El BCE libera 1.600 millones en provisiones para evitar las pérdidas
REDUCE SU COLCHÓN DE PROVISIONES A LOS 6.600 MILLONES/ La institución presenta un beneficio nulo por primera vez desde 2007 y prevé que las pérdidas se mantengan en el corto y medio plazo.
El Banco Central Europeo (BCE) no trabaja como una entidad tradicional para lograr una rentabilidad, pero su operativa genera pérdidas y ganancias abultadas sobre las que rinde cuentas.
Ayer, la institución que preside Christine Lagarde presentó sus resultados de 2022 con un beneficio neto nulo, gracias a la liberación de 1.600 millones de euros en provisiones que tenía acumuladas que ha destinado a compensar lo que de otra forma habría sido un ejercicio de fuertes pérdidas.
El BCE pone fin así a un largo recorrido de beneficios con pico en 2019, año en el que ganó más de 2.300 millones de euros. El pasado año es el primero en el que no genera rendimientos desde 2007, cuando también se vio obligado a dejar su beneficio a cero y liberar provisiones. Para localizar un ejercicio de pérdidas reales hay que retroceder hasta 2004: perdió más de 1.000 millones a consecuencia de una fortísima apreciación del euro que impactó en el valor de sus reservas en dólares.
Las pérdidas para el banco central se derivan este año de su cartera de deuda. En primer lugar, la autoridad monetaria se ha visto obligada a revisar a la baja la valoración de sus tenencias de bonos que mantiene como inversión después de tantos años de fuertes estímulos, lo que le ha restado un valor de 1.840 millones de euros. Los bonos procedentes de la implementación de su política monetaria no se marcan a valor de mercado, por lo que su depreciación, elevada, no se refleja en la cuenta de resultados.
En segundo término, las pérdidas del BCE también se derivan de haber retribuido a los bancos centrales nacionales por las cuentas que las entidades financieras tienen abiertas allí (a través de lo que se conoce como Target 2).En esa partida paga el interés general, que ahora se sitúa en el 3% y cuyo abono generó unas pérdidas más de 1.000 millones de euros.
Además de la liberación de provisiones, la perdidas se han compensado con ingresos financieros, el cobro de cupones de la cartera de deuda y otras partidas.
Una herida autoinfligida
Las pérdidas de la autoridad monetaria se derivan principalmente de sus propias políticas. La fuerte subida de tipos de interés llevada a cabo desde julio del pasado año, por el que los tipos han pasado del 0% al 3%, ha ocasionado un fuerte deterioro en la enorme cartera de deuda que durante los años de los estímulos no convencionales fue construyendo a través de los diferentes programas de compras.
El BCE, en su informe de resultados, anticipa que las pérdidas registradas hoy continuarán a corto y medio plazo como consecuencia de esta política monetaria restrictiva que en 2023 ya se está traduciendo en más subidas del precio del dinero. En cualquier caso, el BCE recalca que el potencial impacto económico de sus prácticas no es relevante en su toma de decisiones monetarias, que se centran, no en la persecución de una mayor rentabilidad, sino en devolver la estabilidad de precios a la zona euro.
El BCE continuará apretando las tuercas de la economía -y de sus propios resultados hasta que la inflación recupere el camino hacia el objetivo del 2%. El banco central destaca en su informe el colchón del que dispone tras años de elevados beneficios para hacer frente a las pérdidas que están por venir. Tras la liberación de recursos para compensar las cuentas de 2022, mantiene provisiones por valor de 6.600 millones de euros.
Colchón
Sin embargo, su capacidad del para aguantar el golpe es mucho mayor. El BCE cuenta con un capital de 8.900 millones de euros, al que también puede recurrir sin problema para soportar potenciales pérdidas. A eso se le suman 36.100 millones en revalorización de los activos no materializados, una partida compuesta por las ganancias en oro, divisas extranjeras y títulos en el balance (fundamentalmente deuda) que se acumulan en este segmento como una protección más en lugar de engrosar los beneficios.
Además, a diferencia de las entidades tradicionales, el
BCE destaca su capacidad para operar de forma transitoria con capital negativo, lo que confiere todavía más oxígeno al organismo.
La autoridad monetaria ha realizado numerosas proyecciones y no contempla ningún escenario en el que esto pudiera llegar a materializarse, pero si se llegase a ese punto y la situación se enquistase en el tiempo, los bancos centrales nacionales podrían tener que recapitalizar a la institución.
Sin dividendos
Por ahora, las pérdidas del BCE suponen que por primera vez desde 2007 no se realizará un reparto de dividendos a los bancos centrales nacionales.
Las autoridades monetarias de cada país han recibido un flujo de recursos notable en los últimos años, repartido después de aumentar los colchones pertinentes, que servía para aliviar las cuentas públicas de cada región y con el que, al menos en el corto plazo, no se podrá contar.