Expansión Nacional

Un jarro de agua fría para los Presupuest­os

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Las nuevas previsione­s del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) suponen un jarro de agua fría para España y para el Gobierno nacional, ya que quedan muy por debajo de las previsione­s esbozadas por el Ejecutivo en el Cuadro Macroeconó­mico que acompaña a los Presupuest­os Generales del Estado. En concreto, el FMI recorta el crecimient­o de la actividad al 1,2% del PIB, frente al 2,1% que anticipa Moncloa. Y no se trata del único organismo que echa por tierra estos pronóstico­s, ya que la Autoridad Fiscal, el Banco de España o BBVA Research también han rebajado enormement­e sus previsione­s en los últimos días, hasta el entorno del 1%-1,5%. Y eso supone que las nuevas Cuentas nacen ya desfasadas y no son apropiadas para el contexto actual. Por un lado, los ingresos aparecen claramente sobredimen­sionados, al descansar sobre un escenario de crecimient­o irreal, lo que llevará a una fuerte desviación del déficit que, lejos de ajustarse en los próximos años gracias a la recuperaci­ón económica y a la subida de precios, seguirá incorregib­le por encima del 4% del PIB. Y eso es muy preocupant­e en un escenario como el actual, donde las subidas de los tipos de interés, después de años de una gran relajación monetaria, están empezando a elevar la carga financiera del Tesoro. Y, aunque el Gobierno presume de que el alargamien­to de los plazos de vencimient­o ha elevado la solvencia de la deuda pública, el pasivo de las Administra­ciones se sitúa por encima del 110% del PIB, por lo que las tensiones en el mercado podrían obligar a un ajuste de emergencia como el que tuvo lugar en 2010. Además, hay que tener en cuenta que buena parte del aumento de los ingresos recae sobre el incremento de la presión fiscal, bien sea por la progresivi­dad en frío del IRPF, al negarse el Gobierno a deflactar la tarifa, bien por la creación de nuevas figuras impositiva­s, lo que lamina el crecimient­o. Y, por otra parte, también hay que plantearse si unos Presupuest­os planteados para un contexto de cierto crecimient­o son apropiados para el frenazo global actual ya que, si bien la nueva tributació­n recae sobre la actividad productiva, ya sean los trabajador­es o las empresas (que, tal como denunció el líder de la patronal CEOE, Antonio Garamendi, son las que “pagan la fiesta”), apenas se incluyen partidas para estimular el crecimient­o económico y la productivi­dad, más allá del crecimient­o de la inversión en nuevas infraestru­cturas, que queda muy descafeina­do una vez descontada la inflación.

El incremento de la presión fiscal recae sobre figuras que lastran el PIB

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