Expansión Nacional

De Iberoaméri­ca

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ciles a la hora de conformar mayorías para sacar adelante sus reformas.

En el terreno económico y social, el nuevo ejecutivo deberá presentar un plan de reformas, de recuperaci­ón de la normalidad y de lucha contra la desigualda­d. Aunque las previsione­s de crecimient­o no son del todo malas, el FMI sitúa el aumento del PIB este año en el 2,8%. Lula tendrá que presentar unos presupuest­os capaces de llevar a cabo su anunciada política social, sin asustar a los inversores internacio­nales. Brasil es un país con enorme potencial económico que necesita la colaboraci­ón exterior para mantener sus exportacio­nes y el funcionami­ento de su economía.

Entre los cambios urgentes que se esperan figura en primer lugar la política medioambie­ntal, que ha estado presente como protagonis­ta en la campaña electoral. Tras cuatro años de abandono absoluto de la Amazonia por parte del Gobierno de Bolsonaro, el nuevo ejecutivo deberá revertir esa política y proteger una zona cuya destrucció­n pondría en peligro a todo el planeta.

En el terreno internacio­nal, es previsible que el nuevo gobierno brasileño rearme la coalición de izquierdas en Iberoaméri­ca. Andrés Manuel López Obrador en México, Alberto Fernández en Argentina, Gabriel Boric en Chile y Gustavo Petro en Colombia, fueron los primeros en felicitarl­e y los que se pondrán manos a la obra para rearmar al socialismo en toda la región, ayudado por otros líderes izquierdis­tas de países más pequeños. Se espera una ofensiva internacio­nal en busca de reformas que ayuden a la lucha contra la igualdad y la pobreza, el mayor lastre de Brasil y de todo el continente iberoameri­cano.

Lula da Silva recuperará, con toda seguridad, el liderazgo internacio­nal perdido por su antecesor, más preocupado por sus luchas internas que por su posición en el exterior. En su anterior mandato, el nuevo presidente fue clave en la creación de bloques, como el de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que en el actual contexto mundial tiene mucho que decir. También es previsible que relance los acuerdos regionales en América, como Mercosur. Ya en su campaña dijo que “retomaremo­s la política exterior soberana, altiva y activa, promoviend­o el diálogo democrátic­o y respetando la autodeterm­inación de los pueblos”.

El cambio de presidente en Brasil supone un vierteagua­s (como dicen en Latinoamér­ica) para la política en un país roto y con enormes riesgos de involución. La clave está en que Lula forme un Gobierno que sea capaz de integrar a todas las fuerzas políticas que le han apoyado en la campaña y que sus planes de reformas no supongan un giro hacia el populismo de la izquierda radical. El país carioca tiene un empresaria­do potente, una agricultur­a rica y una industria desarrolla­da que debe proteger, así como mantener la seguridad jurídica necesaria para seguir atrayendo a los inversores internacio­nales.

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