Con el foco en las tecnológicas
El ajuste en la valorización de las empresas tecnológicas se ha tomado un respiro. Se está produciendo un mini rebote liderado por algunas de las mayores compañías. Si 2021 fue un año récord para la inversión del capital riesgo y las capitalizaciones de mercado multimillonarias, y 2022 fue el peor año para las acciones desde la crisis financiera, ¿será 2023 el año de la recuperación o del repliegue? Es poco probable que las ofertas públicas de venta vuelvan a arrancar pronto. Según datos de EY, el año pasado la actividad de OPV en Estados Unidos alcanzó su nivel más bajo en dos décadas. La firma de redes sociales Reddit, la start up de reparto de comestibles Instacart y la fintech Stripe están a la espera. Pero los factores que secaron el mercado de las OPV apenas han variado. La inflación puede haber tocado techo, pero se espera que los tipos de interés sigan subiendo.
Aunque las predicciones de una recesión económica se hayan suavizado, la subida de los tipos pesa sobre los grupos que registran un alto crecimiento, pero no beneficios. Esto incluye a los valores cotizados. Las valoraciones siguen estando altas según algunos indicadores.
El índice Nasdaq, de gran peso tecnológico, se mantiene por encima de los niveles anteriores a la pandemia. Para convencer a los inversores de que los precios no tienen por qué seguir cayendo, se esperan más anuncios de recortes de empleo y otras medidas de ahorro este año. Incluso después de los despidos del año pasado, muchas empresas siguen siendo notablemente más grandes que antes de la pandemia. En cambio, 2023 puede ser un año de recompras de acciones. Las empresas con grandes saldos de efectivo necesitan ejercer su poder si quieren diferenciarse del resto. Apple ha gastado más de 550.000 millones de dólares (550.800 millones de euros) en recomprar sus propias acciones en la última década. Para mantener el impulso de la recuperación de los precios, tendrá que seguir gastando.
Amenudo, las caras de los aficionados al cobre están tan rojas como el metal que aprecian. Su precio no suele corresponderse con las perspectivas de demanda. Recientemente, los alcistas han tenido menos de qué avergonzarse. El valor del metal ha subido a máximos de siete meses, por encima de los 9.120 dólares por tonelada.
No ha cambiado mucho, aparte del sentimiento. Los operadores han comprado cobre anticipando una recuperación de la economía China tras el relajamiento de las restricciones por el Covid-19. Esto tiene cierto sentido. Más de la mitad de la demanda de cobre procede de China. Pekín ha primado el impulso a la actividad en la construcción, que representa casi el 25% de su demanda de cobre.
En Europa, la mayoría del metal disponible en los almacenes es de procedencia rusa. No sorprende que muchos consumidores industriales no deseen comprar este metal. Así, los inventarios europeos han experimentado un fuerte aumento en los últimos meses.
Finalmente, la caída del dólar abarata los precios en otras divisas. Los hedge fund han comprado cobre con la esperanza de que este cambio estimule la demanda mundial. La postura menos severa de la Reserva Federal aumentará el optimismo de los alcistas en cobre. Este rally debería poner a prueba los máximos de principios del año pasado.
El grupo industrial estadounidense General Electric ya ha iniciado la ejecución de su separación en tres compañías independientes. El objetivo es focalizar las tres unidades de negocio, reducir deuda y mejorar la deprimida cotización con una valoración de las partes superior al todo previo a los spinoff. El grupo acaba de colocar en Bolsa el negocio de salud, bautizado como GE HealthCare, que el pasado 8 de diciembre celebró su flamante ‘I Día del Inversor’, y que desde la colocación, a finales de diciembre, ha subido un 8%, hasta una capitalización bursátil de 29.500 millones de dólares. GE HealthCare ha definido la culminación de la separación como “un momento catalizador”, identificando la misión del grupo con la de “crear un mundo en el que la sanidad no tenga límites”. GE HealthCare parte como líder de un mercado mundial de medicina nuclear y equipos de diagnóstico de alta precisión valorado en 84.000 millones de dólares y que se espera llegue a 100.000 millones en 2025. El grupo tiene ingresos de 18.000 millones de dólares, de los que la mitad son recurrentes, y un beneficio operativo estimado de 2.700 millones en 2022, y espera subir sus márgenes operativos ajustados desde el rango del 15%-18% del trienio 2019-21 a niveles del 18%20%. Las colocaciones de GE Vernova (turbinas y eólica) y GE Aerospace (motores de aviación) están previstas para 2024.