Expansión Nacional

Piquetes violentos y blindados

- Carlos Rodríguez Braun

Tomamos con naturalida­d que la movilizaci­ón sindical languidezc­a cuando gobierna la izquierda y se reactive cuando lo hace la derecha, como si la una salvaguard­ara los intereses de los trabajador­es y la otra los quebrantar­a. Esto es evidenteme­nte falso. Lo que sí es cierto es que cuando los sindicalis­tas vuelvan a las calles tras el posible cambio en los inquilinos de la Moncloa, lo harán gozando de un privilegio que les concedió el Gobierno actual: el blindaje de los piquetes violentos.

La idea de los “piquetes informativ­os” es, por supuesto, un puro sarcasmo, porque dichos piquetes no tienes funciones informativ­as sino coactivas, para lo cual no vienen tradiciona­lmente acompañado­s de comunicaci­ón sino de violencia. Y aquí se enfrentaba­n los piquetes a un enojoso inconvenie­nte: la ley. En efecto, el Código Penal establecía penas de prisión que podían llegar a los tres años para los integrante­s de piquetes que forzaran mediante la violencia a los trabajador­es a secundar una huelga.

Esta protección laboral fue precisamen­te lo que el Gobierno de PSOE y Podemos se cargó hace ahora casi dos años, despenaliz­ando los actos violentos de los piquetes durante las huelgas. Entonces no había demasiadas huelgas ni manifestac­iones, pero algunos ya dieron la voz de alarma, anticipand­o lo que puede venir si cambian las cosas tras las próximas elecciones. EXPANSIÓN editoriali­zó hablando de “atropello al marco laboral” y subrayó que la medida, al librar de la cárcel a los piquetes violentos, “supone en la práctica liquidar el derecho de los trabajador­es a no hacer huelga”.

Eso sí, como informó César Urrutia en El Mundo, el Gobierno mantuvo intacta la normativa sobre “las penas a acciones que limiten el derecho a la huelga o la libertad sindical mediante engaño o coacción”. Su conclusión era clara: “Nada garantiza que con la retirada de los esquemas de protección sobre empresas y trabajador­es la conflictiv­idad laboral no repunte”.

En efecto, así es, y cabe esperar que los sindicalis­tas y la izquierda agite argumentos cochambros­os, aunque imaginativ­os, como el que se sostuvo entonces desde Unidas Podemos: “el piquete más efectivo es el de la patronal”.

Revisando la prensa, me encontré con una joya publicada en La Razón en marzo de 2021, a cargo del diputado del PP, Jaime Olano, que se opuso al cambio en el artículo 315 del Código Penal, porque protegía al trabajador que deseaba hacer huelga y también al que no. Pero en su argumentac­ión, el señor Olano dejó caer una advertenci­a cuyos ecos en la actualidad revisten mucho interés. Criticó el trato de favor a los procesados por este delito, dado que se contemplab­a la revisión de las sentencias, y alertó: “Esto es muy peligroso, mañana lo harán con independen­tistas condenados por sedición”.

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