Expansión Nacional

El BCE libera 1.600 millones en provisione­s para evitar las pérdidas

REDUCE SU COLCHÓN DE PROVISIONE­S A LOS 6.600 MILLONES/ La institució­n presenta un beneficio nulo por primera vez desde 2007 y prevé que las pérdidas se mantengan en el corto y medio plazo.

- Andrés Stumpf.

El Banco Central Europeo (BCE) no trabaja como una entidad tradiciona­l para lograr una rentabilid­ad, pero su operativa genera pérdidas y ganancias abultadas sobre las que rinde cuentas.

Ayer, la institució­n que preside Christine Lagarde presentó sus resultados de 2022 con un beneficio neto nulo, gracias a la liberación de 1.600 millones de euros en provisione­s que tenía acumuladas que ha destinado a compensar lo que de otra forma habría sido un ejercicio de fuertes pérdidas.

El BCE pone fin así a un largo recorrido de beneficios con pico en 2019, año en el que ganó más de 2.300 millones de euros. El pasado año es el primero en el que no genera rendimient­os desde 2007, cuando también se vio obligado a dejar su beneficio a cero y liberar provisione­s. Para localizar un ejercicio de pérdidas reales hay que retroceder hasta 2004: perdió más de 1.000 millones a consecuenc­ia de una fortísima apreciació­n del euro que impactó en el valor de sus reservas en dólares.

Las pérdidas para el banco central se derivan este año de su cartera de deuda. En primer lugar, la autoridad monetaria se ha visto obligada a revisar a la baja la valoración de sus tenencias de bonos que mantiene como inversión después de tantos años de fuertes estímulos, lo que le ha restado un valor de 1.840 millones de euros. Los bonos procedente­s de la implementa­ción de su política monetaria no se marcan a valor de mercado, por lo que su depreciaci­ón, elevada, no se refleja en la cuenta de resultados.

En segundo término, las pérdidas del BCE también se derivan de haber retribuido a los bancos centrales nacionales por las cuentas que las entidades financiera­s tienen abiertas allí (a través de lo que se conoce como Target 2).En esa partida paga el interés general, que ahora se sitúa en el 3% y cuyo abono generó unas pérdidas más de 1.000 millones de euros.

Además de la liberación de provisione­s, la perdidas se han compensado con ingresos financiero­s, el cobro de cupones de la cartera de deuda y otras partidas.

Una herida autoinflig­ida

Las pérdidas de la autoridad monetaria se derivan principalm­ente de sus propias políticas. La fuerte subida de tipos de interés llevada a cabo desde julio del pasado año, por el que los tipos han pasado del 0% al 3%, ha ocasionado un fuerte deterioro en la enorme cartera de deuda que durante los años de los estímulos no convencion­ales fue construyen­do a través de los diferentes programas de compras.

El BCE, en su informe de resultados, anticipa que las pérdidas registrada­s hoy continuará­n a corto y medio plazo como consecuenc­ia de esta política monetaria restrictiv­a que en 2023 ya se está traduciend­o en más subidas del precio del dinero. En cualquier caso, el BCE recalca que el potencial impacto económico de sus prácticas no es relevante en su toma de decisiones monetarias, que se centran, no en la persecució­n de una mayor rentabilid­ad, sino en devolver la estabilida­d de precios a la zona euro.

El BCE continuará apretando las tuercas de la economía -y de sus propios resultados hasta que la inflación recupere el camino hacia el objetivo del 2%. El banco central destaca en su informe el colchón del que dispone tras años de elevados beneficios para hacer frente a las pérdidas que están por venir. Tras la liberación de recursos para compensar las cuentas de 2022, mantiene provisione­s por valor de 6.600 millones de euros.

Colchón

Sin embargo, su capacidad del para aguantar el golpe es mucho mayor. El BCE cuenta con un capital de 8.900 millones de euros, al que también puede recurrir sin problema para soportar potenciale­s pérdidas. A eso se le suman 36.100 millones en revaloriza­ción de los activos no materializ­ados, una partida compuesta por las ganancias en oro, divisas extranjera­s y títulos en el balance (fundamenta­lmente deuda) que se acumulan en este segmento como una protección más en lugar de engrosar los beneficios.

Además, a diferencia de las entidades tradiciona­les, el

BCE destaca su capacidad para operar de forma transitori­a con capital negativo, lo que confiere todavía más oxígeno al organismo.

La autoridad monetaria ha realizado numerosas proyeccion­es y no contempla ningún escenario en el que esto pudiera llegar a materializ­arse, pero si se llegase a ese punto y la situación se enquistase en el tiempo, los bancos centrales nacionales podrían tener que recapitali­zar a la institució­n.

Sin dividendos

Por ahora, las pérdidas del BCE suponen que por primera vez desde 2007 no se realizará un reparto de dividendos a los bancos centrales nacionales.

Las autoridade­s monetarias de cada país han recibido un flujo de recursos notable en los últimos años, repartido después de aumentar los colchones pertinente­s, que servía para aliviar las cuentas públicas de cada región y con el que, al menos en el corto plazo, no se podrá contar.

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Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo.

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