La inversión en sostenibilidad crece pese a no ser prioritaria
PREOCUPACIONES/ Los directivos españoles creen que el cambio climático afectará a la estrategia y a las operaciones de sus organizaciones en los próximos tres años.
El cambio climático no figura entre los cinco problemas más apremiantes para los próximos meses para los directivos españoles. Aun así, el 77% de los ejecutivos aumentó sus inversiones en sostenibilidad el año pasado, según la última edición del informe CxO Sustainability Report: Accelerating the Green Transition, elaborado por la firma Deloitte. El estudio, para el que se entrevistó a más de 2.000 responsables de negocio (CxO, por sus siglas en inglés) de 24 países, entre ellos España, evalúa anualmente las preocupaciones y acciones de las organizaciones en materia de sostenibilidad y cambio climático.
El análisis apunta que las inversiones en sostenibilidad en España superaron en dos puntos la media global del 75%. Del 77% registrado en España, sólo el 12% de la partida a sostenibilidad creció significativamente, es decir, más de un 20%, y en el 65% de los casos lo hizo un poco (entre un 6% y un 19%). Sólo el 3% de las organizaciones redujeron sus inversiones, mientras que el 21% las mantuvo. Sin embargo, los directivos españoles clasificaron el cambio climático como una prioridad baja respecto a sus colegas del resto del mundo. Únicamente para el 29% es una de sus tres principales prioridades, trece puntos menos que a nivel global.
Principales retos
El principal reto a abordar para los ejecutivos nacionales en 2023 es la coyuntura económica (54%), al igual que para los directivos a nivel mundial (44%). A continuación, en España, la competencia por el talento (42%) y la innovación (38%), que fuera de nuestras fronteras se colocan en tercera y segunda posición, respectivamente (34% y 36%, respectivamente). Sólo el 29% de los directivos españoles entrevistados sitúa el cambio climático en el top 3 de los problemas más apremiantes, equiparándolo a los conflictos globales y las tensiones geopolíticas (29%). Los CxO mundiales, por el contrario, dieron mayor importancia al cambio climático (42%) que a los conflictos y tensiones geopolíticas (31%).
A nivel empresarial, casi siete de cada diez (67%) responsables de negocio españoles dice que es probable que el cambio climático afecte a la estrategia y a las operaciones de su compañía en un grado alto o muy alto en los próximos tres años, un porcentaje mayor que el promedio mundial (61%). Casi todos los encuestados indicaron que los efectos del cambio climático impactaron negativamente en sus organizaciones el año pasado. Las organizaciones españolas son más propensas a citar los siguientes impactos negativos: la regulación de emisiones (49%), la escasez y costes de los recursos (48%), el cambio de patrones y preferencias de consumo (48%), la presión de la sociedad civil (45%) y la incertidumbre regulatoria o política (43%)
El estudio de Deloitte muestra cierto optimismo por parte de los directivos sobre el futuro. El 77% de los españoles (78% a nivel global) confía en que los esfuerzos mundiales lograrán evitar los peores impactos del cambio y, en mayor medida (82% en España y 84% en el global), creen también que el mundo puede alcanzar el crecimiento económico global al mismo tiempo que se cumple con los objetivos de lucha contra el cambio climático. Pero, la mayor parte de los encuestados españoles admite que la crisis climática les preocupa todo o buena parte del tiempo y que se han visto afectados por algún evento en el último año como, por ejemplo, sequías severas, calor extremo o incendios forestales, entre otros.
Impulsar la sostenibilidad impacta en el reconocimiento de marca y la reputación
Beneficios
Para las organizaciones nacionales, los beneficios principales de impulsar la sostenibilidad impactan, principalmente, en la reputación y en el reconocimiento de marca. También consideran que lo hace en la innovación en torno a las operaciones y los servicios ofrecidos, así como en la satisfacción de las expectativas del cliente. Por el contrario, los responsables españoles ven que es menos probable que afecte a factores como la rentabilidad de las inversiones, el valor de los activos y/o a la resiliencia a largo plazo y el rendimiento financiero.