Claves para la transformación en el sector de la construcción
El crecimiento demográfico en los países emergentes, el envejecimiento en los países desarrollados, la tendencia hacia la urbanización y concentración en megaciudades, la descarbonización de la economía y la transformación tecnológica y digital serán los principales motores de crecimiento del sector de la construcción en las próximas décadas, dado que estas tendencias requerirán importantes inversiones en transporte, agua, gestión de residuos, infraestructura social, energías renovables y telecomunicaciones.
Sin embargo, el sector de la construcción se ha caracterizado en los últimos años por mantener bajos márgenes operativos y una rentabilidad en muchos casos inferior al coste de capital, consecuencia, entre otros factores, de una fuerte competencia internacional que ha llevado a muchas empresas del sector a asumir riesgos significativos en la contratación. Asimismo, este ha sido uno de los sectores de la economía que ha experimentado el crecimiento más bajo de productividad en los últimos 30 años. Por tanto, con el modelo de negocio actual será difícil que el sector sea capaz de obtener fondos para financiar y satisfacer la creciente demanda de infraestructuras a nivel global.
En este contexto, las empresas constructoras líderes se han embarcado en un proceso de transformación con el objetivo de mejorar su rentabilidad, mediante la activación de las siguientes palancas:
Eficiencia operativa ( ‘Smart Construction’ o Construcción Inteligente). Tanto las empresas de construcción, como sus clientes, buscan cada vez más desplegar e integrar tecnologías que permitan tomar decisiones basadas en datos, impulsar la programación dinámica y reducir las desviaciones en costes y plazos. Tecnologías como Building Information Modelling (BIM), la supervisión remota de proyectos mediante sensores y drones y los gemelos digitales que usan datos 3D para generar información en tiempo real, integrando estas tecnologías con la programación y el mantenimiento, son cada vez más utilizadas. Asimismo, los datos y la analítica avanzada están empezando a usarse para mejorar significativamente las estimaciones de costes utilizadas en las licitaciones. Por otra parte, el enfoque tradicional de gestión descentralizada de la industria podría verse afectado por un cambio de paradigma si se consolidan las tendencias hacia la industrialización a través de la estandarización, modularización y prefabricación de componentes, aplicando nuevas tecnologías y materiales en los procesos constructivos.
Control de riesgos y contratación. La búsqueda de una mayor eficiencia operativa debe ir de la mano de una mejora en el control de los riesgos en la fase de licitación de los proyectos. En este sentido, los modelos de contratación actuales, en general, no están distribuyendo adecuadamente los riesgos entre contratista y Administración, premian excesivamente el factor precio y están contribuyendo a que en el sector sean habituales los retrasos, las desviaciones de costes y la litigiosidad. No obstante, algunas jurisdicciones están implementando nuevos modelos de contratación tendentes a mejorar la distribución de riesgos, limitar las ofertas temerarias y aumentar la seguridad jurídica de los contratos para las partes a través del arbitraje o la mediación.
ESG. Los criterios en materia de medio ambiente, sociedad y gobernanza (ESG) van a tener cada vez más importancia en los modelos de contratación de las Administraciones, así como en la visión que de las empresas del sector tienen inversores, financiadores y el resto de stakeholders. La transición hacia infraestructuras sostenibles, la integración de la circularidad en los procesos de construcción, la priorización de objetivos de seguridad de empleados y subcontratistas, y el cumplimiento de objetivos de ESG por parte de las empresas del sector van a ser factores clave para su éxito futuro.
Colaboración público-privada. El impacto de la crisis en las finanzas públicas puede afectar a la capacidad de las Administraciones para financiar las inversiones en infraestructuras. En este sentido, la cooperación público-privada es un instrumento apropiado para canalizar la liquidez existente en el mercado hacia las inversiones en infraestructuras. Para que esto ocurra, las Administraciones deben establecer un marco regulatorio estable y predecible, que permita una apropiada distribución de riesgos entre el sector público y el sector privado, una apropiada supervisión de los contratos por parte de la Administración y la obtención de una rentabilidad adecuada para la inversión privada.
En síntesis, las limitaciones del modelo actual del sector podrían dificultar el cierre de la brecha global de infraestructuras prevista en las próximas décadas, a menos que las empresas de construcción transformen radicalmente su forma de operar y mejoren su eficiencia. Esta transformación, en la que la digitalización desempeñará un papel fundamental, junto con la mejora en los controles de riesgo y en los modelos de contratación, las inversiones relacionadas con los criterios ESG y el aumento de la cooperación público-privada, deberían permitir a las empresas satisfacer la creciente demanda de infraestructuras y, al mismo tiempo, lograr una rentabilidad sostenible a largo plazo.