Las garantías que han llevado a Limak a reformar el Camp Nou
CONSTRUCCIÓN Goldman Sachs ultima la financiación de 900 millones para la remodelación.
Las garantías otorgadas y el compromiso de los plazos son los motivos que han conducido a la junta del FC Barcelona a escoger la constructora turca Limak para la remodelación del Camp Nou, la principal actuación de las contempladas en el Espai Barça, un proyecto presupuestado en un total de 1.500 millones y que incluye además el nuevo Palau Blaugrana.
El club presidido por Joan Laporta y los tres grupos que habían llegado a la recta final (los consorcios capitaneados por las españolas FCC y Ferrovial y el de la compañía euroasiática) han estado negociando varios meses, con intercambio de documentación y soluciones.
La propuesta de Limak cumplía la exigencia de no superar los 900 millones, el tope que la asamblea de compromisarios había autorizado al club para reformar el coliseo. En concreto, el presupuesto de las obras son 750 millones, a los que hay que sumar un techo máximo de 150 millones en concepto de posibles desviaciones (encarecimiento de materiales e imprevistos que caracterizan a casi cualquier obra) y de honorarios o margen industrial.
Según las fuentes consultadas, FCC y Ferrovial no se comprometieron a marcar un tope en la desviación máxima que pueda tener la obra. Limak jugó además la baza de percibir un margen menor porque considera la obra del Camp Nou como una inversión, dado que si le sale bien, será su tarjeta de presentación para penetrar no tanto en España, donde ya ha visto lo complicado que es hacer sombra a las compañías locales –Vinci también lo sabe–, sino en Europa Occidental.
A tiempo
Además, Limak obtuvo cierta ventaja con los plazos: las obras permitirán que el FC Barcelona pueda jugar en noviembre de 2024 –aunque la remodelación no se completará hasta el verano de 2026–, pero las otras propuestas se alargaban hasta los tres años, y el club tiene calculado que la merma anual de ingresos por no jugar en sus instalaciones de Les Corts es de unos 90 millones. Facturar menos por el traslado al estadio olímpico Lluís Companys, ubicado en la montaña de Montjuïc, en Barcelona, es, en la práctica, encarecer el proyecto.
Goldman Sachs, lógicamente, dio la aprobación tras comprobar la solvencia de la compañía turca. La firma norteamericana está a punto de cerrar la operación de financiación, en la que cada décima en el tipo de interés que se determine supondrá varios millones de euros durante el largo plazo de amortización.
Y para obtener el interés más bajo serán importantes las garantías puestas sobre la mesa, que ascienden a unos 200 millones de euros. Por un lado, figuran cien millones en avales bancarios que pueden ejecutarse si existen demoras y hasta dos años desde que acaben las obras. A ello hay que añadir otro importe similar relativo a las retenciones en las certificaciones de obra, esto es, dinero que quedará reservado cuando el Barça vaya pagando la obra a medida que se ejecuta y que queda retenido para posibles vicios posteriores.
Con firmas catalanas
Limak se ha asociado con la catalana Vopi4, aunque en realidad esta firma no forma parte del consorcio ganador. No obstante, sí que existe un compromiso para ser subcontratada para las obras.
Una de las polémicas de la adjudicación de la remodelación del Camp Nou a la compañía turca es la falta de experiencia en estadios de una dimensión similar. Pero la tarjeta de presentación en las obras de otros estadios españoles –Atlético de Madrid y Real Madrid, por ejemplo– tampoco convenció a la junta, dados los retrasos y los sobrecostes de esos campos. También ayudó a decantarse por Limak que el proyecto se haya presentado –simplificando mucho– como un lego, en el que lo importante es la logística más que la capacidad constructora propiamente dicha.