Una lección magistral
Esta semana, en uno de los programas de dirección de empresas en IESE, discutí con un grupo de directivos el caso de un consejero delegado que diseña el plan de formación del candidato a sustituirle. Profesional competente, experiencia internacional, trabajador incansable, orientado a resultados, compromiso indiscutible, ilusión desbordante, hombre maduro, estable, cumple el perfil ideal para un relevo impecable. Cuando llega el momento de ejecutar la decisión tomada, de hacer real el traspaso de poderes, el CEO se da cuenta que no está preparado para irse a casa, para retirarse y gozar de un tiempo de ocio que se ha ganado con creces. A equis años vista el paisaje se veía despejado, pero ahora se torna plomizo y amenazante. Cambio imprevisto de planes, ¿cómo explicar un giro tan radical y tardío? Sin mala fe, forzando los argumentos, la mirada gira en torno a las deficiencias y dudas que ahora inspira el otrora sustituto perfecto. En el fondo del caso utilizado subyace el difícil arte de retirarse a tiempo, en forma y fondo, o al menos de echarse a un lado y dejar más espacio para los que vienen pisando fuerte.
Sin necesidad de irse a casa definitivamente y gozar de un merecido descanso, hay transiciones en la carrera profesional que pintan bien pero no acaban de cuajar. Algunos ejemplos para ilustrar esta problemática. Consejero delegado, responsable por tanto de la cuenta de resultados ante el consejo de administración, pasa ahora a la posición de presidente no ejecutivo. Relaciones políticas, representación institucional, reputación corporativa, seguimiento y evaluación del consejero delegado, composición multidisciplinar del Consejo, geopolítica del management... su nueva responsabilidad requiere de una actitud y habilidades distintas. O un tránsito muy común. De ejecutivo acostumbrado a la acción, a gestionar equipos, a tomar decisiones, se pasa ahora a la figura de consejero, o asesor externo. En lugar de ir al frente de batalla y pelear en consonancia, se trata de preguntar, escuchar, acompañar discretamente a los protagonistas del momento. De la actividad frenética a la reflexión discreta, silenciosa. Lo que antes eran cualidades innegables se pueden tornar debilidades relevantes.
Conozco varios casos de éxito, algunos muy cercanos y queridos, que me inspiran admiración y respeto. También sé de otros que no han sabido reinventarse, ralentizar el paso, guardar silencios, reposar dudas, favorecer el crecimiento y protagonismo de gente joven y preparada.
Dilemas existenciales
En lo más hondo del problema pueden esconderse dilemas existenciales. ¿Quién soy? ¿Qué es el éxito? ¿Quién lo define? ¿Cuáles son los criterios de evaluación? ¿Cuál es mi relación con el poder? ¿Cómo llevo lo de ser ‘ex’?, la gente no llama ni se pone al teléfono con la frecuencia de entonces. ¿Peso del dinero en mi escala de prioridades? ¿Qué otras facetas de mi personalidad he dejado desatendidas? ¿Tengo hobbies, aficiones sanas? ¿Y si el día se me hace largo a falta de una agenda superapretada? ¿Peso de la familia en mi vida? ¿Cuestiones sociales, servicio a los más necesitados? ¿Felicidad, paz, serenidad, o tensión, angustia, vacío, típicas carencias de un ego venido a más?
Pensaba en estas cuestiones sobre los tramos tardíos de la carrera profesional a raíz de la muerte del Papa emérito Benedicto XVI. Hace ya más de diez años de su renuncia voluntaria al Pontificado. Retirado en el Monasterio Mater Ecclesiae, allí ha pasado discretamente la última etapa de su vida, leyendo, escribiendo, escuchando música, estudiando, rezando. Recuerdo algunas columnas o reportajes después de su valiente decisión. En clave política, superficial, muchos auguraban que sería un contrapoder en la sombra, que el ala más conservadora de la Curia se valdría de su prestigio intelectual y moral para marcar de cerca al Papa Francisco. Nada de eso ha pasado. El Papa encontró en él un maestro, un confidente, alguien con el que conversar, compartir experiencias, aprender juntos.
Entre los muros de su última morada, en la sombra, arropado por una soledad querida, por un silencio profundo, en paz con un anonimato libremente aceptado, avanzó en materias tan exigentes y delicadas como la humildad, la bondad, la sabiduría. Como lo que fue, un clásico intemporal, se doctoró cum laude en el arte de vivir, porque acabó dominando también el arte de morir, la otra cara de la misma moneda vital.
¡Ojalá que muchos profesionales asentados en las cúpulas de sus estructuras piramidales tomasen buena nota del ejemplo de Ratzinger! No va de encerrarse prematuramente, no estamos sobrados de talento y experiencia, pero sí de preparar el relevo generacional pasando a posiciones más discretas, reflexivas y trascendentes. El aprendizaje y explosión de los demás es un exigente test de un liderazgo transformador.
Muchos suspenden asignatura tan estratégica. Aprendamos de Benedicto XVI.
En su participación en las jornadas de Spain Investors Day, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, anunció ayer la creación de una nueva deducción en el IRPF dirigida a atraer nuevos contribuyentes que deseen establecerse en la región madrileña para vivir, trabajar o emprender, y que con su patrimonio puedan contribuir al incremento de su dinamismo económico. Se instrumentará mediante una norma con rango de ley, de manera que dicha deducción para atraer la inversión internacional estará dirigida a no residentes en España durante, al menos, los últimos cinco años.
Madrid establecerá una deducción del 20% en la cuota del IRPF por la inversión en todo tipo de activos –de cualquier parte del mundo, pero invertidos desde Madrid, salvo inmuebles, que han de estar radicados en la región– para nuevos contribuyentes desde el primer céntimo de euro invertido. Para poder aplicarla, el contribuyente deberá mantener la inversión en dichos activos durante seis años, permitiendo una variación de inversión en activos, dentro de la cartera, pero con mantenimiento del mismo importe de inversión, computando como tal sólo el principal invertido, de manera que dicha deducción contará como único límite anual con la cuota del IRPF.
Dicha deducción se podrá aplicar de la siguiente manera en el espacio de hasta seis ejercicios fiscales:
1. En el año en el que se realiza la inversión si tiene cuota suficiente para poder compensar con la cuota de manera completa la deducción.
2. De no agotar el importe de la deducción en ese primer año, la parte restante de la deducción a desgravarse podrá hacerlo a lo largo de los siguientes cinco ejercicios.
3. Si el contribuyente que puede acogerse inicialmente a este tipo de deducción realiza inversiones adicionales incrementales, dará derecho a una deducción adicional durante seis ejercicios, operando como la primera.
Esta propuesta redobla y refuerza el atractivo fiscal de Madrid, al volver a intensificar el carácter amigable de la región con la economía productiva, drenando el menor dinero posible a los agentes económicos. De esa manera, beneficiará a todo tipo de contribuyente que cumpla con la no residencia fiscal previa en España durante los últimos cinco años e invierta en la región, con la importancia que supone para atraer grandes patrimonios que quieran ir a la Comunidad de Madrid, en contraposición con el freno que el impuesto de grandes fortunas de Sánchez puede suponer para la atracción de patrimonios y la generación de riqueza. Con la presente deducción, se podrán captar ingresos con los que ahora no cuenta la región madrileña.
Adicionalmente, en momentos de crisis se incentivará, con esta medida, la canalización del ahorro hacia la inversión productiva de las empresas, que genera actividad económica y puestos de trabajo. De hecho, Madrid estima que la medida puede generar una ganancia adicional de 124,71 millones de euros en recaudación; 886 millones más en PIB; y 12.448 empleos más por cada 1.000 millones de nuevos fondos que se canalicen hacia la inversión en activos.
Nuevos patrimonios
Es una medida positiva, porque atraerá nuevos patrimonios, que incrementarán la canalización del ahorro hacia la financiación empresarial, beneficiando, de nuevo, a toda la población vía empleo y aportando una recaudación adicional con la que prestar servicios.
Al mismo tiempo, favorecerá también a las empresas, que encuentran más ahorro para financiarse en un momento de encarecimiento de la misma, con lo que tienen más opciones de contener costes. De esa manera, dinamizará los mercados financieros españoles, fortaleciendo a Madrid como plaza financiera y, por extensión, a España. Todo ello, sin coste fiscal, al ser nuevos contribuyentes.
Es, por ello, una medida atractiva, positiva a nivel nacional y que vuelve a señalar a Madrid como entorno de impuestos bajos y eliminación de obstáculos para la prosperidad y el empleo de todos los ciudadanos, al tiempo que refuerza la solidaridad de los grandes patrimonios, a los que Sánchez está persiguiendo con su impuesto a las grandes fortunas, generando un incentivo perverso para que se vayan de España, lamentablemente, que hará que se pierdan recursos que puedan ser canalizados hacia la inversión, la actividad y, por tanto, hacia la creación de puestos de trabajo- con toda la sociedad, al incrementar, indirectamente, las oportunidades de empleo.
Este potencial incremento de ingresos que no se percibían en ningún lugar de España, al estar destinado a los no residentes en territorio nacional durante, al menos, los últimos cinco años, aumentarán los ingresos de la Comunidad de Madrid y su aportación al Fondo de Garantía de los Servicios Públicos Fundamentales del Sistema de Financiación Autonómica, que redundará en incrementar, todavía más, la solidaridad de Madrid con el resto de las comunidades autónomas de régimen común, siendo, por tanto, una medida beneficiosa para toda España.
Es la diferencia entre una política económica que beneficie a los ciudadanos y empresas, atrayendo fondos que generen actividad económica y empleo, que es la que refuerza la Comunidad de Madrid con esta nueva deducción, y la política económica de Sánchez, que expulsa la riqueza y empobrece al conjunto de la sociedad con sus nuevos impuestos, ya que la pérdida de recursos desembocará en una caída de actividad económica y en una pérdida de puestos de trabajo, que perjudicará a todos, pero todavía más a las personas en situación más desfavorecida. Es la diferencia entre una política de prosperidad, la de rebajas de impuestos, y otra política regresiva, la de Sánchez, basada en subir los impuestos y poner trabas a la prosperidad.
La deducción para no residentes canaliza más ahorro hacia la financiación empresarial