España urge a Bruselas a actuar ante el precio de los fertilizantes
La guerra en Ucrania, el riesgo de recesión y las presiones de los grandes productores de energía han frenado los avances que se esperaban en la 27 Cumbre del Clima que se clausuró este fin de semana en Egipto. La buena noticia es la creación de un fondo de compensación de 100.000 millones de dólares a los países más afectados por el cambio climático. Pero la gran decepción ha sido la falta de compromiso para eliminar progresivamente el uso de los combustibles fósiles.
La madrugada del domingo fue la más larga en muchos años en Sharm el Sheij, el extraño lugar elegido para celebrar la COP 27. Los representantes de los 200 países que han participado en la cumbre consiguieron cerrar un acuerdo decepcionante, salvo por la creación de un fondo para resarcir a las naciones más perjudicadas por las consecuencias de la emergencia climática. Era una vieja pretensión desde hace 30 años que se ha conseguido acordar, aunque faltan muchos detalles por cerrar.
La creación de este fondo supone, sin duda, un avance muy importante para los países pobres, que llevan años asistiendo a un espectáculo en el que los tres estados más contaminantes del mundo (Estados Unidos, China y la India) incumplían sus compromisos de reducción de los gases de efecto invernadero, con consecuencias nefastas para una parte importante del globo. En esta ocasión, la constatación del aumento de episodios extremos en las naciones más vulnerables ha hecho posible llegar a ese compromiso de solidaridad.
Inicialmente, las grandes potencias globales (EEUU, la Unión Europea y Japón) se mostraban reacias a lanzar este fondo, por las consecuencias que podrían tener en forma de reclamaciones multimillonarias en el futuro. Sin embargo, ante la falta de avance en otros asuntos cruciales, han terminado cediendo ante lo que los países más vulnerables exigían como justicia climática. O lo aceptaban, o la cumbre concluía como un enorme fracaso.
Los términos del acuerdo son algo vagos, aunque limita las ayudas a los países más vulnerables (la pretensión inicial es que incluyera a todos los países en vías de desarrollo) y amplía el grupo de naciones que participarán en su dotación económica, que no solo incluirá a los estados de la OCDE, sino también a otras potencias como China. El texto se refiere también a la posible participación financiera de los organismos multilaterales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Todos estos asuntos tendrán que concretarse a lo largo del próximo año, pero el compromiso se ha alcanzado.
En lo que no se ha avanzado en el COP27 es en aumentar los compromisos en las emisiones de gases de efecto invernadero. Las peticiones de la UE han caído en saco roto, en parte por los efectos que podría tener sobre el crecimiento mundial ya muy dañado por la guerra en Ucrania. Las previsiones de crecimiento económico han sido revisadas a la baja durante los últimos trimestres por todas las agencias internacionales y el fantasma de la recesión está muy presente para el primer trimestre de 2023.
1,5 grados
En estos momentos, el calentamiento global se sitúa en 1,1 grados sobre los niveles preindustriales, una cota que hace difícil cumplir el objetivo de limitar la subida de temperaturas a 1,5 grados. Por eso, los representantes de la Unión Europea pedían un mayor compromiso por parte de los países más contaminantes, algo que no han conseguido, por la negativa sobre todo de China, primer emisor mundial de gases de efecto invernadero, con más del 30% del total mundial.
Ese ha sido el gran fracaso de Cumbre del Clima de Egipto. Aunque no han dado marcha atrás respecto a los compromisos de la anterior cumbre, en Glasgow, tampoco han avanzado como se esperaba. Los planes para descarbonizar la economía han sido ignorados hasta tal punto que el domingo pasado los principales representantes internacionales hablaban de fracaso de la cumbre. La aprobación del fondo de compensación a los países más vulnerables compensó un poco esa sensación de haber fracasado, pero los primeros análisis de la reunión apuntan a que no se han cumplido, ni mucho menos, los objetivos buscados. Tampoco se ha avanzado en otro asunto importante, como el compromiso para la reducción progresiva de los combustibles fósiles. Frente al avance conseguido en Glasgow respecto a la limitación del uso del carbón, en Egipto no se ha conseguido incluir ni una sola frase sobre el gas y el petróleo.
El mundo sale de la 27 Cumbre del Clima sin avances destacados en la lucha contra una emergencia climática que avanza mucho más rápido de los previsto en las reuniones anteriores en París y Glasgow. No solo han afectado las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania, sino también la presión de los países productores de gas y petróleo y de las grandes multinacionales del sector, cuyos lobbies están presentes en cada decisión.
La crisis climática obliga a impulsar un nuevo modelo energético, apoyado en la sostenibilidad y la eficiencia, algo en lo que no se está avanzando e la velocidad deseada. Según los expertos, no se conseguirá frenar los terroríficos efectos del calentamiento global, si no se reducen las emisiones mundiales en un 45% en 2030 respecto a 2010, mientras que los planes actuales limitan esa caída a un máximo del 10%.
Por eso, hubiera sido necesario, imprescindible, obtener compromisos mucho más ambiciosos respecto a lo que se denomina la mitigación de las emisiones. De poco han servido los múltiples informes presentados antes de la cumbre sobre los nefastos efectos del calentamiento global y los daños irreparables sobre el medio ambiente y la calidad de vida en el planeta. Era el momento de dar un paso adelante en las exigencias a los grandes países contaminantes, pero la ambición ha brillado por su ausencia.
Mientras los representantes políticos se afanaban por explicar los logros obtenidos en la COP27, las principales organizaciones ecologistas ponían de manifiesto que la cumbre ha sido una nueva ocasión perdida para afrontar los graves problemas que está causando el calentamiento global. Greenpeace o WWF han dado la bienvenida al Fondo de Financiación para Pérdidas y Daños, pero han llamado la atención sobre la falta de compromisos reales para frenar el deterioro del planeta.
En el nuevo orden mundial que se está creando, sería un grave error centrarse solamente en los equilibrios políticos, económicos, sociales y de defensa y olvidar lo que probablemente sea el primer problema del planeta: la emergencia climática. Los grandes bloques (EEUU, China y la UE) deben ejercer ese liderazgo de forma más activa, plantear objetivos mucho más ambiciosos y cumplir los compromisos adquiridos. No basta que evitar pasos hacia atrás; hay que avanzar en la lucha contra lo que puede ser un desastre planetario. Pasa y el tiempo y se echa en falta más ambición en la implementación de esas políticas.
El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, defendió ayer que la Comisión Europea adopte medidas concretas urgentes y ambiciosas para asegurar el abastecimiento de fertilizantes a los agricultores, ya que se trata de unos productos imprescindibles para garantizar los rendimientos de los cultivos y el abastecimiento suficiente de alimentos a la población.
Planas presentó en el Consejo de Ministros de Agricultura de la Unión Europea una comunicación apoyada por 15 Estados miembros que plantea una serie de acciones a corto, medio y largo plazo para asegurar la disponibilidad de fertilizantes a precios asequibles. Esta propuesta complementa la comunicación realizada por la propia Comisión, que para el ministro español constituye un muy buen análisis de la situación, pero resulta “poco ambiciosa y sin un suficiente nivel de concreción”, según informó el Ministerio en un comunicado.
El titular de Agricultura sostuvo que es necesario dar certidumbre a los agricultores con medidas concretas en un momento en el que ya están tomando decisiones sobre siembra, para evitar que descarten o reduzcan de manera importante la fertilización de los cultivos.
Alza del 149%
Los fertilizantes, recordó Planas, actúan como nutrientes de los cultivos y su uso resulta imprescindible para garantizar los rendimientos de las producciones y que éstas alcancen un nivel suficiente. Pero ahora mismo hay un grave problema de accesibilidad a ellos, ya que han sufrido un importante encarecimiento –un 149% entre septiembre de 2021 y septiembre de 2022 en la Unión Europea– como consecuencia de los altos costes de la energía, ya que el gas es una materia básica indispensable para su fabricación. Este encarecimiento de los costes ha tenido entre sus consecuencias el cierre de la mitad de las plantas europeas de fabricación de amoniaco. El ministro abogó por que Bruselas busque mecanismos de apoyo más allá que autorizar un incremento de ayudas de Estado.
No se ha avanzado en un mayor compromiso en las emisiones de gases de efecto invernadero