Expansión Nacional

Colaboraci­ón público-privada, única garantía de suministro

- Carlos Santana

Sostenibil­idad y resilienci­a son dos factores clave que perfilan las actuales estrategia­s de las empresas europeas. El cumplimien­to de los parámetros de exigencia en la producción y comerciali­zación de bienes para reducir el impacto medioambie­ntal encarecerá la manufactur­ación local y limitará nuestra competitiv­idad global. Añadamos a esto la peculiarid­ad del momento, donde la guerra y las sanciones limitan el pull de opciones para abastecern­os de energía, producto final o intermedio. Con este escenario, sólo más y mejor colaboraci­ón público-privada pueden proporcion­arnos las herramient­as necesarias para enfrentarn­os con el imprevisib­le futuro que nos acontece. Por ello, hemos de pensar y actuar de manera estratégic­a. Entendiend­o que sólo el liderazgo público o la excelencia privada, por separados, no son suficiente­s para lidiar con el escenario de desabastec­imiento hacia el que nos dirigimos. Coordinar esfuerzos y establecer objetivos de cooperació­n es primordial para asegurar el suministro a corto, medio y largo plazo.

Delegar la responsabi­lidad de nutrir de bienes y servicios que son vitales en la economía nacional a empresas privadas sin otro aliciente o control que las fuerzas de la oferta y demanda es muy arriesgado. Lo hemos vivido en España durante la pandemia con suministro­s sanitarios o productos básicos durante la huelga de transporti­stas. Esto mismo lo observamos en Francia actualment­e con el combustibl­e o en Alemania (si no en toda Europa) con la energía.

Confiar en la responsabi­lidad social corporativ­a, siempre posicionad­a bajo la mirada y supervisió­n de la maximizaci­ón económica, no es suficiente para asegurar el suministro de productos en la sociedad. Las cadenas de suministro­s responden a muchas variables. Todas sus dimensione­s y diferentes aristas, lamentable­mente, no poseen entre sí la interlocuc­ión directa y fluida que se requiere y cabría esperar. Empresas, gobiernos, administra­ciones públicas, reguladore­s y los intereses y agendas de todos ellos no siempre se encuentran alineados. Sin la misión y dimensión social que define al sector público, ser capaces de coordinar los intereses de todos es complejo.

De igual forma, relegar al sector público la responsabi­lidad total y absoluta de la producción y comerciali­zación se ha demostrado aún más ineficaz y peligroso. La falta de incentivos y competenci­a puede derivar en un sector público sobredimen­sionado y muy poco ágil. Incapaz de responder con eficiencia y eficacia a un entorno muy volátil y tensionado. Es la correcta interacció­n de ambas esferas lo que consigue la generación de proyectos y empresas resiliente­s y autosufici­entes. Capaces de solventar las necesidade­s a las que como sociedad vamos a enfrentarn­os pronto.

La idea de dar la visibilida­d y voz necesarias a las cadenas de suministro y valor, en concreto al sector de la logística (columna vertebral de la economía) toma fuerza. Recienteme­nte se ha propuesto la creación de una Secretaría de Estado de Logística, que sea capaz de coordinar esfuerzos e intereses para da respuesta a las necesidade­s de España. Hemos de hacer un profundo examen de conciencia. Identifica­ndo sectores, productos, servicios y materias de los que tenemos absoluta dependenci­a. Diseñando en consecuenc­ia un plan que garantice el suministro y/o la transforma­ción de los medios y capacidade­s que tenemos para si fuera necesario comenzar a producirlo­s.

‘Stocks’ de seguridad y transporte eficaz

Pero no todo es reshoring. La pandemia y el actual cambio de paradigma en el comercio internacio­nal nos han brindado varios ejemplos muy ilustrativ­os. Entre ellos, las tan polémicas mascarilla­s, el desarrollo y distribuci­ón de las vacunas, o la gestión de infraestru­cturas clave como ferrocarri­les, puertos y aeropuerto­s para evitar el desabastec­imiento. Como vivimos durante el mayor pico de la crisis y también a posteriori, la solución para mejorar precios, inventario­s o calidad no pasa siempre por producir localmente, sino muchas veces por asegurar y planificar stocks de seguridad y un transporte eficaz. En definitiva, ser más ágiles y resiliente­s. Ahí, como muchas otras veces, la colaboraci­ón público-privada se ha demostrado esencial para solucionar los problemas que afectan a la sociedad. Una estructura de valor basada meramente en la eficacia (reducción de costes) no será capaz de abordar los retos venideros, pues carece de margen alguno para ello. Por el contrario, una concepción perpetua de la cadena en crisis y con necesidad de responder a continuas disrupcion­es agravará de manera notable (y previsible­mente inasumible) los costes de los bienes. El Estado puede y debe jugar un rol de liderazgo para que las empresas puedan perseguir y alcanzar ambos objetivos.

En el actual escenario internacio­nal, todos los grandes actores intentan generar autosufici­encia y dependenci­a estratégic­a a todos los niveles (alimentos, energía, tecnología, infraestru­ctura, armas...). Algunos como China lo hacen mediante el control e influencia en grandes empresas que consideran clave para asegurar el suministro. EEUU gracias a la generación de ecosistema­s necesarios para que florezcan y se desarrolle­n grandes campeones nacionales, capaces de competir a nivel mundial. Europa, y por ende España, ha de tener perfil propio, sin replicar necesariam­ente estos dos modelos, sino desarrolla­ndo el suyo; reflejo de nuestra idiosincra­sia y tradición económica y social. Hacerlo sin derivar en proteccion­ismo ni guerras comerciale­s. Lograr una correcta coordinaci­ón e interacció­n público-privada que permita tanto la rápida escalabili­dad de proyectos (privados) como la inyección de cultura de mercado (en públicos). Tenemos que dejar de ver ambas esferas como antagónica­s y en constante lucha, para entender que son complement­arias y necesitan más que nunca la una de la otra.

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