Un Brasil inestable que inquieta a las empresas
Pese al fracaso del asalto a las principales instituciones del Estado brasileño por parte de seguidores radicales del expresidente Jair Bolsonaro, la mayor economía iberoamericana sufre un periodo convulso que aumenta el riesgo para las empresas españolas con presencia en este mercado. La extrema polarización política del país configura un marco inestable para el recién iniciado mandato de Lula da Silva, quien después de su estrecha victoria electoral de octubre necesitó pactar con numerosos partidos de signo contrario para formar una mayoría parlamentaria que apoye a su gobierno. Pero buena parte de los votantes de Bolsonaro no aceptan el resultado de las urnas porque, cuando éste aún ocupaba la Presidencia, sembró durante meses dudas sobre la limpieza del sistema de voto electrónico y se negó a realizar el traspaso de poder a Lula. El expresidente tardó siete horas en rechazar de forma matizada desde su autoexilio en Estados Unidos la violenta invasión de las sedes oficiales en Brasilia, culpando a la izquierda de fracturar a la sociedad. Por eso, revertir el daño causado a la credibilidad de las instituciones brasileñas será muy costoso. El inédito comunicado de Lula junto a los presidentes del Congreso, el
Senado y el Tribunal Supremo rechazando el ataque a los poderes democráticos es tranquilizador. Sin embargo, el líder izquierdista, que asumió de nuevo la Presidencia el día 1 con la promesa de volver a unir al país, se verá impelido a tomar medidas contra los extremistas que apoyan a Bolsonaro. Más de un millar de ellos fueron detenidos al desalojar la policía el campamento que mantenían desde hace semanas frente al cuartel general del Ejército y también fue destituido el gobernador del Distrito Federal, Ibaneis Rocha, afín al expresidente, por no evitar el asalto. En adelante, Lula debe ser capaz de mantener la unidad institucional y evitar que se agrave la división de la sociedad, pues eso dificultaría la puesta en marcha de su ambiciosa agenda social y medioambiental, además de debilitar su liderazgo en la región. Brasil necesita captar nuevas inversiones para revitalizar su economía tras más de una década de lánguido crecimiento y excesivo endeudamiento público. La fortaleza de sus instituciones democráticas será clave para calmar a las empresas, entre ellas las españolas, que con más de 40.000 millones de euros de saldo vivo forman el segundo mayor contingente inversor en Brasil, con Santander, Iberdrola, Telefónica, Mapfre y Naturgy al frente.
Lula debe mantener la unidad de las instituciones y evitar que se agrave aún más la división social