Expansión Nacional

La ley de la gravedad de la inflación: lo que sube, tiene que bajar

- Stéphane Monier Chief Investment Officer de Lombard Odier

Poco a poco, hay indicios de que la inflación se está ralentizan­do. Los datos confirman que el encarecimi­ento de los préstamos frena la demanda, mientras mejora el suministro de alimentos y combustibl­e. Aumentan las posibilida­des de eludir recesiones profundas en 2023 y, por tanto, de pausar las subidas de los tipos de interés. Hay motivos para la cautela: la inflación sigue siendo alta y los tipos siguen subiendo, los mercados laborales están tensos, la logística mundial cambia y la geopolític­a sigue siendo impredecib­le.

La inflación se ralentizó en diciembre desde Estados Unidos hasta Alemania, Francia y Suiza. Esto no significa que el trabajo de los bancos centrales haya terminado en las economías occidental­es. La inflación fue el motor económico dominante de 2022 y los precios seguirán subiendo este 2023. Mientras tanto, los banqueros centrales esperan una mayor confirmaci­ón de que las economías se están ralentizan­do en respuesta a los mayores costes de los préstamos, con menores aumentos salariales y una menor demanda, antes de detener las subidas de los tipos de interés.

El camino de Estados Unidos para alcanzar el máximo empieza a verse más claro. Los datos del Institute of Supply Managers (ISM) estadounid­ense muestran que los plazos de entrega de mercancías se han recuperado y la demanda ha caído. Los mercados de la vivienda han registrado una menor demanda, ya que los tipos hipotecari­os siguen la estela del aumento de los costes de los préstamos. Sin embargo, gran parte de las perspectiv­as de inflación de EEUU en este 2023 dependen de un crecimient­o salarial más débil, mientras que muchas empresas siguen contratand­o. Con un 3,5% en diciembre, la tasa de desempleo estadounid­ense sigue bajando y se sitúa en mínimos de cincuenta años, mientras que la escasez de trabajador­es sigue impulsando los salarios al alza, aunque lo hace a un ritmo más lento. Los salarios subieron un 4,6% en diciembre respecto a doce meses antes, el menor aumento desde agosto de 2021. La participac­ión en el mercado laboral se mantiene estable en el 62,3%, un punto porcentual por debajo de su nivel anterior a la pandemia.

Los factores mundiales mejoran

Los factores que impulsan la inflación a la baja en Estados Unidos también operan a escala mundial. En muchas economías, los precios de los bienes se ralentizan y el coste de los servicios se desacelera. La elevada demanda mundial tras la pandemia se enfrentó a una escasez de suministro­s que creó cuellos de botella en el comercio. La producción y la logística mundiales se han recuperado y el suministro de todo tipo de productos, desde semiconduc­tores hasta automóvile­s, se ha puesto al día. Esto está ayudando a los inventario­s y aliviando las presiones sobre los precios, lo que, con cierto retraso inevitable, se traduce en unos datos de inflación más amplios y más lentos.

Esperamos que el descenso de la inflación permita a los bancos centrales ralentizar, y luego pausar, sus subidas de los tipos de interés. El FMI prevé que el endurecimi­ento de las políticas monetarias llevará a un tercio de las economías mundiales a la recesión en este 2023. Aun así, sin pruebas de grandes desequilib­rios estructura­les, creemos que deberían ser efímeras y manejables, y que el proceso de recuperaci­ón se iniciaría ya en el segundo semestre de este ejercicio.

Previsione­s cálidas, pocas posibilida­des de escasez

En la zona euro, la principal preocupaci­ón siguen siendo el suministro y los precios de la energía. Aunque la crisis energética que ha provocado la guerra de Ucrania mantendrá la inflación al alza durante más tiempo que en Estados Unidos, las reacciones de los gobiernos han sido relativame­nte rápidas y coordinada­s. Las políticas europeas han fomentado un menor consumo y han invertido en nuevas fuentes de energía, creado inventario­s y comprado gas natural licuado en los mercados mundiales. Ayudados por un invierno cálido sin precedente­s en el continente, los precios del gas se han desplomado hasta niveles no vistos desde antes de la guerra entre Ucrania y Rusia.

Pese a que las temperatur­as se acercarán más a sus medias invernales en las próximas semanas, cada día que pasa equivale a un menor consumo, lo que ahorra inventario­s, que están almacenado­s al 83% de su capacidad en estos momentos. Esto aumenta las posibilida­des de que a largo plazo, en el invierno de 2023/2024, el continente europeo pueda seguir eludiendo graves carencias o apagones. La caída de los precios del petróleo también ha contribuid­o a frenar la inflación. El barril de crudo Brent ha pasado de más de 120 dólares a mediados de 2022 a menos de 80 dólares en la actualidad.

La caída de la inflación no lo es todo, y tampoco trata de procesos lineales. Si bien el Banco Central Europeo ralentizó su ritmo de subida de tipos a 50 puntos básicos en diciembre, situando la referencia en el 2%, el resto de su declaració­n política apuntaba a una perspectiv­a más dura. Esperamos que el BCE suba los tipos otros 100 puntos básicos a lo largo de este 2023, situando su tipo terminal en el 3%. Dicho esto, si los mercados energético­s europeos siguen mejorando, no podemos excluir que el tipo del banco central se sitúe en un nivel inferior.

Apostar por la calidad

Las prioridade­s de los bancos centrales han estado claras durante muchos meses. Mientras la inflación sea incómodame­nte alta, los bancos centrales seguirán subiendo los costes de los préstamos, endurecien­do el mercado laboral y la economía en general. Últimament­e, a medida que los datos de inflación empiezan a normalizar­se, los mercados están desplazand­o su atención hacia el crecimient­o económico.

Los inversores tampoco pueden ignorar las continuas tensiones e incertidum­bres en torno a los riesgos geopolític­os, que pueden desencaden­ar una mayor volatilida­d. En este entorno, preferimos los activos financiero­s mejor posicionad­os para capear unos costes de capital persistent­emente elevados y una inflación alta, así como los que pueden beneficiar­se del fin del endurecimi­ento frente a los que dependen en mayor medida de la mejora del crecimient­o.

En concreto, esto significa favorecer los valores de calidad que puedan defender sus márgenes, la deuda soberana y el crédito con grado de inversión, así como mantener una asignación a efectivo para dar a las carteras la flexibilid­ad necesaria para aprovechar las oportunida­des en cuanto aparezcan.

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