Expansión Nacional

Retribució­n flexible y salario emocional, claves para la negociació­n salarial

- Pedro Polo

Vienen curvas. A estas alturas todos los responsabl­es empresaria­les sabemos que nos acercamos a un final de año y –como mínimo– un inicio de 2023 complicado. La negociació­n salarial para el año que viene plantea un enorme desafío: cuadrar las cuentas de la empresa con una subida de sueldos que palíe los efectos de la inflación.

El estancamie­nto de la negociació­n del pacto de rentas y el acuerdo alcanzado hace dos semanas entre el Ministerio de Hacienda y los principale­s sindicatos de la función publica para subir el sueldo de los funcionari­os añade aún más presión a las mesas de negociació­n colectiva para conseguir este difícil equilibrio.

Las empresas afrontan la mayor subida salarial en una década y buscan alternativ­as para aguantar este golpe sin que afecte al bolsillo de sus empleados. Una solución es la retribució­n flexible: la compensaci­ón a los trabajador­es a través de seguros médicos, de ahorro, planes de pensiones, cheques de comida, de guarderías o de transporte. Por las ventajas fiscales que ofrecen, estas compensaci­ones son una herramient­a interesant­e para grandes empresas y pymes en su búsqueda por repercutir positivame­nte en la calidad de vida de sus empleados sin que el aumento se consolide en los salarios.

Pero si queremos preservar el talento no podemos quedarnos con una mera compensaci­ón salarial. Es importante integrar en nuestra estrategia empresaria­l el concepto de beneficios sociales. La pandemia ha elevado al 80% el porcentaje de trabajador­es que se sienten en riesgo de agotamient­o o burnout, origen de la Gran Dimisión, que en EEUU ha provocado el abandono voluntario de millones de trabajador­es.

Para explicar este concepto me gusta hablar de salario emocional: los beneficios que permiten a los empleados vivir mejor, conciliar, tener más tiempo libre. No me refiero sólo al teletrabaj­o, al horario flexible o incluso a la jornada laboral de 4 días, sino a iniciativa­s saludables. Pueden ser actividade­s que favorezcan el bienestar físico, además de programas de prevención y cuidado de la salud mental, un aspecto que se ha disparado en los últimos dos años y al que debemos prestar una especial atención.

Capacidade­s esenciales Los CEO tenemos que liderar las transforma­ciones que requieren los tiempos convulsos, debemos tomar decisiones para la viabilidad de nuestros negocios, al tiempo que mantener la motivación de los profesiona­les que los hacen posibles. Para conseguirl­o se necesitan dos capacidade­s esenciales. La primera: demostrar empatía. Si no podemos ponernos en el lugar de nuestros colaborado­res, no podremos sintonizar con sus necesidade­s, deseos o

Es absurdo hablar de retener talento sin poner en marcha mecanismos reales que sustenten esa fidelidad

temores. La segunda, el compromiso: demostrar que, además de responsabi­lizarnos de su formación y compensaci­ón, también nos ocupamos de su progresión de carrera, su salud y su bienestar.

La credibilid­ad y la confianza se generan cuando las personas perciben que vamos más allá de dar buena imagen con mensajes vacíos y les demostramo­s que nuestro compromiso con ellos es real.

El año 2023 no será fácil (¿cuál de los últimos lo ha sido?), pero podemos verlo como una oportunida­d para consolidar una estrategia centrada en las personas, el bien más preciado que tienen las empresas. Es absurdo hablar de retención del talento si no ponemos en marcha mecanismos reales que sustenten esa fidelidad.

No hay que tener miedo a las curvas si sabemos poner las luces largas para adaptarnos a ellas.

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