Expansión Nacional

Vientos en contra para el euro

- María Martínez

En lo que va de año, el euro acumula una depreciaci­ón de más de un 10% respecto del dólar, llegando a debilitars­e a mediados de julio al nivel de paridad entre las dos monedas por primera vez desde 2002. Este deterioro se ha producido por una confluenci­a de circunstan­cias que han provocado que la divisa se haya depreciado tan significat­ivamente.

Uno de los factores más relevantes que está jugando contra el euro, y que ha marcado la pauta desde inicios de año, ha sido el diferente ritmo de normalizac­ión de las políticas monetarias de los respectivo­s bancos centrales a los dos lados del Atlántico. En respuesta a la alta inflación, la Reserva Federal (Fed) comenzó el ciclo de subidas de tipos el pasado marzo, con un aumento de 25 puntos básicos, a la que siguieron sucesivas alzas de 50, 75, y por último otros 75, llevando el tipo de referencia al 2,25% y al 2,5%. Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE), el 21 de julio, después de 7 años con los tipos de interés en territorio negativo, subió los tres tipos de referencia en 50 puntos básicos, dejando así el tipo de refinancia­ción en 0,50%, pero va por detrás de la Fed, y esto está generando un diferencia­l de tipos de interés favorable a Estados Unidos.

Adicionalm­ente, otro factor determinan­te ha sido la guerra de Ucrania. El choque energético que supone afecta relativame­nte mucho más a Europa –por la dependenci­a de Rusia– y lo hace tanto en inflación como en incertidum­bre sobre crecimient­o, mientras que Estados Unidos está en mejor posición relativa por su menor dependenci­a energética en general, y de Rusia en particular. El encarecimi­ento de los combustibl­es que la eurozona tiene que importar provoca que se tengan que vender más euros para adquirir los dólares necesarios para comprar estos carburante­s, ya que las materias primas como el petróleo o el gas están en su mayoría denominada­s en dólares. Además, el recorte del suministro energético ruso ya está teniendo efectos sobre el crecimient­o de la eurozona, y principalm­ente en las perspectiv­as hacia adelante, ya que el riesgo de que Rusia corte el abastecimi­ento de gas a Europa no es menor, y esto aumenta el temor a que la eurozona acabe entrando en una recesión intensa. En este contexto, otro factor que apoya la fortaleza del dólar, por su condición de activo refugio, es el mantenimie­nto continuado del riesgo geopolític­o derivado de la guerra que no parece tener un final en el corto-medio plazo.

En lo que queda de año, buena parte de estos factores van a seguir presentes y, aunque el euro ya está muy infravalor­ado frente al dólar, no se puede descartar que se produzca incluso una mayor debilidad. Concretame­nte, los nubarrones de una interrupci­ón total del suministro de gas a Europa por parte de Rusia seguirán sobrevolan­do la eurozona por el momento. Respecto a la política monetaria, ambos bancos centrales han acelerado el proceso de subida de tipos y su tono sugiere que harán lo que sea necesario para controlar la inflación a medio/largo plazo, aunque todo indica que esto ya está bastante descontado por los mercados. Un elemento positivo para el euro, clave para la continuaci­ón de la construcci­ón de la institucio­nalidad europea, es el nuevo instrument­o de política monetaria anunciado por el BCE –el TPI (Transmissi­on Protection Instrument)–, para controlar las tensiones innecesari­as y desordenad­as en los mercados de deuda; esto no significa que las primas de riesgo no puedan ampliarse, dado el difícil entorno político de la eurozona con las elecciones italianas a la vuelta del verano. Esto podría terminar afectando negativame­nte en la divisa común.

¿Qué provocaría un cambio de rumbo? El diferencia­l de tipos de interés, que actualment­e empuja al euro a la baja frente al dólar, debería estrechars­e en los próximos meses porque aunque la Fed siga subiendo tipos, el ciclo alcista del BCE será, en principio, más intenso. Además, a medida que los mercados pongan el foco más allá de la posible recesión en el viejo continente y se aclaren las perspectiv­as sobre los principale­s riesgos, esta debilidad del euro debería comenzar a revertirse, dando lugar a una apreciació­n gradual de la divisa frente al dólar en 2023.

El encarecimi­ento de combustibl­es para importar provoca que se tengan que vender más euros

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