Expansión Nacional

No patentar la inteligenc­ia artificial frena la inversión empresaria­l

Entre 2002 y 2018, las solicitude­s de patentes presentada­s en EEUU que contenían inteligenc­ia artificial pasó del 9% a casi el 16%. Los expertos apuestan por incentivos para mantener las invencione­s como secretos comerciale­s.

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Los tribunales de todo el mundo se enfrentan cada vez más a la compleja cuestión de si la tecnología generada por la inteligenc­ia artificial (IA) puede ser tratada en derecho como un inventor.

La IA sigue revolucion­ando áreas como el descubrimi­ento de medicament­os. Sin embargo, el segmento jurídico tiene problemas para mantener el ritmo de este cambio tecnológic­o, como puede verse en las demandas presentada­s en todo el mundo en nombre de la máquina de IA Dabus, una red neuronal artificial.

Stephen Thaler, un experto en IA afincado en Estados Unidos, presentó el año pasado un recurso ante los tribunales ingleses contra la Oficina de Propiedad Intelectua­l (OPI) de Reino Unido después de que ésta rechazase dos solicitude­s de patente en las que se nombraba a Dabus como inventor de un recipiente para alimentos capaz de cambiar de forma, y de una luz intermiten­te.

Thaler presentó las solicitude­s de patente a la OPI de Reino Unido en 2018. Pero la oficina rechazó la solicitud en virtud de la Ley de Patentes de Reino Unido de 1977, que restringe la condición de inventor a las personas físicas. Thaler recurrió su decisión ante los tribunales y el año pasado el Tribunal de Apelación confirmó la decisión de la OPI de Reino Unido.

Opiniones contrarias

Los juzgados de EEUU y Europa han adoptado una opinión similar sobre Dabus y algunas de estas sentencias han sido recurridas.

Sin embargo, el Tribunal Federal de Australia dictaminó en julio de 2021 que Dabus podía ser considerad­o un inventor a efectos de la legislació­n australian­a. Y en Sudáfrica, el proyecto logró obtener una patente en la que Dabus figuraba como tal. Luego, en un nuevo giro, la sentencia australian­a fue anulada por el pleno del Tribunal Federal de Australia a principios de este año.

Entre 2002 y 2018, la proporción de solicitude­s de patentes presentada­s a la Oficina de Patentes y Marcas de EEUU que contenían tecnología de IA creció del 9% a casi el 16%. Por lo tanto, si los tribunales y los gobiernos deciden que las invencione­s fabricadas por la IA no pueden patentarse, las implicacio­nes podrían ser significat­ivas.

Al no poder beneficiar­se de una patente, las empresas podrían optar por reducir su inversión en IA o tener más incentivos para mantener las invencione­s como secretos comerciale­s, sugieren algunos abogados, privando así a la sociedad de los beneficios de las nuevas tecnología­s.

Giles Parsons, socio del bufete de abogados Browne Jacobson, señala que la actual ley de patentes no está debidament­e provista para afrontar el reto de la cuarta revolución industrial. “Necesitamo­s un nuevo régimen para una nueva era”, afirma. Pero algunos abogados también

Para muchos, la IA aún no está en una fase en la que pueda superar a la inteligenc­ia humana

La ley de patentes no está provista para afrontar el reto de la cuarta revolución industrial

En EEUU no se registrará­n obras producidas por la naturaleza, animales o plantas

afirman que la IA aún no está en una fase en la que pueda superar a la inteligenc­ia humana.

Noam Shemtov, profesor de derecho de la propiedad intelectua­l y la tecnología en la Universida­d Queen Mary de Londres, señala que la mayoría de los expertos en IA opinan que este umbral no se alcanzará hasta 2075, por lo que la legislació­n actual es suficiente. “Por lo tanto, no tiene mucho sentido que el régimen de patentes se prepare en la actualidad para un desarrollo tan especulati­vo”, afirma.

La mayoría de las respuestas a una consulta realizada en octubre de 2020 por la Oficina de Patentes y Marcas de EEUU coinciden en que la IA actual no puede inventar ni ser autora sin la intervenci­ón humana, por lo que las leyes de propiedad intelectua­l de EEUU ya contemplan la evolución de la IA.

Algunos tribunales han empezado a reconocer la contribuci­ón de la IA. El año pasado, el Tribunal Federal de Patentes de Alemania dictaminó que el inventor nombrado en una solicitud de patente debe ser una persona física, pero que un sistema de IA responsabl­e de la invención subyacente puede ser nombrado adicionalm­ente.

Los derechos de autor que protegen las obras de arte o la música son otro ámbito de la propiedad intelectua­l con el que el mundo jurídico tendrá que lidiar. Reino Unido es uno de los pocos países que protegen las obras generadas por un ordenador cuando no hay un creador humano. El autor de una obra generada por ordenador se define como la persona que toma las medidas necesarias para la creación de la obra.

Pero algunos críticos sostienen que la protección de los derechos de autor para estas obras es excesiva. Creen que los derechos de autor, con sus raíces en la autoría humana y el esfuerzo creativo, sólo deberían aplicarse a las creaciones humanas. El Gobierno británico acaba de concluir una consulta para examinar si es necesario cambiar la ley.

La situación es diferente en EEUU. La Oficina de Derechos de Autor del país deja claro que no registrará las obras producidas por la naturaleza, los animales o las plantas, y da otros ejemplos de las obras que no puede registrar, como un mural creado por un elefante y una canción que se dice que fue creada por el Espíritu Santo.

La IA ha sido añadida a la lista. A principios de este año, rechazó una pintura generada por la IA titulada A Recent Entrance to Paradise (Una entrada reciente al Paraíso). Thaler alegó que la propiedad de la máquina que la había creado lo convertía en titular de los derechos de autor, pero la oficina dijo que la imagen no era una obra de autor porque se requiere la autoría humana para obtener la protección de los derechos de autor en EEUU.

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