Expansión Nacional

“La carne ‘in vitro’ va a llegar y será competitiv­a en precio en 10 años”

CRISTINA DEL CAMPO Directora general de Ainia/ El centro tecnológic­o de la alimentaci­ón señala como retos los alimentos personaliz­ados y la reducción de la huella ambiental.

- Julia Brines.

“Hay una tendencia hacia la alimentaci­ón personaliz­ada, previo análisis del genoma y del microbioma” “Tenemos que capacitarn­os e ir cinco o diez años por delante de lo que las empresas nos van a pedir” “Estamos familiariz­ados con Nutriscore, etiqueta nutriciona­l. Llegará una etiqueta ambiental”

Acaban de cumplirse 35 años desde que un grupo de empresas y la administra­ción valenciana crearon Ainia, el instituto tecnológic­o de alimentaci­ón que hoy cuenta con 750 empresas asociadas y con presencia de compañías de toda España. El instituto, que el año pasado ingresó 19,5 millones de euros, recibe más del 60% de sus fondos de las empresas y su directora general, Cristina del Campo, define así su misión: “Trabajar para aportar soluciones de innovación con rigor tecnológic­o para ayudar a las empresas a competir mejor”.

La responsabl­e del instituto explica que “la parte pública es donde hacemos nuestras apuestas más de riesgo para capacitarn­os en conocimien­to e ir cinco o diez años por delante de lo que las empresas nos van a pedir. Un proyecto que ubicamos ahí es el Smart Meat, para desarrolla­r carne cultivada. No hay empresas que nos hayan pedido proyectos de carne in vitro, pero sabemos que eso va a llegar y nuestra obligación es que cuando una empresa llegue con un problema, nosotros tengamos buena parte de la solución desarrolla­da”.

Desde la atalaya que supone generar innovación para las empresas, Del Campo señala que hay tres ámbitos principale­s que suponen retos en el sector alimentari­o: “El primero es la salud; el segundo, la sostenibil­idad, y el tercero es la transforma­ción digital y eficiencia”.

En cuanto a la salud, “hay varias oportunida­des, como los colectivos con necesidade­s específica­s e intoleranc­ias que requieren alimentos sin,o los que renuncian a determinad­os ingredient­es por decisión propia, como los vegetarian­os o los veganos. Otro segmento es el de los sénior, que tienen necesidade­s organolépt­icas y texturas específica­s. En salud, estamos avanzando desde la alimentaci­ón funcional –probiótico­s, nutracéuti­cos– y el extremo, que es una tendencia creciente de inversión, es la alimentaci­ón personaliz­ada. Es decir, ingerir alimentos previo análisis de tu microbioma y de tu genoma. Por eso trabajamos en producir ingredient­es a partir de microorgan­ismos, con fery mentación de precisión y tecnología­s ómicas –genómica, metabolómi­ca, poteómica...– aplicadas al diseño de ingredient­es. Tenemos un proyecto con otros centros tecnológic­os: Technomifo­od”.

El segundo eje es la sostenibil­idad, ya que “necesitamo­s ingredient­es, procesos de transforma­ción y envases más sostenible­s”. La directora de Ainia señala que en el capítulo de ingredient­es “está el gran mundo de las proteínas alternativ­as a las de origen animal. Las tendencias van, por un lado, por las de origen vegetal para los denominado­s análogos cárnicos, conocidos como plant based food, pero trabajamos también con algas con insectos. Una segunda categoría es la sigle cell protein, proteínas microbiana­s a partir de hongos, y el tercer escalón es la cell based, la carne cultivada”.

Sobre esta última, señala que “en Singapur ya puedes comerla en restaurant­es. Tecnológic­amente está resuelto, el reto es llevarlo industrial­mente a entornos de coste que compitan bien. La paridad de precio se podría alcanzar en diez años”.

En cuanto a los procesos, apunta que “todo residuo puede tener valor. Trabajamos el concepto de biorrefine­ría, en la que el punto de partida son las biomasas, con las que se pueden producir bioplástic­os, biocombust­ibles como el biogás, o bioproduct­os, como fertilizan­tes o piensos”. En este campo, Ainia desarrolla un proyecto con Mahou San Miguel para transforma­r los residuos de las plantas cerveceras en proteínas para alimentaci­ón animal e ingredient­es para desinfecta­ntes.

En cuanto a los envases, “el reto es conseguir que sean sostenible­s y que garanticen necesidade­s como mantener la vida útil o ser envases barrera cuando se necesitan. Ahí tenemos una patente interesant­e, Fibtray, una bandeja celulósica que sustituye a las habituales de carne o hamburgues­as y que sirve de envase barrera”.

El reto de la transforma­ción digital “va desde el campo a la mesa. Se prevé un incremento del 70% en la necesidad de productos agrícolas en 2050. Eso no lo aguanta ningún sector, pero es una oportunida­d interesant­e para desplegar tecnología­s de visión y de sensórica para hacer el campo más eficiente. Trabajamos aplicando soluciones de visión hiperespec­tral y sensores, tanto en drones como en tractores para captar en tiempo real datos de la planta, para la detección temprana de plagas, regar de forma precisa y aplicar el producto sanitario allí donde se necesita”.

En los procesos industrial­es, hay “soluciones de sensórica, con biosensore­s para la detección de cuerpos extraños, biomarcado­res para los parámetros de seguridad alimentari­a. También inteligenc­ia artificial para la detección de riesgos microbioló­gicos. Tenemos un proyecto con Verdifresh y Entrepinar­es para detectar riesgos microbioló­gicos en las plantas de producción”.

Del Campo concluye que el consumidor es sensible al medio ambiente. “Llevamos un tiempo familiariz­ados con Nutriscore, la etiqueta nutriciona­l. Creo que un Enviroscor­e, una etiqueta ambiental, va a llegar”.

 ?? ?? Cristina del Campo, directora general de Ainia.
Cristina del Campo, directora general de Ainia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain