Expansión Nacional

La crisis de Brasil da a Lula la oportunida­d de consolidar su apoyo

GANA RESPALDO/ El nuevo presidente de Brasil obtiene un impulso a su popularida­d a corto plazo, pero se enfrentará a importante­s retos de gobierno a largo plazo.

- Bryan Harris.

El asalto esta semana de activistas de extrema derecha al centro neurálgico de la política brasileña ha puesto al nuevo Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva ante su primera situación de emergencia.

Pero a medida que la violencia retrocede y se reparan los daños en el Congreso de la nación, el Tribunal Supremo y el palacio presidenci­al, el líder izquierdis­ta podría encontrar una oportunida­d con esta crisis, según los analistas.

El nuevo presidente ha adoptado una línea dura contra los autores de un incidente que, según dijo, “no tiene precedente­s en la historia de nuestro país”. “Tienen que ser castigados. Y vamos a averiguar quiénes son los financiado­res de estos vándalos”, declaró.

Es probable que Lula reciba un impulso inmediato en el apoyo político a medida que los partidos de todo el espectro condenen el ataque a la democracia brasileña, aunque las ideas radicales y la rápida movilizaci­ón de los partidario­s del expresiden­te Jair Bolsonaro pueden resultar un problema a largo plazo para su Gobierno.

“La posición de Lula en el Congreso y tal vez incluso de cara a la opinión pública probableme­nte se beneficie a corto plazo”, explica Christophe­r Garman, director general para las Américas de Eurasia Group.

La condena de los asaltos del domingo fue casi universal y el Congreso votó rápidament­e a favor de una intervenci­ón de seguridad pública en Brasilia, decretada por Lula el día anterior.

División y alianzas

Lula logró una ajustada victoria electoral frente a Bolsonaro a finales de octubre. Con sólo 2 puntos porcentual­es, o menos de 2 millones de votos, entre ambos, gobierna una nación profundame­nte dividida, con una coalición de aliados poco manejable.

Pero con la unión de los políticos en torno a él en un momento de crisis, “en sus primeros momentos, gana legitimida­d desde el punto de vista político e institucio­nal”, explica Camila Rocha, politóloga del Centro Brasileño de Análisis y Planificac­ión.

Según los analistas, esta oleada de apoyo político podría ayudar a Lula a acabar con el extremismo de extrema derecha y también aumentar el apoyo a su agenda legislativ­a, centrada en reformas económicas destinadas a mejorar el bienestar social y reducir la pobreza.

Sin embargo, “el verdadero problema reside en el tiempo”, advierte Garman. “Incluso si los acontecimi­entos [del domingo] socavan la credibilid­ad del movimiento bolsonaris­ta debido a su violencia, son un duro recordator­io de que Lula se enfrenta a un país profundame­nte polarizado. “Se enfrentará a una oposición pro-Bolsonaro movilizada que está dispuesta a tomar las calles de una manera que puede volverse violenta. Eso no es un lastre a corto plazo, pero lo será si Lula pierde apoyo popular ante las dificultad­es económicas”.

Esos grupos de extrema derecha podrían “plantear amenazas indirectas a la seguridad de las empresas, especialme­nte las que operan en sectores como el petróleo y el gas y el transporte, que estarán entre los objetivos preferidos dado el potencial de causar un impacto generaliza­do”, señala Mário Braga, un analista de Control Risks.

“Estos disturbios [del domingo] son una prueba de la creciente radicaliza­ción de una pequeña parte de la sociedad brasileña, que seguirá alimentánd­ose de teorías conspirati­vas”, añade.

Más de 1.500 activistas de extrema derecha fueron detenidos después de que la policía pusiera fin a los disturbios y desmantela­ra campamento­s de protesta esporádico­s en todo el país esta semana.

Flávio Dino, el nuevo ministro de Justicia de Brasil, ha adoptado una línea dura con los grupos marginales, afirmando que el Gobierno ya ha identifica­do sus fuentes de financiaci­ón, pero no citó datos concretos. “No permitirem­os que destruyan la democracia brasileña”, declaró.

Las opciones de Bolsonaro

Los acontecimi­entos también complican las opciones de Bolsonaro, que abandonó Brasil rumbo a Florida (Estados Unidos) a finales del año pasado para evitar asistir a la toma de posesión de Lula, y fue ingresado en un hospital de Orlando un día después de los disturbios.

En sus últimos meses de mandato, el expresiden­te se negó a tomar medidas contra los grupos de extrema derecha que acampaban frente a las bases militares e incluso alentó tácitament­e su derecho a protestar.

Tras la violencia del domingo, trató de distanciar­se de los manifestan­tes, pero su larga relación con la derecha radical le ha dejado aislado.

El expresiden­te ha señalado que tiene la intención de regresar pronto a Brasil, donde existe la posibilida­d de que sea procesado por sus vínculos con grupos de extrema derecha.

“El presidente Bolsonaro puede ser responsabi­lizado si se prueba cualquier tipo de conexión entre él y los que cometieron estos [disturbios]”, sostiene Vera Karam, profesora de derecho constituci­onal en la Universida­d Federal de Paraná.

También se le sigue investigan­do en relación con otros escándalos mientras ocupaba el cargo, como las acusacione­s de que difundió informació­n errónea sobre la pandemia del Covid-19. Desde que dejó el Gobierno el 1 de enero, ha perdido la inmunidad que se le había concedido como presidente.

El martes, los fiscales presentaro­n una solicitud ante el Tribunal Federal de Cuentas para congelar los activos de Bolsonaro. El tribunal aún no ha respondido.

“Se disparó en el pie”, señala Carolina Botelho, una politóloga de la Universida­d de São Paulo. “Ahora se enfrenta a una mayor oposición, incluso de sus partidario­s, y mucha gente le critica. Si alguna vez existió la posibilida­d de que liderara una oposición al Gobierno de Lula, ahora la ha dañado”.

La crisis podría ayudar a Lula a acabar con el extremismo y ganar apoyos a su agenda

La condena de los asaltos fue universal y el Congreso votó rápidament­e a favor de una intervenci­ón

El martes, los fiscales presentaro­n una solicitud para congelar los activos de Bolsonaro

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El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

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