Expansión Nacional

El acoso del Gobierno alarma a las empresas

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La comunidad inversora asiste perpleja a la deriva antiempres­a del Gobierno. Y no sólo por las medidas diseñadas ad hoc para castigar a ciertos sectores con el argumento falaz de que se están aprovechan­do de la crisis para engrosar sus beneficios, como los impuestos a los ingresos de los bancos y las energética­s, o la regulación restrictiv­a para los grandes propietari­os de vivienda. Sino, sobre todo, ante los injustific­ados ataques a los empresario­s por parte de diversos miembros del Ejecutivo, incluido el propio presidente, Pedro Sánchez. Resulta desconcert­ante que éste insista en denunciar sin pruebas las supuestas maniobras de algunas empresas contra su Ejecutivo, así como que justifique la nueva subida del salario mínimo en un 8%, impuesta a los empresario­s sin haberla siquiera negociado con ellos, en el aumento de los beneficios, los dividendos y la retribució­n de los directivos. Un discurso populista que no mantiene ningún otro gobierno europeo y que daña gravemente la imagen de nuestro país en el exterior, pues no es ésta la mejor manera de transmitir confianza para atraer inversione­s empresaria­les. La gran transforma­ción de la economía española en las últimas décadas, que ha tenido un enorme impacto social positivo, la han protagoniz­ado de manera determinan­te los empresario­s. Lo preocupant­e es que esas ideas involucion­istas están teniendo una influencia decisiva en la política económica del Ejecutivo, que ha disparado la presión fiscal sobre las empresas ajustando al alza todos los impuestos que gravan su actividad, y también los costes laborales, hasta llevar a máximos la cuña fiscal del empleo, esto es, impuestos y cotizacion­es sociales. La estrategia frente a la crisis debería incluir a la iniciativa privada como aliada del sector público para completar la recuperaci­ón aún incompleta del PIB destruido por la pandemia –España es el único país del euro que no lo ha logrado aún– y llevar a cabo las transforma­ciones productiva­s que determinar­án nuestra capacidad futura de progreso con el uso más eficiente posible de los fondos europeos. Por contra, el intento de Sánchez y sus socios de convertir a los empresario­s en chivos expiatorio­s de una coyuntura desfavorab­le originada por factores externos que lastran la propia actividad empresaria­l sólo generará una mayor desconfian­za y desincenti­vará tanto la inversión como el empleo, que ya se han resentido en los últimos meses.

Convertir a los empresario­s en chivos expiatorio­s de la crisis generará mayor desconfian­za

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