COP 27: es momento de dejar atrás la inacción global
Recientemente, varias publicaciones médicas internacionales apuntaban en un editorial conjunto que “la crisis climática es producto de la inacción global”. Por desgarradora que pueda parecer esta afirmación, debemos ser consecuentes y aceptar que es real. Durante mucho tiempo hemos mirado hacia otro lado y no hemos actuado con firmeza. Esa falta de acción es lo que nos ha llevado a esta situación extrema que, por desgracia, estamos experimentando en primera persona. Europa está a la cabeza del calentamiento global según un reciente estudio de la Organización Meteorológica Mundial, y, el continente africano, por su parte, es uno de los más vulnerables al cambio climático tanto desde un punto de vista ambiental como social. De todo esto se hablará en la COP27, que se está celebrando estos días en Egipto, en la que se esperan alcanzar compromisos importantes de cara a revertir la situación actual.
Es momento de reflexionar acerca de nuestra falta de acción y, tomando como ejemplo a quienes ya han empezado, “comenzar a hacer”. Y es que, aunque pueda parecer lo contrario, también es cierto que son muchos los actores sociales que llevan ya tiempo activando y poniendo en marcha medidas para contener la crisis climática. A la vista está que por el momento estas acciones no han dado el fruto que esperábamos y tampoco son suficientes, pero no por ello debemos infravalorarlas.
Todos, sin excepción, tenemos responsabilidad en la emergencia climática y debemos pasar a la acción con urgencia. En este sentido, las empresas son, sin duda, agentes clave en esta labor. Está más que demostrado que las compañías ejercen un efecto tractor del cambio sobre el resto de la sociedad y, de cara a conseguir multiplicar los impactos positivos, juegan un papel esencial. Pero para que funcione, se debe hacer sin dejar a nadie atrás: requiere la implicación de compañías de todos los tamaños y sectores, con la vista puesta en compartir (en lugar de competir) y con la convicción de que el reto al que se enfrentan es conjunto, por lo que las acciones que pongan en marcha deben tener como objetivo algo más que diferenciarse de la competencia. Y por supuesto, no pueden hacerlo solas: requieren apoyos en conocimiento y financiación.
Es por ello crucial que el interés y el compromiso empresarial en materia medioambiental aumenten día tras día y, por fortuna, así está siendo. Al menos en el caso de las compañías españolas, pues en la última Consulta Empresarial sobre desarrollo sostenible elaborada por el Pacto Mundial de Naciones Unidas el 58% de las empresas consultadas indicó que dispone ya de una política ambiental. En línea con lo que apuntaba antes, es un indicador positivo porque implica que el sector ha tomado conciencia; la clave es materializar en acciones concretas este compromiso.
Economía circular
Por otro lado, en cuanto a las medidas empresariales más populares para la lucha contra el cambio climático, esa misma consulta muestra que las empresas españolas ponen el foco en la aplicación de procesos de economía circular. De nuevo, es un ejemplo de que el sector ha comprendido que hay otra manera de producir y que este modelo es la única opción viable para tener un futuro. A este respecto, es reseñable el hecho de que las medidas aplicadas para transitar hacia el ansiado modelo circular han pasado de ser implementadas por el 44% de las empresas en el año 2020 a serlo por el 51% en 2022.
Este aumento del compromiso empresarial lo advertimos también por parte de las empresas que forman parte de Ecoembes. Y no es para menos, puesto que llevamos más de 20 años acompañándolas en este camino que tiene como objetivo fomentar la circularidad de sus envases aplicando, entre otras, un importante número de medidas de ecodiseño con el objetivo de reducir el impacto ambiental de estos productos.
Si algo podemos sacar en claro de todo lo expuesto, es que la COP27, más allá de adoptar medidas en ciertas cuestiones esenciales para hacer frente a la emergencia climática o, dicho de otro modo, superar la inacción global, debe poner el foco en extraer aprendizajes de los errores y también de los aciertos alcanzados.
Como problema global, requiere de la participación de todos los sectores de la sociedad. El sector empresarial, por su parte, ha dado algunos pasos que demuestran que hay compromiso por aportar a la solución. Aun así, tiene una gran responsabilidad en este asunto y muchos retos todavía que abordar para que el cambio sea de la envergadura que el planeta requiere.