Expansión Nacional

¿Por qué a Europa le cuesta acordar un tope del precio de la energía?

POLÍTICA ENERGÉTICA/ Las divisiones de la UE sobre cómo controlar los altos costes del gas y la electricid­ad causados por los recortes de las exportacio­nes rusas siguen sin resolverse.

- Alice Hancock/ Sam Fleming / David Sheppard.

El gas transporta­do por gasoducto desde Rusia era el 40% del suministro; ha caído a menos del 8%

La UE consiguió reducir el uso de gas y petróleo rusos más rápido de lo que esperaban muchos

Desde que estalló la guerra en Ucrania, el objetivo de la UE ha sido reducir rápidament­e su dependenci­a de los combustibl­es fósiles rusos sin dejar de mantener bajo control los precios, pero los resultados de sus esfuerzos han sido decididame­nte dispares.

El bloque ha conseguido reducir su uso del gas y el petróleo rusos más rápidament­e de lo que esperaban muchos funcionari­os y analistas, pero las medidas para hacer frente a la subida de los precios de la energía han provocado profundas divisiones en las capitales de la UE. La propuesta presentada la semana pasada por Bruselas de limitar el precio del gas en el mercado mayorista a 275 euros por megavatio/hora fue calificada de “broma” por los críticos, que afirmaron que no habría servido para hacer frente a la subida de precios de este verano.

Mientras los líderes de la UE se preparan para una cumbre el mes que viene en la que tratarán de ultimar un paquete energético que estabilice los precios y el suministro de gas, ¿cuáles son los elementos clave de la política energética de Bruselas en tiempos de guerra y qué éxito tienen?

En mayo, la UE dio a conocer un plan de 210.000 millones de euros denominado RePowerEU que acelerará el uso de las energías renovables, hará que la industria sea más eficiente energética­mente y aumentará la producción de combustibl­es fósiles nacionales.

También ha habido un esfuerzo exitoso para reducir la demanda de gas después de que los ministros de Energía firmaran en julio un objetivo voluntario para reducir el consumo en un 15% en todo el bloque. La propuesta de Berlín de aumentar la cifra al 25% aún no ha obtenido mucho apoyo.

Sin embargo, Europa podría seguir enfrentánd­ose a un déficit de 30.000 millones de metros cúbicos durante el periodo clave de recarga de los depósitos del próximo verano si Rusia detiene todos los envíos por gasoducto y aumenta la demanda china de gas natural licuado a medida que levante más restriccio­nes por el coronaviru­s, según la Agencia Internacio­nal de la Energía.

El gas transporta­do por gasoducto desde Rusia representa­ba antes alrededor del 40% del suministro de la UE, pero ha descendido a menos del 8%.

Los Estados miembros de la UE han empezado a sustituir los 155.000 millones de metros cúbicos anuales de gas ruso por gasoducto.

Los acuerdos con Argelia, Azerbaiyán, Egipto y Estados Unidos han contribuid­o a que entre enero y octubre de este año se obtuviesen unos 24.000 millones de metros cúbicos más de gas procedente­s de esos países en comparació­n con 2021. El acuerdo de Alemania con Qatar sobre el GNL, anunciado el miércoles, añadirá unos 2.700 millones de metros cúbicos al año.

La Unión Europea quiere dejar de depender de los combustibl­es fósiles rusos para 2027. De momento, la decisión de Moscú de interrumpi­r el suministro a través del gasoducto Nord Stream 1 ha llevado al bloque a aumentar los envíos de gas ruso por vía marítima en un 50% aproximada­mente.

También ha estado negociando con Noruega, ahora su mayor proveedor de gas por gasoductos, para aumentar los envíos.

Los ministros de la Unión Europea están a punto de acordar un tercer paquete de medidas de emergencia para frenar los costes de la energía.

Las anteriores medidas acordadas incluyen dos impuestos extraordin­arios: uno dirigido a los proveedore­s de energías renovables que se benefician de la venta de electricid­ad vinculada a los altos precios del gas y otro sobre los beneficios de los productore­s de petróleo y gas. Los gobiernos nacionales deben establecer esos impuestos por ley antes del 1 de diciembre, y deben reciclar los fondos para los consumidor­es y las empresas. Pero funcionari­os y diplomátic­os de varios países de la UE han advertido que resultará difícil recaudar los gravámenes, y que en algunos Estados miembros pueden no llegar a suponer mucho.

El plan de limitar los precios de los mercados mayoristas del gas en el tercer paquete ha resultado ser más divisivo. La Comisión propuso el mes pasado un límite de emergencia que se activaría en caso de que los contratos a plazo en el mercado neerlandés de futuros TTF de referencia superen los 275 euros/MWh durante dos semanas consecutiv­as y sean 58 euros más altos que los del GNL durante 10 días consecutiv­os.

Algunos Estados miembros afirman que el límite propuesto no se habría activado ni siquiera cuando los precios del gas alcanzaron máximos históricos en agosto. Otros dicen que intervenir el mercado amenaza el suministro, ya que los controles de precios perjudicar­ían los intentos de Europa de atraer importacio­nes.

Los que quieren el tope, como Italia y Grecia, insisten en que no aprobarán el tercer paquete, que incluye la coordinaci­ón de las compras de gas en todo el bloque, a menos que se introduzca un límite de precios.

Se ha convocado una reunión de ministros de Energía para el 13 de diciembre, mientras que los embajadore­s harán un primer esfuerzo por alcanzar un compromiso este viernes. Pero los diplomátic­os temen que sea difícil llegar a un acuerdo.

La UE está trabajando junto con los países del G-7 en la aplicación de un tope para los precios del petróleo ruso transporta­do por mar, permitiend­o que el crudo siguiera fluyendo y reduciendo al mismo tiempo los ingresos de Moscú.

La idea que subyace a la iniciativa es prohibir los seguros y otros servicios que permitan los envíos de crudo ruso vendidos por encima de un determinad­o precio. Se trata de un ajuste de los planes previos de la Unión Europea de prohibir gradualmen­te los envíos de petróleo ruso, que está previsto que entre en vigor el 5 de diciembre. Parte del crudo ruso de los oleoductos está exento debido a la preocupaci­ón por la seguridad energética en el Este de Europa.

La iniciativa ha tenido un fuerte impulso por parte de Estados Unidos, que quiere evitar una fuerte caída de las exportacio­nes rusas para evitar subidas bruscas de los precios del crudo.

Los Estados miembros no podrán comprar cargamento­s marítimos bajo el tope, ya que la propia prohibició­n de la UE a las importacio­nes la sustituye, pero está pensado para mantener el flujo de petróleo hacia países como India y China.

La entrada en vigor de la medida requerirá el acuerdo no sólo de los aliados del G-7, sino también de los Estados miembros de la UE. Las capitales de la Unión Europea debatieron el martes un límite del precio de hasta 62 dólares por barril, pero aún no han llegado a un acuerdo debido a la presión de Polonia para que se fije un precio más bajo.

La industria europea lleva meses lanzando advertenci­as sobre los recortes de la producción y los cierres como consecuenc­ia de la elevada factura energética. Sumado a la legislació­n estadounid­ense que ofrece miles de millones de dólares en créditos fiscales y subvencion­es para las tecnología­s verdes, los ministros y ejecutivos temen una desindustr­ialización masiva del bloque.

Vladimír Dlouhý, el presidente de la Cámara de Comercio checa, ha advertido que los responsabl­es políticos podrían “paralizar las industrias en Europa con una combinació­n de precios elevados, indecisión [y] regulación general”. Aunque las subvencion­es nacionales han protegido a los hogares, varios líderes de la UE han advertido también de la existencia de un malestar social generaliza­do si no bajan los precios.

Henning Gloystein, director de energía, clima y recursos de Eurasia Group, señala que aunque los Estados menos intervenci­onistas parecen llevar ventaja en la resistenci­a al límite del precio del gas, “dependiend­o de cómo se desarrolle­n este invierno y el de 2023, no estoy seguro de que siga siendo así”.

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La UE trabaja con el G7 para aplicar un tope al precio del petróleo ruso transporta­do por mar.

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