Las boutiques sufren con las M&A
Menos mal que la mayoría de los despreocupados banqueros de operaciones obtuvieron garantías cuando cambiaron de equipo en 2021. El año pasado se batió un récord de fusiones y adquisiciones (M&A) impulsado por los bajos tipos de interés, la subida de los mercados de valores y el boom económico post vacunas. A esto le ha seguido una nefasta caída.
En el tercer trimestre, el volumen mundial de M&A cayó a 650.000 millones de dólares (670.000 millones de euros) tras una serie de trimestres de un billón de dólares. El resto del año parece igual de sombrío.
Es un momento difícil para los asesores que cotizan en Estados Unidos y que se dedican a las M&A, como Evercore, Lazard, Moelis, PJT, Houlihan Lokey y Greenhill. Sus acciones han caído de media un 34% este año. Las acciones de Morgan Stanley y Goldman Sachs han bajado un 20%. Existen dos diferencias clave. En primer lugar, los dos tipos de bancos tienen negocios comerciales resistentes. En segundo lugar, los precios de sus acciones son más altos que a finales de 2020, a diferencia de casi todas las boutiques.
La escasez de dinero puede ser el factor más importante a la hora de predecir las operaciones. Los altos tipos reducen las valoraciones que los vendedores pueden esperar obtener. Pocos compradores quieren pagar precios más altos con una recesión en ciernes. La caída media estimada de los ingresos de la media docena de boutiques especializadas en 2022 es de un desalentador 41%. La velocidad de este auge hace que los despidos masivos sean difíciles e imprudentes. En su lugar, los accionistas tienen que adivinar cuándo se ha tocado fondo, mientras esperan que las economías de escala proporcionen un impulso al alza. Los banqueros prudentes que tuvieron la suerte de asegurarse años de salario garantizado habrán ahorrado parte de sus primeros pagos para los días lluviosos que se avecinan.
EEUU golpea a la tecnología china
EEUU ha aplicado nuevas restricciones al acceso de China a la tecnología estadounidense. Las últimas restricciones no solo amenazan a sectores enteros, sino también a los objetivos políticos de Pekín.
Las últimas medidas incluyen restricciones a la exportación de los chips avanzados utilizados en la inteligencia artificial y también a la venta de equipos de fabricación de chips a cualquier empresa china. EEUU ha incluido a más compradores chinos en la lista negra.
Pekín lleva tiempo queriendo alcanzar la autosuficiencia en la fabricación de chips. Su objetivo es convertirse en el principal centro mundial de innovación en IA para 2030 y alcanzar el liderazgo en los coches eléctricos. China quiere construir un baluarte de datos y una arquitectura de red centralizados. Esto requiere un acceso estable a los chips más avanzados. Ahora, la producción masiva de cualquier tipo de chip se volverá difícil. Los fabricantes locales se han puesto al día rápidamente sobre el diseño y el desarrollo en los últimos años. Pero la fase final, la fabricación de chips y el grabado de patrones precisos en obleas de silicio, sigue dependiendo en gran medida de los equipos importados.
La detención del desarrollo de los sectores locales de la IA, los centros de datos y los coches eléctricos e inteligentes podría ser el golpe tecnológico más duro que EEUU ha asestado a China.