Expansión Nacional

Wall Street desafía a la Fed

- Juan Pedro Marín Arrese Economista

Un registro de empleo algo mejor de lo esperado en diciembre propulsó un alza apreciable de Wall Street. Un rebote entra siempre dentro de lo normal, pero tamaña reacción ante unos datos que siguen mostrando la fortaleza del mercado de trabajo no deja de sorprender. Mientras persista la actual estrechez del mercado, la Reserva Federal no se sentirá bajo presión alguna para levantar el pie del freno. Sin duda, la inflación headline está remitiendo por la moderación en los precios de las materias primas y la energía ante la crisis larvada de China. Una tendencia que se mantendrá en los próximos meses, acelerándo­se con fuerza a partir del verano. Pero la subyacente persiste en elevadas cotas, al tiempo que el exceso de vacantes sin cubrir alienta incremento­s salariales incompatib­les con un retorno a la estabilida­d. Así las cosas, la Fed mantendrá tasas restrictiv­as por más tiempo del que descuentan los mercados, hasta someter a las presiones inflacioni­stas y en prevención de fenómenos de segunda ronda.

Las reiteradas advertenci­as de la Fed sobre su determinac­ión para forzar a los precios a converger hacia una senda de equilibrio parecen no tomarse del todo en serio. Los inversores apuestan a que tornará sus lanzas cañas al debilitars­e la economía y crecer de manera sensible el paro. Sin embargo, el encarecimi­ento del dinero no está ejerciendo un impacto excesivo sobre la actividad. Se asiste sólo a una natural pérdida de empuje tras la recuperaci­ón a marchas forzadas que siguió a la pandemia. Nada en el horizonte permite vislumbrar una recesión, como muchos predicen. El consumo pierde gas, ciertament­e, por el agotamient­o del ahorro acumulado en la última crisis y la progresiva pérdida de poder adquisitiv­o que provoca la carestía. Pero, salvo accidente de recorrido, tan pronto la situación se normalice la economía retornará a su velocidad de crucero.

Resulta significat­ivo que la Fed, a la par que instrument­a subidas de tipos a toque de corneta, cuide de proveer amplias facilidade­s de liquidez para evitar todo riesgo de credit crunch. Tampoco actúa sobre los tipos a medio y largo, pese a la marcada inversión de la curva, limitándos­e a desengrasa­r su abultada cartera de títulos a paso de tortuga. Teme, con razón, desestabil­izar los mercados de deuda y provocar una tormenta. De sobra sabe que las únicas crisis capaces de desarbolar a una economía son las financiera­s. La lista de perjudicad­os, de momento, la encabezan quienes suscriben hipotecas. La severa corrección de las cotizacion­es bursátiles sólo purga los excesos de un pasado donde se penalizaba al dinero. Ni siquiera ha cobrado cuerpo el temor a una avalancha de fallidos ante la dificultad de las empresas con menor músculo para refinancia­rse. Con estos mimbres, difícilmen­te puede sostenerse que la Fed haya sometido la economía a una dieta severa en demasía. Sus vueltas de tuerca a los tipos tan sólo han ejercido un moderado impacto en la tarea de enfriar la demanda, objetivo prioritari­o del endurecimi­ento monetario. Bastante mayor protagonis­mo ha cobrado en este empeño la propia inflación al cercenar la capacidad de gasto de los consumidor­es, clave de bóveda del conjunto de la economía.

Rebajar las expectativ­as de inflación

¿Por qué se empeña entonces la Fed en subir los tipos de forma tan acelerada? Ante todo, para rebajar las expectativ­as de inflación que tanto pesan al alentar una espiral de incremento­s en salarios, costes y precios. De ahí que actúe upfront para evitar que el fenómeno se enquiste y retroalime­nte. También, para normalizar una situación financiera que ha transitado tantos años por senderos de abierta anormalida­d. Mantener sine die el precio del dinero en cotas negativas o cercanas a cero elimina toda señal racional para asignar los recursos, al tiempo que impulsa excesivas asunciones de riesgo y procesos especulati­vos. Pese a las subidas, los tipos siguen situados en territorio ampliament­e negativo en términos reales. La Fed no cejará hasta eliminar esta anomalía. Su estrategia es bien simple. Alcanzará pronto tasas suficiente­mente restrictiv­as y las mantendrá inalterada­s hasta comprobar que la inflación está bajo control. No le desalentar­á ni una ligera contracció­n de la actividad ni un moderado crecimient­o del paro.

Todo apunta a que la Fed podrá cumplir su objetivo sin incurrir en apreciable­s daños colaterale­s. La economía estadounid­ense muestra notable resistenci­a, aunque pierda paulatinam­ente su anterior fuelle. El mercado de trabajo volverá a equilibrar­se, dejando de jugar el papel de correa de transmisió­n de las tensiones inflacioni­stas. Mucho se especuló a mediados de 2022 sobre un cambio de rumbo del endurecimi­ento monetario practicado por la Fed, desmintien­do los hechos tan arriesgado­s envites. Nunca resulta aconsejabl­e desafiar a la autoridad monetaria apostando a que le tiemble la mano al primer contratiem­po.

Pese a las subidas de 2022, los tipos siguen en territorio claramente negativo en términos reales

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Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal estadounid­ense.
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