hasta el 1 de septiembre.
Pintora, dibujante y grabadora, Suzanne Valadon practicó, con absoluto atrevimiento, todos los géneros, desde el retrato y el desnudo hasta la naturaleza muerta y el paisaje. Su estilo libre, moderno, personal, ajeno a las tendencias posimpresionistas, se mueve entre líneas sinuosas, una intensa huella cromática y un trazo marcado, grueso, que recuerda al de Eduard Mánet y anticipa la nueva objetividad, el realismo moderno del fértil periodo de entreguerras. Recuerda a Matisse y anuncia a Otto Dix en su reflejo descarnado del cuerpo humano, como Lucien Freud, Paula Rego o Jenny Saville, pero siendo mujer y casi cien años antes. Su experiencia como modelo influyó en su constitución como artista y en su trabajo posterior, sobre todo, en esa manera tan especial de dibujar al cuerpo femenino.
La muestra también dedica un espacio a la relación que Valadon tuvo con el compositor Erik Satie (1866-1925) después de que ella rompiera con otro pintor bohemio, Miquel Utrillo, algo olvidado. De la relación con el músico y pianista, autor de las célebres Gimnopedias, coetáneo de Debussy y precursor de Ravel, han quedado un retrato que ella hizo de él y un dibujo que él hizo de la pintora, con un trazo infantil, sobre una partitura, ambos en la exposición.
Otra particularidad de Suzanne Valadon, que la hizo única en el Montmartre de las vanguardias, era su mirada singular a los temas de moda. Los retratos a las prostitutas de París o los desnudos femeninos demuestran que mostró cuidadosamente un mundo que conocía de cerca y que no quería tratar con distancia, ni con frialdad ni con condescendencia. El Verano o Adán y Eva (1909), obra cedida por el Centre Pompidou, es un autorretrato desinhibido de la propia artista y su pareja, el joven André Utter.
La vida de Valadon es también la historia de muchas artistas que no tuvieron su suerte, pero contribuyeron a que la mujer pasara de ser un objeto cosificado a formar parte del arte de forma activa e independiente con ese estatuto de mujer-artista que en su época era casi desconocido. Para llegar al éxito tuvo que abrirse paso –seguro que difícilmente– en aquel mundo parisino, algo canallesco, del circo, los cabarets, las salas de baile y los teatros de variedades,
Madre de Maurice Utrillo (1883- 1955), el retratista de Montmartre reconocido póstumamente, entre los asistentes al entierro de Suzanne estaban sus amigos André Derain, Pablo Picasso y Georges Braque.